(España) -
Lunes 21 de noviembre. El reloj marcaba la una de la tarde cuando Rita Barberá entraba por la puerta acristalada del hotel Villa Real acompañada de su sobrina. Era la decimoséptima vez que se hospedaba en este establecimiento madrileño de cinco estrellas. Tenía el rostro demacrado. La mirada abatida. Había salido exhausta de su declaración ante el fiscal Conde-Pumpido.
Esperó durante unos minutos en uno de los sofás de su reluciente
lobby. Un espacio decorado con esculturas decapitadas y mosaicos romanos. Su sobrina había subido a su habitación a recoger su maleta porque tenía que regresar a Valencia.
Dejaba a su tía sola en la capital. La joven, de cabello rubio, se acercó a recepción para pagar su propia cuenta y un empleado le comentó que ya se lo cargarían a "la señora Rita". Ésta siempre había sido muy generosa con sus más allegados y no tenía problemas en tirar de su VISA, la tarjeta con la que efectuaba todos sus pagos.
Tía y sobrina se fueron a comer a un restaurante aledaño y se despidieron en la puerta de un taxi que no estaba pilotado por
Paco, el conductor de confianza de Barberá en la ciudad del Turia. El primero que depositaría un ramo de flores en el portal de su casa dos días después.
Comentario: Parece una película mafiosa de serie B todo lo relacionado con la Gürtel,
los ochos muertos (entre los que se incluye Rita), las cartas amenazadoras con balas, los SMS de Rita... sin duda un fiel reflejo de la lamentable clase política que gobierna en España.
Comentario: Parece una película mafiosa de serie B todo lo relacionado con la Gürtel, los ochos muertos (entre los que se incluye Rita), las cartas amenazadoras con balas, los SMS de Rita... sin duda un fiel reflejo de la lamentable clase política que gobierna en España.