Recordando la destrucción del cuartel de los marines en Beirut, 1983

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© desconocidoAnn Wright es una excoronel del Ejército de los Estados Unidos y funcionaria ya retirada del Departamento de Estado, conocida por su abierta oposición a la guerra de irak.
Son las 4 de la mañana y no puedo dormir, al igual que hace 10 años cuando el Presidente Bush decía al mundo que Sadam Hussein disponía de un arsenal de armas de destrucción masiva y que los Estados Unidos debían invadir Irak para librar a la humanidad de estas armas. Yo no creí al Presidente Bush en aquellos circunstancias y renuncié a mi cargo como diplomático de Estados Unidos.

Ahora, una década más tarde, el Presidente Obama dice al mundo que el uso de armas químicas en Siria por el Gobierno de Assad debe ser respondido con otro tipo de armas, a pesar de que las conclusiones de los inspectores de la ONU todavía no han sido publicadas, igual que el Gobierno de Bush se negó a esperar los resultados del Informe de los inspectores de la ONU que estuvieron buscando las armas de destrucción masiva en Irak.

El Secretario de Estado John Kerry declaró que los inspectores de la ONU "no nos pueden decir nada que ya no sepamos". El Presidente Obama dice que cualquier ataque de Estados Unidos contra el Gobierno de Assad será de castigo, no para cambiar el Régimen. El ataque será limitado, pero que eso se lo digan a los civiles, que inevitablemente sufren las consecuencias cuando se llevan a cabo ataques militares.

El Presidente Bush y sus asesores o bien no sabían o no sentían ningún tipo de preocupación por las posibles consecuencias de su decisión de invadir y ocupar Irak:

* Cientos de miles de iraquíes y más de 4000 estadounidenses muertos

* Miles de iraquíes y estadounidenses con graves secuelas físicas y psicológicas

* Legiones de jóvenes de la región con experiencia en la guerra ahora se han desplazado de Irak a Libia y Siria

* El Gobierno democrático de Irak no puede controlar la ola de violencia que se ha desatado, acabando con la vida de cientos de personas todas las semanas.

(Aunque los Estados Unidos invadieron y ocuparon Afganistán bajo un pretexto distinto, también quiero recordar a todos los ciudadanos afganos que han sido asesinados o han resultado heridos en la guerra emprendida por los Estados Unidos en Afganistán).

El Presidente Obama no ha explicado las posibles consecuencias de un ataque militar contra Siria, pero las autoridades militares estadounidenses están advirtiendo de los riesgos. En una carta al Comité de Servicios Armados del Senado, el Presidente del Estado Mayor Conjunto, el General Martin Dempsey, escribió el mes pasado: "Cuando sopesamos nuestras opciones debemos estar seguros de que el uso de la fuerza va a suponer la obtención de los avances deseados. Una vez que se entra en acción hay que estar preparados para las posteriores consecuencias. Otras implicaciones más profundas son difíciles de prever".

El General James Mattis, quien se retiró recientemente como Jefe del Comando Central de los Estados Unidos, dijo el mes pasado en una conferencia de seguridad que los Estados Unidos no "tienen la obligación moral de hacer lo imposible" en Siria. "Si los estadounidenses deciden emprender esta guerra, va a ser una guerra muy seria".

Las posibles consecuencias de un ataque militar estadounidense contra Siria

Mientras los buques de guerra de los Estados Unidos se asientan frente a las costas del Líbano para lanzas misiles de crucero Tomahawk contra objetivos en Siria, podemos lanzar algunas conjeturas de las posibles consecuencias no deseadas de esta guerra:

* Las baterías antiaéreas sirias pueden disparar sus cohetes contra los misiles lanzados por los estadounidenses.

* Gran cantidad de sirios morirán y tanto los Estados Unidos como el Gobierno de Siria dirán que las muertes son culpa del otro.

* La embajada de Estados Unidos en Damasco será atacada y quemada, y quizás otras embajadas y empresas estadounidenses de Oriente Medio.

* Siria también podría lanzar cohetes contra el aliado estadounidense en la región, Israel.

* Israel lanzaría bombardeos contra Siria, como lo ha hecho en tres ocasiones en los últimos dos años, y tal vez tenga la oportunidad de lanzar un ataque contra el aliado más fuerte de Siria en la región, Irán.

* Irán es un país con una población de 80 millones de personas y tiene el ejército más grande de la región, pero podría tomar represalias contra Israel y las bases estadounidenses en Afganistán, Turquía, Barhein y Qatar.

* Irán podría bloquear el estrecho de Ormuz e impedir el transporte de petróleo fuera del Golfo Pérsico.

Hace 30 años, los Estados Unidos bombardeó el Líbano con sus buques de guerra y el cuartel de los Marines estadounidenses fue destruido en represalia

En estos momentos de crisis, vale la pena recordar lo que ocurrió hace 30 años, en octubre de 1983, cuando los Estados Unidos bombardeó el Líbano, un país limítrofe con Siria. A las pocas semanas, el cuartel de los Marines estadounidenses en Beirut fue destruido por un camión cargado de bombas, matando a 241 soldados estadounidenses: 220 infantes de marina, 18 marineros y 3 soldados. El conductor suicida era un ciudadano iraní llamado Ismail Ascari, y el camión contenía explosivos por un equivalente a 21.000 libras de TNT. Dos minutos más tarde, un segundo atacante condujo otro camión cargado de explosivos al recinto militar francés en Beirut, matando a 58 paracaidistas franceses. Francia es el único país que se coloca en la estela de la Administración de Obama para atacar Siria.

