Traducido por el equipo de Sott.net en español

El eterno jefe del NIAID de EE.UU., Tony Fauci, ha exigido repetidamente que el público "confíe en la ciencia" mientras cambia su propia opinión científica de una posición a otra. Lo que nunca se menciona en los principales medios de comunicación de Occidente o de casi todo el mundo es el historial científico de los principales gigantes farmacéuticos fabricantes de vacunas. En resumen, es pésimo y alarmante en extremo. Sólo eso debería prohibir a los gobiernos imponer a sus poblaciones inyecciones experimentales radicales no probadas sin que se realicen extensas pruebas a largo plazo con animales y de otro tipo para garantizar su seguridad.
Fauci
El pasado mes de abril, cuando el programa de vacunación de EE.UU. estaba en plena marcha, el principal asesor de Covid de Biden, Fauci, de 80 años, jefe del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) desde 1984, anunció que los Centros de Control de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU. habían decidido ordenar una "pausa" en la administración de la vacuna de Johnson & Johnson (Janssen) para examinar los informes de coágulos de sangre. Resultó que se habían notificado seis casos de coágulos sanguíneos entre unos siete millones de personas que habían recibido la inyección Covid de J&J. Fauci, en sus declaraciones a la prensa, afirmó: "una de las cosas que es, creo, tan buena de nuestro sistema aquí, es que nos regimos por la ciencia, no por ninguna otra consideración". Hay buenas razones para cuestionar a Fauci.

Se suponía que esto iba a tranquilizar a la gente de que las autoridades estaban siendo muy cuidadosas con los medicamentos experimentales contra la Covid, que, después de todo, nunca han sido probados en masa en seres humanos y sólo han obtenido una "autorización de uso de emergencia", la aprobación provisional de la FDA. La FDA levantó rápidamente la pausa cuando J&J accedió a publicar que su vacuna podía provocar coágulos de sangre.

Sin embargo, al mismo tiempo, los fabricantes de vacunas rivales, Pfizer y Moderna, ambos utilizando un tratamiento genético hiperexperimental conocido como ARNm, no fueron pausados por "la ciencia" a pesar del hecho de que cientos de miles de alarmantes reacciones graves relacionadas con las vacunas, incluyendo datos oficiales de varios miles de muertes de ambos, habían sido registradas por la base de datos de los CDC, VAERS (Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas).

Según los CDC, estos acontecimientos "adversos", posteriores a la vacuna, incluyen anafilaxia, trombosis con síndrome de trombocitopenia, síndrome de Guillain-Barre, miocarditis, pericarditis y muerte. En la semana del 16 de julio, el VAERS de los CDC informó de la alarmante cifra de 9.125 muertes registradas desde finales de diciembre a causa de las vacunas Covid-19. Nunca en la historia se ha asociado un total de muertes tan elevado a ninguna vacuna, y sin embargo los medios de comunicación guardan un ensordecedor silencio al respecto.

Su pésimo historial científico

La redacción de Fauci es precisa y deliberadamente manipuladora. Sugiere que existe algo fijo que podemos llamar "la Ciencia", como un dogma religioso del Vaticano, mientras que el verdadero método científico es el de un cuestionamiento continuo, el de anular las hipótesis pasadas con otras recién probadas, el de ajustarse. Sin embargo, cuando se trata de la "Ciencia", el puñado de gigantescos fabricantes de vacunas, a veces conocidos como grandes farmacéuticas, un cártel no muy diferente a las grandes petroleras, tienen un historial de fraude, de manipulación deliberada de sus propias pruebas, así como de soborno generalizado de médicos y funcionarios médicos para promover sus diversos medicamentos a pesar de los resultados de la "Ciencia" que contradicen sus aseveraciones de seguridad. Una mirada a los principales gigantes farmacéuticos mundiales es instructiva.

