Muchos comerciantes que sufrieron robos creen que la situación se repetirá, debido al desempleo y la recesión.
Unos globos negros flotan en el baldío de la ex House of Reeves, la centenaria mueblería de Croydon. Se mezclan con otros, blancos y rojos, en una muestra de luto y renacimiento, tragedia y esperanza. Un año atrás, las llamas de la insurrección social devoraron este símbolo del suburbio del sur de Londres y, con él, una historia familiar instalada en Reeves Corner desde 1867. Doce meses después y en el primer aniversario de la revuelta británica, los Reeves están de pie, con ayuda de sus vecinos y de miles de anónimas donaciones que les permitieron reconstruirse para seguir vendiendo sofás y camas, como sus antepasados, frente al viejo edificio derruido pero en su propia esquina.
Ellos son las dos caras de esta tragedia social y hoy celebran. "Esto era como los
Blitz alemanes de la segunda guerra mundial sobre Londres. Nunca lo podré olvidar. Fue el peor día de mi vida. Prendí la televisión y ahí estaba nuestro negocio, ardiendo", recordó Mauricio Reeves, el gran patrón.
Después del horror, algo inesperado sucedió. "Pensé en mis abuelos, en mi padre, en mis tíos que comenzaron esta epopeya como rematadores y negociantes de madera y cobre", siguió contando. "Creí que estaba todo perdido. Hasta que comenzaron a llegar flores, cheques, tortas, cartas de solidaridad de gente que jamás ví en mi vida. Fue maravilloso. El seguro pagó y con las donaciones pudimos reconstruirnos".
Si los Reeves fueron la imagen global de la ola de violencia y saqueos en Londres que se repitió en otras ciudades del reino y son un modelo de resurrección solidaria, no todos tuvieron la misma suerte. Muchos de sus vecinos aún esperan que los seguros les paguen o el gobierno los compense.