Traducido por el equipo de SOTT.net en español.

Parecería que hoy en día estamos en otra Guerra Fría. Fue impresionante ver cómo nuestra primera ministra Theresa May culpó inmediatamente a Rusia por el envenenamiento de los Skripal antes de que la policía hubiera llevado a cabo una investigación basada en la evidencia.
Media manipulation
Mientras crecíamos tras la Segunda Guerra Mundial, nuestras noticias estaban dominadas por la amenaza de la Unión Soviética, pero cuando ésta se disolvió en 1991, creo que nadie podría haber adivinado que poco más de dos décadas después estaríamos hablando de nuevo sobre la amenaza de Rusia. Cualquiera que sólo reciba noticias de los medios de comunicación británicos o estadounidenses será privado de la verdad: las interminables acusaciones sobre el envenenamiento de los Skirpal o el conflicto por Crimea se presentan de una forma totalmente sesgada en la que se ignoran la mayoría de los hechos. Pero no hay nada nuevo en esto: el reportaje deshonesto y las mentiras fueron predominantes durante toda la Guerra Fría en los días de la Unión Soviética.

Aunque el presidente John Kennedy en los Estados Unidos comenzó con una agenda bastante derechista, siendo una de sus promesas electorales de 1960 la de eliminar la brecha de misiles con la Unión Soviética, rápidamente cambió y comenzó a poner el énfasis de su administración en la lucha por terminar con el racismo en las regiones más recónditas del sur de EE.UU. Además, si no hubiera sido asesinado, estaba planeando retirar las tropas estadounidenses de Vietnam si era reelegido en 1964 porque se había dado cuenta de que una guerra a gran escala en Vietnam sería un desastre.

Lo que causó tantos cambios en su política fueron sus conflictos con los militares y los señores de la comunidad de inteligencia. Sólo había sido presidente unos días antes de que le hicieran continuar con la planeada invasión de Cuba por un pequeño grupo de disidentes cubanos. Los militares le dijeron que la invasión llevaría a una sublevación y al derrocamiento de Fidel Castro para que EE.UU. no tuviera que proporcionar ningún apoyo aéreo para la invasión de Bahía de Cochinos. Pero tan pronto como los rebeldes aterrizaron, el Pentágono insistió en que Kennedy autorizara los ataques aéreos estadounidenses contra Cuba. Kennedy se dio cuenta de que le habían mentido y lo rechazó. Me encantaría poder retroceder en el tiempo y decirle que el régimen de Castro sobreviviría al reinado de doce presidentes estadounidenses, ocho de los cuales (incluido Kennedy) autorizaron intentos de asesinato contra Castro y fracasaron.

Kennedy quedó realmente sorprendido al descubrir que su promesa de campaña de eliminar la brecha de misiles con Rusia era una tontería. En su primer informe militar se le dijo que la Unión Soviética tenía cuatro misiles nucleares capaces de aterrizar en los EE.UU., mientras que los EE.UU. tenían trescientos cincuenta misiles capaces de destruir la Unión Soviética.

Algo que ilustra muy bien la forma en que los gobiernos nos mienten es que un hombre que había sido senador durante ocho años y que estaba a punto de convertirse en presidente ignoraba tan completamente la verdad de la superioridad nuclear de Estados Unidos como todos nosotros. El predecesor de Kennedy, el presidente republicano Eisenhower, había tratado de advertir al pueblo estadounidense sobre el crecimiento del poder del complejo militar-industrial en su último discurso televisivo antes de que terminara su presidencia; pero nada ha cambiado y, en todo caso, éste se ha vuelto más poderoso respecto al gobierno estadounidense en la actualidad, en comparación con lo que era entonces, cuando la mitad del presupuesto del gobierno federal se gastaba en el ejército. Dado que el presidente Eisenhower había sido el oficial militar de mayor rango en Estados Unidos antes de convertirse en presidente, su advertencia es bastante notable.

Las mentiras sobre el predominio militar de Rusia se repiten hoy nuevamente en cuestiones como Crimea. Nunca he visto a nadie en los medios de comunicación británicos que informe del hecho de que más del noventa por ciento de las personas que viven en Crimea son rusas. Tampoco he visto nunca en los medios de comunicación que Crimea nunca fue parte de Ucrania hasta que en 1954 el entonces líder de la Unión Soviética, Nikita Jruschov, cambió las fronteras para incluir Crimea dentro de Ucrania. Puede ser que lo haya hecho simplemente porque él mismo nació y creció en Ucrania, aunque siempre ha habido rumores de que estaba muy borracho cuando tomó la decisión; pero nunca lo he visto en los medios de comunicación británicos.