J&J

Comenzamos con la compañía Johnson & Johnson de Nueva Jersey. El 21 de julio de 2021, J&J y otros tres pequeños fabricantes de medicamentos acordaron pagar la asombrosa cantidad de 26.000 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios a un grupo de estados de EE.UU. por su papel como causantes de la epidemia de opioides en Estados Unidos. De esa cantidad, J&J pagará 5.000 millones de dólares. El CDC estima que el uso de opioides altamente adictivos, como los analgésicos, causó al menos 500.000 muertes entre 1999 y 2019. Se acusa a Johnson & Johnson de impulsar los analgésicos mortales para un uso excesivo y minimizar sus riesgos de adicción. Ellos lo sabían bien.

La misma J&J está en una enorme batalla legal por usar a sabiendas un carcinógeno en su famoso polvo para bebés. Una investigación de Reuters de 2018 descubrió que J&J sabía desde hace décadas que el amianto, un conocido carcinógeno, acechaba en sus polvos de bebé y otros productos cosméticos de talco. Según los informes, la compañía está considerando dividir legalmente su división de talco para bebés en una pequeña empresa separada que luego se declararía en bancarrota para evitar grandes pagos. La vacuna Covid de J&J, a diferencia de las de Pfizer y Moderna, no utiliza la alteración genética del ARNm.

Los dos fabricantes de vacunas contra la Covid a nivel mundial que tienen, con diferencia, el mayor mercado hasta la fecha son los dos promocionados personalmente por Fauci. Se trata de Pfizer, en alianza con la pequeña empresa alemana BioNTech bajo el nombre de Comirnaty, y de la biotecnológica estadounidense Moderna.

Pfizer

Pfizer, uno de los mayores fabricantes de vacunas del mundo por ventas, se fundó en 1849 en Estados Unidos. También tiene uno de los historiales más delictivos de fraude, corrupción, falsificación y daños probados. Un estudio canadiense de 2010 señalaba que "Pfizer ha sido un 'delincuente habitual', que ha participado de forma persistente en prácticas de marketing ilegales y corruptas, sobornando a médicos y suprimiendo los resultados adversos de los ensayos". Eso es grave. Hay que tener en cuenta que Pfizer aún no ha hecho totalmente públicos los detalles de sus estudios sobre la vacuna Covid para su examen externo.

La lista de delitos de Pfizer se ha hecho más larga desde 2010. Actualmente está involucrada en demandas relacionadas con las acusaciones de que su medicamento para la acidez estomacal Zantac está contaminado con una sustancia cancerígena. Además, Pfizer recibió la mayor multa relacionada con medicamentos en la historia de EE.UU. en 2009 como parte de un acuerdo de declaración de culpabilidad de 2.300 millones de dólares por promocionar indebidamente los medicamentos Bextra y Celebrex, y pagar sobornos a los médicos que cumplían. Pfizer se declaró culpable del delito de comercializar cuatro medicamentos, incluido Bextra, "con la intención de defraudar o engañar". Se vio obligada a retirar su analgésico para la artritis Bextra en EE.UU. y la UE por causar ataques cardíacos, derrames cerebrales y graves enfermedades de la piel.

Evidentemente, en una maniobra para aumentar los ingresos, Pfizer pagó ilegalmente a los médicos sobornos por el uso "no autorizado" de más de uno de sus fármacos, lo que provocó lesiones o muertes de pacientes. Entre ellos estaban Bextra (valdecoxib); Geodon (ziprasidona HCl), un antipsicótico atípico; Zyvox (linezolid), un antibiótico; Lyrica (pregabalina), un medicamento anticonvulsivo; su famoso Viagra (sildenafilo), un medicamento para la disfunción eréctil; y Lipitor (atorvastatina), un medicamento para el colesterol.

