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Cientos de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, que son más fáciles de explotar, comienzan a organizarse en sindicatos para garantizarse un salario mínimo y un pago por enfermedad y vacaciones.
Los inmigrantes reivindican, como todos los trabajadores en Estados Unidos, su derecho a gozar de las prestaciones mínimas legales y de un salario que, en Nueva York, no puede ser menor de 7,25 dólares la hora y de 10,88, en caso de tiempo extra.
Jesús Nájera, un inmigrante hondureño residente en el condado de Brooklyn, en Nueva York, que trabaja en un supermercado, al instar a los patrones a que respeten los derechos de los inmigrantes, ha indicado que se siente contento después de casi un año de estar sindicalizado.