El presidente ruso visitó ayer Hungría para estrechar sus vínculos con Orbán y promover nuevos proyectos comerciales

Putin y Orbán
© Página de Facebook de Viktor Orbán
El presidente ruso, Vladímir Putin, estuvo ayer en Budapest para reunirse con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, su principal aliado y ariete en la Unión Europea. Es la tercera reunión que mantienen ambos mandatarios en los últimos tres años y, según reconoció hace unos días el portavoz del Gobierno magiar, János Lázár, Putin y Orbán se proponen dar prioridad a las relaciones bilaterales por encima de los compromisos multilaterales, en aparente alusión a las obligaciones que emanan de la pertenencia a la UE.

«Este será un año importante desde el punto de vista de la política exterior, no sólo por la elección de Donald Trump y el Brexit. Llega la era de la cooperación bilateral en sustitución de la cooperación multilateral», considera Lázár. Exactamente el mismo pensamiento expresó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

Y es que Orbán está deseando levantar las sanciones impuestas a Rusia por la anexión de Crimea y la ayuda a los separatistas del este de Ucrania para que el Kremlin elimine a su vez el embargo decretado como represalia contra los productos agroalimentarios europeos. Esta cuestión estuvo ayer muy presente en las conversaciones entre Putin y Orbán.

El Ejecutivo húngaro se queja de que las exportaciones a Rusia han caído un 50% en los últimos tres años, perjudicando a diversos sectores productivos del país. Según dijo ayer Orbán en su rueda de prensa conjunta con Putin, «llevar los conflictos de otra naturaleza al ámbito de la economía causa únicamente pérdidas».

Impulsar proyectos económicos bilaterales

Otros propósitos del presidente ruso en Hungría, según el departamento de prensa del Kremlin, son «impulsar proyectos conjuntos de envergadura en el ámbito económico-comercial» e «intercambiar opiniones sobre diversos asuntos de actualidad internacional», incluido el rebrote de violencia en Ucrania.

A este respecto y pese a que fueron los rebeldes separatistas los que violaron el alto el fuego atacando el pasado fin de semana la localidad de Avdéyevka (Donetsk), Putin fustigó a las autoridades ucranianas en su comparecencia con Orbán asegurando que están «agravando premeditadamente la situación» en el este de Ucrania para lograr ser oídos por el nuevo presidente norteamericano, Donald Trump.


Comentario: ¿Y cómo está tan seguro este reportero de que fueron los rebeldes quienes violaron el alto al fuego? Ni los rebeldes ni Rusia tenían nada que ganar con el agravamiento del conflicto. ¿No fue Putin acaso quien impulsó los acuerdos de Minsk? Más aún, de acuerdo a este artículo, "los primeros ataques masivos comenzaron desde el noroeste y el oeste, es decir desde las posiciones de las fuerzas de Ucrania." Y eso sin mencionar las incontables ocasiones en que las fuerzas de Kiev han roto unilateralmente el alto al fuego.

Es cosa curiosa que los halcones de la guerra John McCain y Lindsey Graham visitaron Ucrania a principios de enero, y ahora que se reanudan las hostilidades, McCain le pide a Trump que le envíe armas a Kiev. ¿Entonces de quién habría sido la idea de desatar nuevamente la guerra? ¿No es transparentemente obvio que el propósito de McCain es forzar el involucramiento del gobierno de Trump en un conflicto que lo confronte con Rusia?


«Deben asentar las relaciones con Washington y a través de un conflicto siempre es mejor (...) es más fácil involucrar a la nueva Administración -norteamericana- en la resolución del problema ucraniano y abrir así algún tipo de diálogo», afirmó el presidente ruso.

El jefe del Gobierno húngaro, por su parte, llamó al establecimiento de unas buenas relaciones con el gigante euroasiático, que incluiría lógicamente el levantamiento de las sanciones. Según su opinión, «en la región occidental del continente europeo está muy de moda ahora la política antirrusa».

Ambos dirigentes han prorrogado el actual acuerdo con el gigante energético Gazprom para el suministro de gas ruso a Hungría hasta 2021. También convinieron en ultimar el proyecto para la ampliación de la central nuclear de Paks, que deberá estar completamente lista, según Orbán, el año que viene gracias a la ayuda de Rusia. El costo de la obra se calcula en cerca de 12.000 millones de euros, el 80% de los cuales serán financiados por Moscú.

Admiración mutua

Orbán y Putin se profesan una gran admiración mutua y tienen numerosos puntos en común. Los dos admiran al nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, por defender el derecho de cualquier país a poner por delante de todo sus propios intereses. «Hemos recibido el permiso del mayor poder del mundo para poner nuestros intereses en primer lugar», dijo el primer ministro húngaro el mes pasado durante una conferencia celebrada en el Banco Nacional de Hungría.

Otro aspecto en el que coinciden es en el apoyo al dictador sirio, Bashar al Assad. Orbán ha hecho repetidos llamamientos a «cooperar» con Rusia en Siria. A su juicio, la mejor forma de reducir el flujo de refugiados a Europa es consiguiendo que en Siria se instale la paz.