En otro juicio, las filiales de Pfizer se vieron obligadas a pagar 142 millones de dólares y a publicar documentos de la empresa que demostraban que comercializaba ilegalmente la gabapentina para un uso no autorizado.
"Los datos revelados en una serie de juicios en EE.UU. indican que la empresa farmacéutica promocionó el medicamento como tratamiento para el dolor, las migrañas y el trastorno bipolar, a pesar de que no era eficaz en el tratamiento de estas afecciones y, de hecho, era tóxico en ciertos casos, según la Iniciativa Terapéutica, un grupo independiente de investigación sobre medicamentos de la Universidad de Columbia Británica. Los ensayos obligaron a la empresa a hacer públicos todos sus estudios sobre el fármaco, incluidos los que mantenía ocultos".
En 2004, Warner-Lambert, filial de Pfizer, se vio obligada a pagar 430 dólares para zanjar los cargos penales y la responsabilidad civil derivados de sus prácticas de comercialización fraudulentas con respecto a Neurontin, su marca para el fármaco gabapentina. Desarrollado originalmente para el tratamiento de la epilepsia, Neurontin se promocionó ilegalmente para el tratamiento del dolor neurológico y, en particular, para la migraña y el trastorno bipolar, a pesar de que no era eficaz en el tratamiento de estas condiciones y era realmente tóxico en algunos casos. El Neurontin para usos no aprobados representó alrededor del 90% de los 2.700 millones de dólares en ventas en 2003.

Un informe del New York Times reveló en 2010 que Pfizer "...pagó unos 20 millones de dólares a 4.500 médicos y otros profesionales de la medicina en Estados Unidos por asesorar y hablar en su nombre en los últimos seis meses de 2009". Pagó otros 15,3 millones de dólares a 250 centros médicos académicos y otros grupos de investigación por ensayos clínicos. En la práctica jurídica de Estados Unidos rara vez se persigue a los ejecutivos de las empresas que realmente cometen los actos delictivos. El resultado es que las multas judiciales pueden ser tratadas como "costes empresariales" en este cínico medio. En ocho años de reiterados delitos hasta 2009, Pfizer acumuló algo menos de 3.000 millones de dólares en multas y sanciones civiles, aproximadamente un tercio de los ingresos netos de un año.

En 2020, mientras se desarrollaba su vacuna Covid, Pfizer pagó 13.150.000 dólares para hacer presión en el Congreso y en funcionarios de Washington, entre otros. También es notable el hecho de que la Fundación Bill y Melinda Gates posee acciones tanto de Pfizer como de su socio en la vacuna líder de ARNm, BioNTech de Alemania.

Moderna

El tercer productor de vacunas Covid que cuenta con la Autorización de Uso de Emergencia (EUA) de la FDA es Moderna, de Cambridge, Massachusetts. Todavía no ha sido demandada por prácticas ilegales, a diferencia de J&J o Pfizer. Pero ese hecho es probable que sea sólo porque antes de la EUA de su vacuna experimental de ARNm, en sus diez años de existencia desde 2010, no había conseguido la aprobación de la FDA para comercializar un solo medicamento, a pesar de repetidos intentos fallidos. Sin embargo Moderna tiene un letrero de neón rojo que dice "conflicto de intereses" que debería hacer reflexionar.

Moderna y el NIAID de Fauci han colaborado en el desarrollo de vacunas utilizando la plataforma de ARNm de Moderna y el NIAID de Fauci en los coronavirus, incluido el MERS, desde al menos noviembre de 2015. El 13 de enero de 2020, antes incluso de que se detectara el primer caso de un supuesto "nuevo coronavirus" de Wuhan, China, en Estados Unidos, el NIAID de Fauci y Moderna firmaron un acuerdo de cooperación actualizado en el que se describían como copropietarios de un coronavirus basado en ARNm y que habían finalizado una secuencia para el ARNm-1273, la vacuna que ahora se está administrando a millones de personas para supuestamente evitar el nuevo coronavirus. Eso significa que el NIAID de Fauci y tal vez Fauci personalmente (está permitido en los EE.UU.) se beneficiaron enormemente de la aprobación de emergencia de la inyección de Moderna, sin embargo, Fauci nunca ha admitido el conflicto públicamente, ni cuando era asesor sobre coronavirus de Trump, ni de Biden.

Diez días después, el 23 de enero de 2020, Moderna anunció que había recibido financiación del CEPI, un fondo de vacunas creado por la fundación de Bill Gates junto con el FEM de Davos, entre otros, para desarrollar una vacuna de ARNm para el virus de Wuhan.

