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Según el canciller venezolano, Elías Jaua, a algunos presidentes de Europa se les debería recordar la historia de la emancipación de América tras el vejatorio tratamiento dispensado esta semana al presidente boliviano, Evo Morales.

Efectivamente, a esos presidentes habría que refrescarles la memoria acerca del hecho de que nuestros pueblos una vez corrieron de nuestra Abya Yala a sus antepasados "a fuerza de coraje de libertad y de conciencia". Sin embargo, también es cierto que esos mismos presidentes a menudo tienen serios problemas para recordar su propia historia reciente.

Por ejemplo, al presidente español Mariano Rajoy le convendría leer el excelente libro de Alfredo Grimaldos titulado "La CIA en España", que relata como la Central de Inteligencia Americana desplegó sus talentos de "diplomacia encubierta" (es decir, de espionaje) para impedir que la muerte del dictador fascista Francisco Franco resultase en una revolución.

Esa obra relata cómo la CIA maniobró defendiendo al dictador español y ex-aliado de los nazis cuando estaba en vida a cambio de su "cooperación" para el funcionamiento de las bases de la OTAN en Rota. También relata acerca de la frenética actividad desplegada por la Agencia de Inteligencia Americana para infiltrar todo el espectro político, con el fin de garantizar una sucesión alineada con la Alianza Atlántica, llegando incluso a apoyar un golpe de estado el 23 de febrero de 1981.

Son conocimientos importantes, porque tienen que ver con un presente que incluye, por ejemplo, las huellas frescas de los más de 100 vuelos ilegales de la CIA en territorio español para transladar prisioneros a cárceles secretas durante la era Bush. Y es que los Estados Unidos operan con total impunidad e inmunidad en España, donde tienen por lo menos unas 13 bases militares operando prácticamente sin control alguno.

Por eso es que causa risa la actitud torpe y soberbia con la que el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, aseguró hoy en una entrevista en Televisión Española que "no tiene que pedir ninguna disculpa a Bolivia" y que fueron informados, por una "fuente secreta", de que el ex colaborador de la CIA Edward Snowden viajaba en el avión del presidente boliviano.

El diputado español de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, pidió explicaciones al ministro, del que dijo que 'está quedando como mentiroso' en el caso Snowden. Dijo que "yo creo que un gobierno de una colonia no lo puede hacer peor".

Es que Margallo afirma que el canciller boliviano David Choquehuanca, varado con su presidente en Viena, le prometió que permitiría que el embajador español en Austria revisara el avión presidencial boliviano, para comprobar la ausencia de Snowden a bordo del mismo, y así obtener la mediación española con el fin de que Italia, Francia y Portugal abriesen su espacio aéreo al mandatario sudamericano.

"Me llamó para que intentase mediar con Francia e Italia para que abriesen el espacio aéreo. Yo le dije; necesito una garantía escrita, cosa que me envió y agradecí. Y él me dijo: si es necesario, estamos dispuestos a que se registre el avión. Pues yo te mando al embajador y hacéis lo que queráis, le contesté", dijo Margallo en la entrevista.

Según denuncian las autoridades bolivianas, el embajador español en Austria, intentó inspeccionar el avión del presidente Evo Morales, con la excusa de tomar un café dentro - algo a lo que el propio Morales se negó rotundamente.

Margallo miente de la manera más burda, porque ningún presidente digno de nación alguna, muchísimo menos uno como Evo Morales, permitiría que alguien revisase su avión presidencial que, al igual que una embajada, es parte del territorio de su propio país. Antes cortarse una mano que cometer un acto que sería repudiado por su propio pueblo.

Más aún, Snowden podría haber estado a bordo de la aeronave, y nadie tendría el derecho de revisarla y ni siquiera tendría el derecho de restringir su tránsito, ya que el estadounidense habría entrado inmediatamente bajo la protección del Estado ecuatoriano.

Recordemos que sobre Snowden no pesa ninguna orden internacional de captura, no ha sido condenado por el Tribunal Penal Internacional por delitos contra la humanidad, y que el presidente Evo Morales, lejos de ser visto como un presidente forajido, es un jefe de Estado y representa a un gobierno que goza de amplio respeto entre la comunidad internacional, tal y como lo prueba el respaldo mundial que ha recibido Bolivia.

Este viernes, un cable de la agencia ABI informa del rechazo del "Grupo de los 77", conformado por al menos 130 países, y del Movimiento de los Países No Alineados, a los actos "injustificados e inamistosos" de los países europeos contra la seguridad del presidente Evo Morales. Los gobiernos firmantes pidieron explicaciones a Francia, España, Italia y Portugal por el atentado contra la seguridad de Morales.

Es difícil creer que España, al confabular directamente para poner en peligro la vida del mandatario boliviano y su comitiva lo hizo sin pensar en el precio internacional que debería pagar. La condena de parte de una sólida mayoría de la Comunidad Internacional es apenas el primer efecto de la torpe maniobra, porque seguramente seguirán más medidas de tipo comercial, político o diplomático de parte de los países latinoamericanos, en especial del ALBA y de la UNASUR.

Es obvio que el gobierno español no participó en esta agresión gratuita contra Bolivia por intereses nacionales, ya que afectó sus relaciones con una gran cantidad de países: O recibió "presiones irresistibles" de parte de la potencia imperial, o el gobierno de Rajoy fue un mero títere de las manipulaciones de la misma red de espionaje a todos los niveles en España, o tal vez hubo un poco de ambas cosas.