Ramalá. Acababa yo de visitar la tumba del viejo guerrero cuando, a menos de 50 metros de la plaza Manara, donde los leones de concreto de Ramalá están posados con las fauces abiertas de aburrimiento, apareció Yasser Arafat en persona. Caminando, vivo, respirando: el rostro de Arafat - lo más parecido posible, menos la horrible barba rala - , su chaqueta verde de batalla, el famoso pañuelo keffiye doblado para semejar el mapa de la Palestina original sobre la cabeza y el hombro derecho.

El falso Arafat - en la vida real, un hombre de negocios de Hebrón llamado Salem Smerat - me tendió la mano, y tengo que reconocer que tuve la misma sensación blanda y húmeda que dejaba la del "presidente de Palestina" fallecido hace siete años, décadas después de la primera vez que me reuní con él en Líbano.
"Seremos una democracia entre las armas", me dijo una vez. Y sí, dijo que amaba a la ONU.
Comentario: Si a usted le interesa su salud le recomendamos que haga caso omiso de declaraciones engañosas y de la manipulación mediática que hacen fundaciones como ANTAMA, y se tome una hora y media de su tiempo para ver el documental "El mundo según Monsanto". Luego podrá investigar un poco más por su cuenta, y si aún entonces está dispuesto a aceptar la amarga verdad, juzgar por usted mismo si cubrir el planeta de cultivos transgénicos es tan bueno como dicen...