Moderna fue creada por un capitalista de riesgo, Noubar Afeyan, junto con el profesor de Harvard Timothy A. Springer, y otros. En 2011 Afeyan reclutó al empresario francés y antiguo ejecutivo de Eli Lilly, Stephane Bancel, como director ejecutivo de la nueva Moderna. A pesar de no tener ningún título médico o científico ni experiencia en la dirección de una operación de desarrollo de medicamentos, Bancel figura como copropietario de un centenar de patentes de Moderna vinculadas a las diferentes vacunas. A partir de 2013, la minúscula Moderna recibió subvenciones del Pentágono para desarrollar su tecnología de ARNm. En 2020, justo antes de recibir la autorización de uso de emergencia de la FDA, el 89% de los ingresos de Moderna procedían de subvenciones del Gobierno estadounidense. Esta no es una empresa con experiencia, pero tiene el destino de millones de personas en sus manos. Como dice Fauci, "confía en la ciencia".

En febrero de 2016, un editorial de la revista Nature criticó a Moderna por no publicar ningún artículo revisado por pares sobre su tecnología, a diferencia de la mayoría de otras empresas biotecnológicas emergentes y establecidas. La empresa sigue siendo ultrasecreta. Ese mismo año, 2016, Moderna obtuvo 20 millones de dólares de la Fundación Gates para el desarrollo de vacunas usando ARNm.

Hasta que recibió la aprobación de la EUA para su producto de ARNm Covid en diciembre de 2020, Moderna solo había tenido pérdidas desde su fundación. Entonces, curiosamente, tras una reunión personal en marzo de 2020 con el entonces presidente Trump, en la que Bancel le dijo que Moderna podría tener una vacuna lista en cuestión de meses, la suerte de Moderna cambió.

El 15 de mayo, Trump anunció la creación de la Operación Warp Speed para lanzar una vacuna contra la Covid-19 en diciembre. El jefe del grupo presidencial era un veterano de 30 años de I+D de la gran farmacéutica británica GSK, Moncef Slaoui. En 2017, Slaoui había dimitido de GSK y se había incorporado al consejo de administración de nada menos que Moderna. Bajo la Warp Speed de Slaoui, se lanzaron unos 22.000 millones de dólares del dinero de los contribuyentes estadounidenses a diferentes fabricantes de vacunas. Moderna fue uno de los principales receptores, un conflicto de intereses descarado que a nadie pareció importar. Slaoui canalizó unos 2.000 millones de dólares de fondos gubernamentales a su vieja empresa, Moderna, para desarrollar la vacuna Covid de ARNm. Sólo ante las críticas públicas, Slaoui vendió sus acciones de Moderna, obteniendo beneficios millonarios por el papel de esta como candidata principal a la vacuna Covid. Poco después de dimitir al final de la presidencia de Trump, Slaoui fue despedido por su antigua empresa GSK de una filial de la compañía tras las acusaciones de acoso sexual a una empleada.

En febrero de 2020, el secretario de Salud y Servicios Humanos de Trump, Alex Azar, invocó la Ley de Preparación Pública y de Emergencia (PREP) para eximir a Moderna, Pfizer, J&J y a cualquier futuro fabricante de Covid de toda responsabilidad derivada de los daños o muertes causados por sus vacunas contra el coronavirus de Wuhan. La protección legal dura hasta 2024. Si las vacunas son tan buenas y seguras, ¿por qué es necesaria esta medida? Azar fue exdirector del gigante farmacéutico estadounidense Eli Lilly. Hay algunas preguntas serias que deben ser planteadas abiertamente con respecto a los fabricantes de vacunas que ahora están impulsando formulaciones experimentales altamente controvertidas editadas genéticamente en experimentos humanos.
Sobre el autor

F. William Engdahl es consultor de riesgos estratégicos y conferenciante, licenciado en políticas por la Universidad de Princeton y autor de best-sellers sobre petróleo y geopolítica, en exclusiva para la revista online "New Eastern Outlook".