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Todo es animal y salvaje en la violación de las turistas francesas en Salta. El paisaje es agreste, pedregoso; con árboles añosos. Las mujeres se le atreven al cerro; los varones merodean. La violación es instintiva, torpe, inmediata, sin precauciones, a lo tonto. Después, el miedo y los balazos, y el robo y el regalo a la novia de lo robado.

Todo es cruel y estúpido. No está el brillo de la inteligencia, sí la opacidad del atropello de la urgencia genital. Puede que el ataque en patota a las jóvenes francesas haya estado regado con alcohol, pero el alcohol no justifica, sólo desinhibe, libera lo que está previo en la mente, no encontraremos una respuesta con este factor.

Uno de los varones alertó de la presencia de las mujeres en el terreno desamparado y encendió el deseo en los otros, la imaginación y la compañía los envalentonó... y atacaron, y se saciaron. La euforia de poseer a mujeres que jamás podrían conseguir de otra manera les duró un rato más, hasta robarles también las pertenencias, el otro botín.

Si hubiera quedado en este momento la historia, sería brutal pero simple; pero no, alguien decidió no pagar por lo que hizo y la historia tomó el giro oscuro de lo psicopático, de la voracidad y la desmesura.

De ahí la carabina, el revólver y la muerte. Dentro del grupo de atacantes había un psicópata, con una mente primitiva y tosca, pero psicópata al fin; fue el que cosificó a las mujeres para que sean objeto de satisfacción sexual, el que impulsó a los otros y el que los convenció de matarlas.

Los otros embriagados de sensaciones lo siguieron, como la horda sigue a un jefe depredador, sin pensar, sin luces, a pura acción. Guiados por la persuasión de que todo es posible, si lo dice el psicópata, se animaron en grupo a hacer lo que nunca harían como individuos.

El psicópata los ilusionó que eran poderosos e impunes, que podían dejar de lado todo lo culturalmente aprendido para disfrutar ese retazo de tiempo visceral y ciego.

Y así quedó la quebrada de San Lorenzo, regada por los cuerpos de estos dos seres que vinieron de Francia para alejarse de las abstracciones de la sociología y la investigación y regodearse con el paisaje concreto y vegetal de una Salta final.

El autor es médico psiquiatra especialista en psicopatía, docente de la UBA.