Imagen
© Desconocido
En Italia, como en otros países occidentales, la democracia es puro teatro. El parlamento italiano acaba de adoptar una resolución en la que se otorga un periodo de reflexión sobre la puesta en marcha de la cadena de fabricación del F-35, el avión de guerra más caro de la historia. En realidad, observa Manlio Dinucci, la cadena ya está en funcionamiento.

El Parlamento, según nos dicen, es soberano. Así que el Parlamento italiano ha decidido también sobre el F-35. La moción bipartidista aprobada por la Cámara el 26 de mayo «compromete el gobierno, en lo tocante al F-35, a no proceder a ninguna fase de adquisición ulterior sin que el Parlamento se haya expresado sobre ese tema, en el sentido del artículo 4 de la ley del 31 de diciembre de 2012, n° 244». La misma fórmula fue utilizada en la moción que aprobó el Senado el 16 de julio.

Estamos, por lo tanto, en espera de que el Parlamento se pronuncie sobre el tema. Mientras tanto, quien ya se expresó fue la firma Northrop Grumann, uno de los principales constructores del programa estadounidense del F-35, dirigido por Lockheed Martin. En un comunicado divulgado ayer, la firma anuncia que «entregó el 12 de julio, a la instalación Faco de Cameri (región de Novara, Piamonte), la parte central del fuselaje del primer F-35 Lightning II de Italia». Esa «entrega específica», subraya Northrop Grumann, «permite el primer ensamblaje de un F-35 en la instalación Faco». [La firma estadounidense] precisa después que lo que acaba de entregar es «la primera de las 90 partes centrales del fuselaje que serán suministradas a la instalación Faco para ensamblar los aviones italianos». Northrop Grumann, al igual que Lockheed Martin, no tiene por lo tanto la menor duda de que Italia comprará 90 F-35. O incluso más, como ya dio a entender el ministro Mario Mauro.

O sea, 4 días antes de que el Senado, confirmando lo que ya había decidido la Cámara el 26 de mayo, comprometiera al gobierno a «no proceder a ninguna fase de adquisición ulterior» del F-35, la cadena de montaje de la instalación de Cameri entró en funcionamiento para producir el primer avión de combate de la serie. Esto permite entender por qué la inauguración oficial, prevista para el 18 de julio, se pospuso para «una fecha ulterior». Si hubiese tenido lugar el 18 de julio, con la participación del general estadounidense Bogdan (responsable del Pentágono a cargo del programa F-35), se habría descubierto entonces lo que ahora se supo a través del comunicado de Northrop Grumann, o sea que, a pesar de lo decidido en el Parlamento italiano, ya comenzó la producción de los F-35 que Italia va a comprar mediante un desembolso (en fondos públicos) de casi 15 000 millones de euros.

La instalación Faco de Cameri, con 20 edificios y una extensión de medio millón de metros cuadrados, costó (también en fondos públicos) unos 800 millones de euros. De instalación destinada al ensamblaje y las pruebas de los aviones de combates después pasará a ser un centro de mantenimiento, reparación y modificación (lo cual exigirá un nuevo desembolso de fondos públicos). Pero esa instalación es sólo una parte de la red del F-35 que implica más de 20 industrias en Italia: Alenia Aeronautica, Galileo Avionica, Datamat y Otomelara de Finmeccanica así como otras más entre las que se encuentra Piaggio. Todas funciona como departamentos de la «gran fábrica» del F-35, bajo la dirección de Lockheed Martin, que proporciona a cada industria únicamente la tecnología de las partes del avión esa industria debe ensamblar o producir.

La participación de Italia en el programa F-35 es presentada como un gran negocio. Pero no nos dicen cuánto van a costar los pocos empleos creados en esa industria de la guerra. No nos dicen que, mientras que los miles de millones correspondientes a los contratos del F-35 van a las cajas fuertes de las empresas privadas, los que habrá que pagar por la adquisición de los aviones de combate saldrán de los fondos públicos.

Y lo más importante es que tampoco nos dicen que ese programa fortalece en Italia el poder del complejo militaro-industrial. Lo cual está confirmado por el hecho que es Northrop Grunmann quien nos dice lo que tendría que habernos dicho el gobierno.