Aunque Gran Bretaña y Estados Unidos han impuesto sanciones a Rusia por incorporar a Crimea, la historia de lo ocurrido es, por supuesto, muy diferente. El centro y el oeste de Ucrania está dominado por ucranianos y durante la Segunda Guerra Mundial muchos ucranianos colaboraron con el régimen nazi después de que éste invadiera Ucrania en su camino a Moscú. Y un par de años más tarde, cuando el ejército soviético hizo retroceder a los nazis, muchos ucranianos lucharon con los nazis contra el ejército soviético. Así que nadie debería sorprenderse de que los ciudadanos de Crimea y de la parte oriental de Ucrania predominantemente rusa tuvieran preocupaciones y dudas sobre el Gobierno ucraniano y su actitud hacia ellos tras la disolución de la Unión Soviética.

Lo que desencadenó esta crisis no fue una invasión rusa, sino el derrocamiento del Gobierno ucraniano, entonces moderado, bajo la presidencia de Víktor Yanukóvich. Ya en noviembre de 2013, Yanukóvich anunció que retrasaría la firma de un tratado económico con la Unión Europea porque eso pondría fin a las relaciones comerciales y económicas de Ucrania con su principal socio económico, Rusia. Nunca se ha revelado por qué la UE exigía este cambio que claramente perjudicaría a la economía de Ucrania.

Tras el anuncio de Yanukóvich, los manifestantes ocuparon la plaza central de la capital ucraniana, Maidán, en protesta contra su decisión, pero las protestas y manifestaciones se volvieron violentas y condujeron al derrocamiento del presidente el 22 de febrero de 2014.

Las protestas fueron encabezadas por nacionalistas ucranianos extremistas y grupos paramilitares cuyas políticas resonaban en gran medida con la ideología fascista, incluido el uso de símbolos nazis y consignas racistas, que pedían la limpieza étnica de los rusos que vivían en Ucrania.

Gran Bretaña, EE.UU. y la UE apoyaron el golpe que derrocó al presidente Yanukóvich. Existe ahora un grado considerable de evidencia de que las agencias de inteligencia occidentales estuvieron involucradas en alentar a estos grupos de extrema derecha durante muchas décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial.

El nuevo gobierno ucraniano afirmó que las fuerzas de seguridad del gobierno y los rusos que se hacían pasar por ucranianos habían matado a un gran número de personas. Esas acusaciones se desvanecieron cuando el sitio web de la televisión italiana Eyes Of War mostró un documental en el que se entrevistaba a tres ex francotiradores militares de Georgia que admitieron que habían sido contratados por los insurgentes y que habían sido en parte responsables de los tiroteos. Ningún gobierno occidental ha propuesto sanciones contra Georgia.

Es evidente que el derrocamiento del gobierno y su sustitución por un régimen de extrema derecha antirruso alimentó el miedo a la limpieza étnica y llevó a la mayoría rusa en Crimea y Ucrania oriental a decidir que no permanecerían bajo el nuevo régimen ucraniano, por lo que lucharon por defenderse. Los rusos que viven en Crimea y Ucrania oriental deberían tener el mismo derecho a la autodeterminación que el resto del mundo.

Nada de esto es nuevo, apenas unos años antes, en 2014, un avión malayo fue derribado cuando pasaba sobre Ucrania en julio. Los medios de comunicación occidentales dijeron inmediatamente que un misil ruso lo había hecho. Pero en ningún lugar de los medios de comunicación occidentales se reveló que el misil utilizado era tan antiguo que ya había sido abandonado por el gobierno ruso años antes. Tras la caótica desintegración de la antigua Unión Soviética, es totalmente posible que varios de estos viejos misiles hayan sido retenidos, quizás incluso por grupos de extrema derecha en Ucrania.

La verdad tarda décadas en salir a la luz. Ahora sabemos que cuando Tony Blair nos dijo que Iraq tenía armas de destrucción masiva que podían llegar a Gran Bretaña en 45 minutos y el Presidente Bush afirmó que Iraq había acumulado una enorme reserva de uranio, esto era completamente falso, pero provocó la muerte de cientos de miles de iraquíes.

Cuando era joven recuerdo que en 1964 el gobierno estadounidense anunció que uno de sus acorazados había sido atacado por Vietnam del Norte, lo que provocó un bombardeo masivo y una guerra a gran escala que causó la muerte de más de tres millones y medio de personas. Veinte años después salió a la luz la verdad de que nunca había habido un ataque contra ese barco estadounidense.

La primera mentira que recuerdo fue cuando tenía apenas once años y Gran Bretaña y Francia anunciaron que estaban invadiendo Egipto para detener la guerra entre Egipto e Israel. Todos los políticos responsables de esa mentira murieron mucho antes de que se supiera la verdad de que Gran Bretaña y Francia habían pedido a Israel que invadiera Egipto para dar a Gran Bretaña y Francia la oportunidad de derrocar al gobierno egipcio de Nasser y recuperar el control del Canal de Suez.

Siempre tenga cuidado con lo que cree.