Catalunya. El Estado es el único que tiene derecho al "uso legítimo de la violencia". Y si te saltas las leyes, eso tiene consecuencias judiciales. Dichas consecuencias comienzan a hacerse visibles, y a partir de hoy, España va a ser protagonista de lo que muchas veces hemos denunciado: la ley no es el eje vertebrador de la democracia, si en algún valor o estamento hubiera de recaer esa acción, ésta debería ser en la justicia.
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© oséluis vázquez domènech

En el País Vasco sabemos desde hace mucho en qué consiste aquello que podríamos denominar "Estado Policial". Cientos de policías y miembros de la guardia civil se están dirigiendo a cumplir "con su obligación", que no es otra que acatar con el mandato del poder. Otra comunidad autónoma va a vivir en propia carne las consecuencias de lo que supone poner en entredicho el papel del Estado.

El Tribunal Constitucional acaba de anular (por unanimidad) los acuerdos del Parlamento que permitieron las leyes del referéndum. El Estado español ha suspendido el autogobierno y se comienza a aplicar un estado de excepción encubierto. La sede de la CUP está rodeada por la policía.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol. 22 registros en 5 consellerias, y detenidos 10 altos cargos del Govern. A partir de ahora comienza la partida de ajedrez, pero va a ser una partida amañada. La tensión se lleva a las calles, la fuerza anula aquello que pudo ser el 1 - O, y los medios de comunicación respaldan toda actuación y todas las detenciones, porque tal y como he dicho anteriormente, quien incumple la ley, la paga.
Pero, ¿quién hace la ley? Y lo más importante, ¿para quién?. Si no respondemos a esta pregunta estaremos obviando la razón de ser de gran parte de las calamidades que asolan esta mediocre sociedad. Las miradas están puestas en otras cuestiones, y como siempre, en este caso también se pasará de largo una de las principales causas del triunfo de los estados autoritarios.
Sinceramente, creo que es un momento interesante para poder presenciar cómo se las gastan quienes se sientan en el sillón, y para observar cómo funcionan los pliegues y los repliegues del poder. También lo es para analizar cómo fluctúan las fuerzas sociales en función de sus adhesiones particulares, y ver cómo se movilizan unidos por el ardor guerrero comunitario, más que por la reflexión personal y crítica que debería llevar toda acción política. Porque de política trata toda esta función y, claro está, política debería ser la solución.

Yo, estoy un tanto distante. La razón principal es que la mayoría de partidos y simpatizantes que se están movilizando por soltar amarras con el Estado español van a facilitar y defienden los mecanismos de la Unión Europea, del Fondo Monetario Internacional, del Euro y, lo más grave, del engranaje que se sostiene desde la OTAN. Es decir, se acepta cambiar de dueño para seguir con el mismo collar.

Puede parecer sencilla esta apreciación, pero para mi es fundamental. Eso sí, les deseo toda la suerte del mundo, porque se van a atragantar y la van a necesitar!