© Reuters/Philip Andrews
El Departamento de Policía de Albuquerque (APD) y otras agencias de seguridad expusieron una fuerza de tipo militar cuando reprimieron a manifestantes el 30 de marzo 2014.
Al grito de "Sin justicia no hay paz", los manifestantes protestaron por el asesinato a tiros -el 16 de marzo- de James Boyd, un hombre sin hogar con problemas de salud mental, y de más de una docena de otros hombres desde 2010, muchos de los cuales también sufrieron de enfermedades mentales.
A medida que la noche avanzó, la policía reaccionó frente a la Universidad de Nuevo México (UNM). Equipado con máscaras antigás, trajes blindados, porras y fusiles automáticos, desplegaron oficiales a caballo, un equipo SWAT y un par de vehículos blindados. Después de enfrentar a los manifestantes, la APD lanzó gases lacrimógenos que se filtraron en los dormitorios del campus.
El 30 de marzo no fue la primera vez que los policías locales rompieron por la fuerza una manifestación en gran medida pacífica. En octubre de 2011, la policía desmanteló la manifestación local de Occupy Wall Street, mientras que en marzo de 2003, policías de APD a caballo atacaron a los manifestantes contrarios a la guerra de Irak y dispararon gases lacrimógenos que llegaron desde un barrio de la UNM hasta los hogares.
Comentario: Al margen de la tibia y esteril cobertura de esta noticia por parte del diario ABC, no queremos perder oportunidad de remarcar la importancia de entender quiénes son (o qué son) estos sujetos que toman decisiones en nuestro nombre y para "nuestro bien" conocidos vulgarmente como "gobernantes".
Sólo un auténtico psicópata puede pronunciar semejante sentencia. Sólo un sujeto con una carencia total de conciencia moral, de remordimientos y de empatía, puede pensar de este modo, y manifestar tal desprecio por la vida humana.
El modo de pensar de semejantes monstruos lamentablemente se propaga en la sociedad haciéndose eco en sujetos permeables al
odio destilado. Este proceso es conocido como proceso ponerogénico y merece toda nuestra atención para no caer bajo su influjo. A veces estos sujetos saben exponer sus ideas de un modo elegante, bajo cierto marco lógico, y sustentándose en paramoralismos que a los ojos ingenuos o a quienes están bajo el efecto narcótico de sus sesgos y creencias, les resuenan como "ideales superiores", casi divinos.
No quitarle los ojos de encima a estos agentes patológicos que infectan a la humanidad y esforzarse por comprender las dinámicas subyacentes a su accionar, es la mejor forma de mantener activo y vigoroso el sistema inmunológico de las sociedades.
Recomendamos un repaso al artículo Reflexiones sobre Ponerología Política y por supuesto la lectura de "La ponerología política" de Andrzej Lobaczewski, la obra que bien podría ser la MÁS importante que jamás haya leído.
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