MADRID (Sputnik) — Rusia ha sufrido un serio varapalo en los Balcanes. Montenegro, un país diminuto de apenas medio millón de habitantes, va a ingresar en la OTAN a finales de mayo en la cumbre de la organización atlantista.
El nuevo miembro
se une a un club político-militar que hace menos de 20 años bombardeó su territorio durante la guerra de Kosovo. Por desgracia, esta decisión no ha sido refrendada por el pueblo y
ha partido al país en dos.
© AFP 2017/ Dimitar Dilkoff
La aportación militar de Montenegro a la Alianza Atlántica será insignificante pues apenas tiene 2.000 militares en sus filas. Sólo superará a Luxemburgo, cuyo Ejército está formado por 900 efectivos.
Sin embargo, la ventaja estratégica será enorme. Con el mapa en la mano,
la resolución votada por la Asamblea de Montenegro va a generar más inestabilidad en el Viejo Continente porque está diseñada para provocar al Kremlin, quien habría preferido que los montenegrinos hubiesen optado por la neutralidad.
A partir de ahora los aliados pasarán a controlar toda la costa del mar Adriático, desde Eslovenia hasta Grecia, lo que
tendrá implicaciones muy serias para la seguridad en el Mediterráneo y el sur de Europa.
La OTAN
sumará a sus infraestructuras navales los codiciados puertos de Kotor, el principal de Montenegro, y el de Bar, dos bases que, por su privilegiada situación, podían ser utilizadas hasta ahora por los buques de guerra rusos para repostar combustible o realizar tareas de mantenimiento. Eso ya no será viable en un futuro próximo.
El objetivo de Washington es lograr la hegemonía absoluta en el Mediterráneo y arrinconar a la Flota Rusa en las aguas del Mar Negro, menguando así su capacidad táctica.
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