El 18 de abril de 1983, la Embajada de los Estados Unidos en Beirut fue atacada por otro conductor suicida con un camión cargado con 900 kilos de explosivos, matando a 63 personas, 17 de las cuales eran estadounidenses, la mayoría personal de la Embajada de los Estados Unidos y 12 visitantes. Ha sido el ataque más mortífero contra una misión diplomática estadounidense hasta el momento, y marcó el inicio de los ataques contra los Estados Unidos por parte de grupos islamistas.

Los militares estadounidenses y franceses se encontraban en el Líbano como parte de una fuerza multinacional después de que la OLP saliera del Líbano tras la invasión israelí de 1982, con el pretexto de crear una zona de seguridad de 40 kilómetros entre la OLP y la fuerzas sirias en el Líbano e Israel. La invasión israelí se realizó con el visto bueno de los Estados Unidos, proporcionando ayuda militar a Israel en forma de armas y material.

El Coronel Timothy J. Geraghty, Comandante de la 24ª Unidad Anfibia de la Marina de los Estados Unidos (MAU), como fuerzas de paz desplegadas en Beirut dijo que el ataque contra los cuarteles estadounidense y francés se produjo principalmente debido "a lo que éramos y representábamos... Hay que decir que los Estados Unidos proporcionó apoyo directo con el bombardeo desde los barcos ( con un total de 360 tandas entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde) al ejército libanés que se encontraba en un pueblo de montaña llamado Suq al-Garb el 19 de septiembre, y los franceses llevaron a cabo un bombardeo el 23 de septiembre en el valle de Bekaa. Este apoyo estadounidense alejaba cualquier duda sobre nuestra falta de neutralidad, y ya presentía que íbamos a pagan en sangre esta decisión".

Algunas de las circunstancias ocurridas en el Líbano en 1983 y las de ahora, treinta años después, tienen connotaciones muy parecidas. Las Agencias de Inteligencia estadounidenses sabían de los posibles problemas, pero no informaron con suficiente tiempo antes de llevar a cabo aquellas acciones. El Presidente Obama ha dicho que los Estados Unidos han interceptado señales que indican que el Gobierno sirio está preparando un ataque, pero no advirtió al Gobierno sirio de que sabíamos lo que estaban preparando, y tampoco advirtió a los civiles de que un ataque químico era inminente.

Treinta años antes, el 26 de septiembre de 1983, "la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) interceptó un mensaje diplomático iraní enviado por la Agencia de Inteligencia de Irán a su embajador Ali Akbar Mohtashemi, en Damasco: tomar medidas urgentes contra los infantes de marina estadounidenses". El contenido de ese mensaje interceptado no fue comunicado a los infantes de marino hasta un mes después, tres días después del atentado".

Geraghty escribió 30 años después: "Los ataques suicidas fueron coordinados, planificados, organizados y financiados por Irán y por Siria, usando la influencia de los chiítas, logrando su objetivo estratégico: la retirada de la fuerza multinacional del Líbano y un cambio muy importante en la política nacional de Estados Unidos... Aquellos ataques sincronizados mataron a 299 soldados estadounidenses y franceses, y decenas de ellos resultaron heridos. Aquella operación fue llevada a cabo por dos terroristas suicidas".

"¿Qué es lo que pretendemos lograr? ", dijo un alto oficial que abandonó la planificación operativa en Oriente Medio, una preocupación que dijo era compartida por otros cargos militares en activo. "No sé de qué se trata. Decimos que no lo hacemos para cambiar de Régimen. Si se trata de un castigo, hay otras formas de hacerlo". Este ex oficial de alto rango dijo que los que dando la voz de alarma por los riesgos que esta operación supone, "no están siendo escuchados..."

Carta de ex cargos del Gobierno de los Estados Unidos instan al Presidente del Estado Mayor Conjunto, General Dempsey, a que no obedezca la orden ilegal de atacar Siria

Abogados de la Administración de Obama de los Departamentos de Justicia y de Estado están redactando los dictados legales que brindarían protección legal a cualquier acción del Presidente en Siria, y las responsabilidades constitucionales en que pudieran incurrir los mandos del Ejército.

El 31 de agosto de 2013, 13 ex cargos del Gobierno de los Estados Unidos, incluyendo a Dan Ellsberg, el analista de la CIA ya retirado Ray McGovern y militares ya retirados como el Coronel Larry Wilkerson, exjefe de personal del Secretario de Estado Collin Powell, escribieron una carta abierta dirigida al general Martin Dempsey, jefe del estado Mayor Conjunto, para pedirle que no aceptara una orden ilegal para atacar Siria.

"Nos dirigimos a lo por usted indicado en su carta del 19 de julio al senador Carl Levin sobre Siria, que una decisión de utilizar la fuerza no se puede tomar a la ligera. Es nada menos que un acto de guerra. Parece ser que el Presidente puede declarar una guerra sin la autorización del Congreso.

Como los miembros de la inteligencia y los militares han jurado solemnemente apoyar y defender la Constitución de los Estados Unidos, nos hacemos conscientes de que es un deber no obedecer una orden ilegal. Si tal orden se le diese, sería muy honroso por su parte no aceptarla, en lugar de convertirse en cómplice".