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© Pablo Larenas
La aplysia es un caracol marino que vive en las costas de California. Pese a tener sólo 20 mil neuronas en su sistema nervioso central, en contraste con los cien mil millones que tiene el hombre, sus procesos celulares y moleculares son muy similares.

Valiéndose de esta característica, investigadores de la U. de California, en Los Angeles (EE.UU.), decidieron corroborar la acción de una proteína del tipo cinasa llamada PKM, que se cree interviene en el proceso de la memoria y que también está presente en el molusco. En su experimentación, los científicos administraron descargas eléctricas en la cola de varios caracoles en repetidas ocasiones.

Tras el entrenamiento, cuando los especialistas volvieron a tocar suavemente la cola de un ejemplar, el caracol respondió con una contracción reflexiva que duraba aproximadamente 50 segundos. Una semana más tarde, al repetir el experimento, el reflejo aún duró 30 segundos o incluso más, en lugar de sólo el segundo que dura sin este adiestramiento. Esto constituye una memorización a largo plazo y es "una forma fundamental de aprendizaje, necesaria para sobrevivir y muy sólida en el caracol", dice a La Tercera David Glanzman, quien dirigió el estudio.

Luego, una vez que el caracol marino había formado la memoria a largo plazo, los científicos inyectaron un inhibidor en la proteína PKM en el molusco y 24 horas más tarde tocaron su cola nuevamente: el caracol respondió como si nunca antes hubiese recibido los choques eléctricos, haciendo sólo una muy breve contracción. "La memoria a largo plazo había desaparecido", explica Glanzman, un hallazgo que podría tener varias aplicaciones clínicas: "El estrés postraumático, la drogadicción, el dolor neuropático o todas las formas de disfunción de la memoria. Al aprender cómo alterar selectivamente la actividad de la PKM, podremos desarrollar tratamientos efectivos para estos desórdenes", dice.

Glanzman y su equipo son los primeros científicos en demostrar que se puede borrar la memoria a largo plazo interviniendo la conexión entre dos neuronas.

El desafío

La ventaja de la aplysia, explica Glanzman, es que se sabe dónde se ubican las neuronas que producen este reflejo: "Sabemos en qué parte del sistema nervioso están, lo que no ocurre en el cerebro humano".

El experto señala que el desafío ahora es identificar la ubicación de la memoria de una experiencia traumática en un humano y tratar de desactivarla. "Por ahora, no tenemos manera de manipular recuerdos específicos a largo plazo, porque no tenemos forma de identificar los circuitos neuronales en el cerebro donde estos recuerdos se almacenan. El cerebro es un órgano sumamente complejo. Tenemos que desarrollar formas de localizar esta 'aguja' -por ejemplo, mi quinto cumpleaños- en el 'pajar' sináptico que tenemos en el cerebro". El órgano tiene varios billones de sinapsis. "La investigación es compleja, tardará mucho, pero creo que será posible", afirma Glanzman.

Al igual que los científicos que buscan localizar y destruir células cancerosas sin dañar las células sanas, Glanzman tiene la intención de estudiar si es posible debilitar sólo ciertas sinapsis asociadas con los recuerdos traumáticos, dejando intactos otros recuerdos.