Traducido por el equipo de SOTT.net en español

El verdadero poder psicológico de interrumpir puede residir en la forma en que desestabiliza los patrones de pensamiento de la otra persona. Así que, cuando el presidente de los Estados Unidos Donald Trump interrumpió a Joe Biden en los dos debates, había mucho más bajo la superficie que una simple grosería.
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© Getty ImagesPresidente de EE.UU. Donald Trump - Exvicepresidente Joe Biden - Debate Presidencial 2020
La Comisión de Debates Presidenciales de EE.UU. silenció los micrófonos del presidente Donald Trump y su contrincante demócrata Joe Biden durante partes de su segundo y último encuentro, televisado el 22 de octubre, para evitar que los candidatos se interrumpieran entre sí. La decisión del panel se tomó después de la reacción negativa generalizada de la audiencia a las extensas interrupciones de Trump en el primer debate del 29 de septiembre.

Pero hay una poderosa psicología oculta detrás de la táctica de las interjecciones e interrupciones. ¿Podrían estos dos experimentados combatientes, y Trump especialmente, haberla usado a su favor en un intento por parecer más dominantes y asertivos?

El hecho de que los organizadores del debate tuvieran que buscar una solución tecnológica sugiere que la interrupción podría ser una táctica más potente de lo que muchos creen. Los estrategas políticos y psicológicos de ambas campañas pueden estar abogando cada vez más por ella como un arma retórica. ¿Qué saben ellos que nosotros no sepamos?

Investigaciones psicológicas que involucran experimentos científicos han encontrado que la gente evalúa a quienes más interrumpen como más capaces, seguros, dominantes y persuasivos. Pero esto tiene un precio, porque los que interrumpen también suelen ser vistos como menos simpáticos y atractivos.

En medio de una pandemia, algunos votantes pueden favorecer al candidato más dominante y estar menos preocupados por lo simpático que sea. Por tanto, las consecuencias psicológicas de la interrupción pueden ser tanto positivas (ser vistos como más asertivos) como negativas (ser vistos como groseros). Curiosamente, los investigadores han descubierto que esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres que interrumpen.

Alguna investigación ha encontrado que los hombres interrumpen (especialmente con interrupciones intrusivas) más que las mujeres. Otros estudios indican que las mujeres son más interrumpidas que los hombres, y que los hombres interrumpen a las mujeres significativamente más que a otros hombres. Sin embargo, depende mucho de la naturaleza y el momento preciso de la interrupción.

Distintos tipos de interrupción tienen efectos diferentes. Las interrupciones profundas e "intrusivas" tratan de cambiar el tema e impiden que la otra persona hable. Las interrupciones "solapadas" implican que alguien interrumpe cuando otra persona parece estar llegando al final de una cuestión. Existen incluso las llamadas interrupciones "silenciosas" en las que, por ejemplo, alguien olvida momentáneamente la palabra que buscaba, o se detiene para encontrar la frase correcta, y su adversario interviene para facilitársela, pero luego se hace cargo de la conversación.

Un reciente experimento de psicología que investigaba los efectos de diferentes tipos de interrupción encontró, sorprendentemente, que un público evaluó las interrupciones llamadas "de desacuerdo" (tal vez el tipo que más se exhibió en el primer debate Trump-Biden) más positivamente que las interrupciones "de cambio de tema". Esta evaluación positiva persistió incluso con las interrupciones de alta frecuencia.

Una posible explicación a este hallazgo, según los autores del estudio, es que las interrupciones "de desacuerdo" al menos sugerían un fuerte compromiso con el tema, y no implicaban necesariamente la misma indiferencia hacia el orador interrumpido que las interjecciones de "cambio de tema". En otras palabras, parece que hay formas de interrumpir que se encuentran justificadas.

Pero como táctica de debate en la que el objetivo es derrotar al oponente retóricamente, la interrupción tiene detrás una poderosa psicología oculta. Por ejemplo, si sabes que tu oponente tiende a interrumpir y está constantemente buscando una oportunidad para tomarte la palabra, entonces podrías hablar más rápido de lo que normalmente lo harías. El temor a dar la oportunidad a una interrupción "silenciosa" puede empujarte a un terreno de conversación desconocido y hacerte tropezar o hablar mal, lo que da lugar a una metedura de pata verbal que tu oponente puede explotar.

Además, si eres consciente de que tu oponente te interrumpe y gana más tiempo de palabra, puedes sentirte presionado a responder de la misma manera. Pero si eres menos hábil para interrumpir, tu tiempo puede ser más pobre y tu elección de oportunidad puede entonces repercutir negativamente en ti. Tú terminas siendo el que se ve como grosero.

Incluso existe la táctica de interrumpir diciendo que se está de acuerdo. Esto puede sorprender tanto al otro orador que hará una pausa, dándote la oportunidad de explicar que con lo que estás de acuerdo no es lo que él esperaba. El que no te dé la oportunidad de hablar cuando afirmas que estás de acuerdo le hace parecer que es él quien busca el conflicto y la confrontación.

El verdadero poder psicológico de interrumpir quizás ni siquiera se muestre en los debates presidenciales, sino que reside en la forma en que desestabiliza los patrones de pensamiento del otro candidato. Aquí reside el verdadero peligro: las interrupciones tienen éxito al impedir que se piense con claridad.

Pero hay otro aspecto sutil y tal vez más profundo de la interrupción: también establece una relación de poder entre dos personas en un diálogo, tal vez incluso a un nivel inconsciente. Es bien sabido que los superiores en una jerarquía -por ejemplo, en la oficina- tienden a interrumpir a los subordinados más que a la inversa. Algunas personas, en particular las más interesadas en el poder, pueden observar niveles de interrupción para determinar a quién pueden dominar y a quién no.

En algunas investigaciones recientes se descubrió que los llamados psicópatas "subclínicos" (personas que quizás dirigen organizaciones en lugar de atracar bancos), tendían a detectar a quienes los interrumpían más y, en consecuencia, parecían estar menos interesados en una futura relación potencialmente explotadora. En otras palabras, si interrumpes a un psicópata más de lo que está acostumbrado mientras trata de hacer valer su punto de vista, lo nota rápidamente e infiere que tal vez sea menos capaz de manipularte o utilizarte, y pasa a otros objetivos.

Así que, cuando Trump interrumpió a Biden en los dos debates, había mucho más bajo la superficie que una simple grosería.
Raj Persaud es un psiquiatra con sede en Londres y el co-autor, con Peter Bruggen, de The Street-wise Guide to Getting the Best Mental Health Care.