Traducido por el equipo de SOTT.net

Una antigua bala de plomo "firmada" por Julio César y hallada recientemente en un campo agrícola español nos permite enriquecer nuestro conocimiento del complejo tablero de ajedrez de las alianzas municipales durante la guerra civil que supuestamente protagonizó el general que había sometido la Galia.
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El proyectil ( en la imagen ) tiene forma de bellota, con extremos puntiagudos. Mide 4,5 centímetros de largo, 2 centímetros de ancho y 1,7 centímetros de alto. Pesa 71,1 gramos. Y lleva dos inscripciones, en relieve.

El hallazgo y estudio de la bala fueron presentados durante una rueda de prensa celebrada en las últimas horas por el ayuntamiento de Baena, en Andalucía. ¿Por qué Baena? Porque en la bala aparecen dos inscripciones: Cesare - CAES (ar), en la inscripción - e Ipsca - IPSCA, en la inscripción -, una ciudad romana que se alzaba en el límite de lo que hoy es el territorio de Baena.

La bellota de plomo se encontró a 19 kilómetros de Baena, en la campiña de Montilla, un municipio español de unos 23 mil habitantes, situado en la comunidad autónoma de Andalucía. La localidad se encuentra a una altitud media de 372 metros sobre el nivel del mar y a 49 kilómetros de Córdoba. En sus campañas tuvo lugar probablemente el terrible enfrentamiento final de la guerra civil, la batalla de Munda, que trajo aquí a Julio César contra los hijos de Pompeyo, en el año 45 a.C.

Las fuerzas militares municipales también participaron en esta gran batalla, tomando partido por uno u otro bando. La bala encontrada lleva -asociado- el nombre de Ipsca, precisamente- y el -abreviado- de Julio César. El plomo ha rasgado ahora un velo, abriendo el escenario a nuevos descubrimientos, al conocimiento de nuevas alianzas, reforzando la hipótesis relativa al lugar donde tuvo lugar el enfrentamiento final entre César y los hijos de Pompeyo, en aquella fatídica primavera del 45 a.C. El hallazgo abre también un debate sobre las raíces más antiguas del término mecenazgo, es decir, financiación y ayuda para la unidad de propósitos, apoyo de un tercero para la autopromoción. En última instancia, la bellota de plomo representa todo esto.

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El descubrimiento ha sido posible gracias al estudio en profundidad del proyectil realizado por Javier Moralejo y Jesúss Robles, de la Universidad Autónoma de Madrid, junto con Antonio Moreno, del Museo Arqueológico de Cabra, y José Antonio Morena, del Museo Histórico de Baena. Su trabajo se ha publicado ahora en la revista científica Zephyrus de la Universidad de Salamanca.

¿Balas de plomo? Sí, las utilizaban los honderos, tiradores con honda que lograban lanzamientos de gran precisión contra el enemigo. Un puñado de honderos permitía "ametrallar" a los adversarios. Los honderos -que estaban adscritos a la infantería- también actuaban como tiradores de precisión.

Los proyectiles utilizados por los antiguos romanos tienen forma bicónica y son similares a las plomadas de fondo utilizadas hoy en día en la pesca deportiva. Su forma aerodinámica y su equilibrio en el aire permitían que el proyectil recorriera distancias considerables con fuerza, llegara al blanco muy a menudo de frente y penetrara en el cuerpo del enemigo. Se fabricaban vertiendo plomo fundido en moldes de cerámica que llevaban el nombre de la legión por la que habrían sido utilizadas. Hay que subrayar que las operaciones de fabricación de las balas no eran especialmente complejas y que el plomo se funde a una temperatura relativamente baja, en torno a los 327 grados.

En el caso de la bala española, aparece el nombre de una ciudad española, Ipsca, asociado a la abreviatura del nombre de César. Esto significa que el municipio de Ipsca había hecho una elección precisa de bando, poniéndose abiertamente, durante la guerra civil, del lado del gran general contra Pompeyo Magno, Cneo y Sesto.

Ciertamente, Ipsca produjo municiones para César, sellando una alianza inquebrantable sobre el plomo. Fue un verdadero apadrinamiento, es decir, un fuerte reparto de la causa. Hipsca abrazó la causa de César. Y quiso subrayarlo públicamente, marcando la operación con su propio nombre, para que no hubiera dudas. Probablemente, el municipio también envió a sus propios hombres para reforzar al ejército cesariano en vista del enfrentamiento de Munda, cerca de la actual Montilla, territorio en el que se encontró el proyectil. Ipsca se encontraba -como hemos dicho- a unos veinte kilómetros de Munda y del lugar de la batalla. ¿Qué agradecimiento recibió entonces la ciudad por parte de César? No lo sabemos. Pero, sin duda, los dirigentes del asentamiento urbano tuvieron que ser recompensados de forma tangible.

La guerra civil romana de 49-45 a.C., que enfrentó a César y Pompeyo, se caracterizó por una serie de enfrentamientos tanto políticos como militares. Cayo Julio César y sus partidarios se enfrentaron a la facción tradicionalista y conservadora del Senado romano, conocida como los Optimates. Esta última estaba liderada por figuras prominentes como Gneo Pompeyo Magno, Marco Porcio Catón Uticensis y Quinto Cecilio Metelo Pío Escipión Nasica. A finales del 46 a.C. César se vio obligado a ir a España, donde los pompeyanos se habían reorganizado de nuevo bajo el mando de los supervivientes de la guerra de África, los dos hijos de Pompeyo, Gneo el Joven y Sexto, y Tito Labieno. Fue la más difícil y sangrienta de todas las campañas de la larga guerra civil, en la que la clemencia habitual dio paso a una crueldad brutal por ambas partes. La guerra terminó con la batalla de Munda, en abril del 45 a.C., en la que César se enfrentó por fin a sus adversarios en el campo de batalla y los derrotó irremediablemente. Fue, sin embargo, la más peligrosa de las batallas libradas por César, que llegó incluso a desesperar de la victoria y a pensar en suicidarse.

Ipsca, situada en el Cerro de la Aldea cerca de la finca Izcar, cerca de Baena, se encuentra a 9 km al sur en línea recta de Torreparedones, otra ciudad romana de la que quedan importantes vestigios. Torreparedones también estuvo del lado de César. La información detallada sobre las actividades bélicas se obtiene principalmente del Bellum Hispaniense, que revela que la campaña cordobesa fue escenario de intensas batallas, en las que participaron ciudades como Ategua, Ucubi, Ulia, Soricaria y muchas otras.

La importancia del descubrimiento de la bala de plomo radica en que aporta detalles adicionales no presentes en las fuentes antiguas, como el Bellum Hispaniense. Ipsca, hasta ahora ausente de este libro de historia, emerge como una ciudad que apoyó activamente a Julio César durante la guerra, junto con otras ciudades como Obulco (Porcuna) o Ulia (Montemayor), contribuyendo no sólo con munición sino quizá también con el envío de contingentes militares. De este modo, la arqueología sigue aportando información crucial que enriquece nuestra comprensión del pasado y de la complejidad de las alianzas y conflictos antiguos.