Amnistía Internacional ha llevado a cabo una investigación sobre la situación de los yihadistas detenidos en el norte de Siria. La secretaria general del organismo, Agnès Callamard, asegura que los kurdos son responsables de "crímenes de guerra" contra los miles de prisioneros.
En un informe "Injusticia, tortura y muertes bajo detención en el noreste de Siria" publicado el 17 de abril, Amnistía Internacional denuncia abusos generalizados cometidos en una treintena de centros de detención, así como en campos donde los kurdos recluyen a 56.000 personas, entre ellas mujeres y niños, en su mayoría procedentes de Irak y Siria.
Se sospecha que pertenecieron al Califato Islámico y malviven en las cárceles de Siria en condiciones indignas bajo la vigilancia de las fuerzas kurdas.
Según Amnistía Internacional los kurdos no son pacificadores, ni mucho menos. Alrededor de 56.000 personas han sido detenidas arbitrariamente en Siria por las "Unidades de Defensa del Pueblo" kurdas durante cinco años. La mayoría fueron encarcelados después de la Batalla de Baghouz de 2019, que marcó el fin del Califato Islámico.
Algunos de los presos padecen condiciones de reclusión inhumanas, actos de tortura e incluso asesinatos. Algunos de ellos, en realidad, no son miembros del Califato Islámico, sino que, por el contrario, son víctimas de los yihadistas, detenidos al mismo tiempo que ellos. La gran mayoría de los detenidos son niños (30.000) y mujeres (14.500).
Amnistía Internacional denuncia la responsabilidad de Estados Unidos en este sistema de detención que ayudó a crear, que financia y que sigue supervisando.
Comentario: Lo que el infame Wray no menciona es que muchos de esos acusados criminales no han recibido el debido proceso "como parte de nuestro sistema legal" y que los acontecimientos del 6 de enero fueron diseñados por los de su calaña precisamente para que el Estado Profundo pudiera infundir un efecto amedrentador sobre la disidencia política en Estados Unidos.
En cuanto a los "predichos" atentados terroristas, ya debería estar claro que, tanto si los urdió como si los facilitó el infame Wray, ya han sido incluidos en el cálculo de una agenda totalitaria.