Traducido por el equipo de SOTT.net
Algunos ven a Dios en la Máquina. Yo no puedo evitar ver a un Diablo mirándome lascivamente. Se podría decir que es una manía personal, pero es el deber de todo escritor transferir neurosis a un público cautivo. Así que quédense conmigo.
Durante los últimos tres años, mi cobertura tecnológica ha sido una elaboración del incisivo libro de David Noble de 1997
La Religión de la Tecnología. Todo lo que he aportado ha sido una mera actualización de su idea central -que la tecnología es religiosa- que el propio Noble debía a siglos de pensadores anteriores. Sin embargo, con gran atención al detalle, documentó las pruebas históricas, tejiendo una historia increíble. Mi trabajo consiste en añadir adjetivos lúgubres y comentarios socarrones.
Este principio espiritual innato es tan evidente que uno pensaría que no hay razón para mencionarlo, pero merece la pena repetirlo. La tecnología surgió de la cultura religiosa, por lo que, naturalmente, nuestras ideas sobre la tecnología son esencialmente religiosas. Al final, la propia tecnología se ha convertido en fuente de autoridad religiosa y objeto de devoción religiosa.
Un ejemplo reciente es la
imagen de Jesús generada por inteligencia artificial y superpuesta al Santo Sudario de Turín. Durante muchos siglos, los católicos veneraron este objeto sagrado según su fe. Hoy, lo miran a través de una lente
tecno-gnóstica invertida.
Incluso los ateos no pueden evitar ver el mundo con un aura religiosa. Abandonados a su suerte, buscan desesperadamente lo divino. Creo que se debe a un anhelo eterno dentro de nuestras almas. Probablemente dirían que así es como estamos cableados los humanos.
Lo que sea. Tú dices «toe-MAY-toe». Yo digo «ángeles y demonios».
A riesgo de simplificar demasiado, permítanme exponer cuatro formas en que el espíritu humano responde a la alta tecnología: 1) el creyente devoto que se aferra al tecno-optimismo; 2) la contraparte atea tecno-optimista; 3) el ateo pesimista que rechaza la tecnología; y por último, 4) el creyente devoto que ve al Diablo en la Máquina.
Ya traté estos puntos de vista en un
artículo anterior, aunque desde un ángulo diferente. Este panorama religioso también se aborda en mi libro, a menudo dentro de rimas y acertijos. Sin embargo, dado que uno o dos de ustedes aún no han leído
Dark Aeon, debería sentar aquí unas bases sólidas. Será útil en el futuro.
© William Blake - Urizen (1794)
Los
devotos tecno-optimistas ven la Mente de Dios creando tecnología por medio de manos humanas. Ciudades, barcos de vapor, armas, televisores, antibióticos, bombas atómicas, redes de vigilancia planetaria... todo ello se construye según la voluntad divina. Por tanto, nuestras herramientas son esencialmente buenas, aunque algunas personas puedan utilizarlas con fines perversos. «La tecnología es neutral», oímos una y otra vez. No está claro si eso incluye los dispositivos de tortura.
El contratista de inteligencia y multimillonario políticamente incorrecto Peter Thiel expresó esta opinión en su ensayo «
Contra el edenismo». Sostenía que la humanidad, atada a la historia, no puede volver al Jardín prístino. Nuestra tarea consiste más bien en construir una aproximación a la Ciudad del Cielo. «El optimismo judeo-occidental difiere del optimismo ateo de la Ilustración en el grado extremo en que cree que las fuerzas del caos y la naturaleza pueden ser y serán dominadas», escribió Thiel. «La tiranía del Azar dará paso a la providencia de Dios».
Comentario: Aquí la quinta parte: