El olvido y la distracción suelen asociarse con la torpeza o incluso con la falta de inteligencia. Sin embargo, desde la psicología se ha encontrado que hay un vínculo estrecho entre ser olvidadizo y tener aptitudes destacables en materia de aprendizaje.
Thinking studying
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En general, la idea del aprendizaje tiende a considerarse como una construcción de habilidades y conocimientos que guardamos en la memoria. De este modo, cuando olvidamos algo, es como si parte de esa construcción se hubiera destruido y ese conocimiento se hubiera perdido.

Sin embargo, el aprendizaje del cerebro humano funciona de un modo no tan lineal. De hecho, ciertas condiciones que generan el olvido de una determinada cosa son las mismas que, en muchos casos, a largo plazo fortalecen ese conocimiento. Pero, ¿cómo?

El ambiente en el que obtenemos una información no solo influye en la memoria, sino también en cómo se codifica la información en el cerebro. Al variar los espacios en los que leemos, por ejemplo, le damos al cerebro la posibilidad de adaptarse a condiciones diversas de manera que no se genere una única referencia para lo aprendido.

Del mismo modo, las pausas y los intervalos durante los procesos de absorción de un contenido también permiten que el cerebro no automatice sus respuestas utilizando solamente la memoria. Es decir, descansar o intercalar ejercicios permite el razonamiento de por qué la respuesta correcta es la correcta.

Por ejemplo, si un jugador de golf practica un solo tipo de tiro cada vez sin variar entre distintas canchas, recorridos y distancias, su técnica se vuelve automática. De esta forma, no sabe realmente jugar al golf.

Así lo explicaron los psicólogos Elizabeth Bjork y Robert Bjork en en el artículo El olvido como amigo del aprendizaje: implicaciones para la enseñanza y el autoaprendizaje, publicado en la revista científica Advances in Physiology Education de la Sociedad Americana de Fisiología (APS, por sus siglas en inglés).

En el proceso de aprender algo nuevo intervienen varios elementos, como el espacio físico donde se estudia o practica una actividad, el tiempo de descanso que se toma y su intercalación con otras actividades.
"Volver a leer en un lugar diferente la misma información, en vez de hacerlo en el mismo lugar, facilita y fortalece el aprendizaje de lo estudiado", explica el texto.
Docentes de la Universidad de California, los psicólogos sostienen asimismo que es más eficaz tomar un descanso entre la primera y la segunda vez que se lee un texto para efectivamente retener la información. Intercalar textos o ejercicios para no repetir dos veces seguidas la misma lectura es también un método eficiente.

Para los Bjork, considerar esas condiciones externas que influyen en nuestra capacidad de absorber un contenido demuestra la necesidad de otorgarle un nuevo significado al aprendizaje, cuyo eje no sea la memoria. En este sentido, los psicólogos remarcan que las dificultades son parte del buen aprendizaje y que los errores que cometen los estudiantes no son sino "un componente esencial de una instrucción efectiva".

Además, señalan que las habilidades de aprendizaje varían en las personas, y que su velocidad al memorizar una determinada información a corto plazo no supone, de ningún modo, una mayor inteligencia.