Cuatro años después del derrocamiento del régimen del coronel Gadafi y en la encrucijada que viven los grupos que se disputan el poder en el país, resulta inevitable hacer un recorrido por el legado panlibio que dibujó el coronel durante su mandato. Un mandato con sombras, pero también con luces.


Comentario: En esta ocasión (20 octubre 2016) recordamos los 5 años del asesinato del líder libio, Gaddafi.


mural gaddafi
© Desconocido
En el cruel juego de las siete diferencias del ante y el después, la más notoria es que los libios eran propietarios de su principal recurso económico: sus reservas energéticas -previstas para más de 80 años- y cuyos beneficios repercutían sobre la población.

Libia extraía cerca del 2% de la producción mundial de petróleo (1,6 millones de barriles por día) antes de la guerra. Hoy, los ingresos se han reducido a apenas 5.000 millones de dólares en los primeros seis meses de 2015. Una cifra ridícula comparada con los cerca de 50.000 millones de dólares que se obtuvieron en 2012.

En la actualidad, las reservas son competencia de la Compañía Nacional Libia de Petróleo (NOC), pero esta corporación depende de hasta 26 compañías petroleras extranjeras, incluidas la británica BP y la estadounidense ExxonMobil, así como Eni, OMV, Motor Oil Hellas, Hellenic Petroleum y Vitol para sacar adelante su producción.

En términos macroeconómicos y atendiendo al PIB, Libia ha perdido un 24,0% respecto al año anterior y la deuda externa se dispara. Y si lo medimos en renta per cápita, un indicador de la calidad de vida, en 2014 fue de 5.019 € euros, 3.086€ menos que en 2013.

En cuanto al Índice de Desarrollo Humano o IDH de Libia, que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país y que tiene en cuenta la esperanza de vida, conocimientos y nivel de vida digno, los datos apuntan que a pesar de ser uno de los más altos del continente africano, va perdiendo posiciones desde hace tres años.

El Estado del Bienestar en Libia

Unos recursos que permitían a los ciudadanos gozar de lo que en Occidente se considera Estado del Bienestar y que llegó a situar la esperanza de vida en los 78 años - en el Mozambique no llega a los 38-. Este estado del bienestar hizo gratuito el acceso a la educación, incluida la universitaria - tras el proceso de alfabetización en Libia hizo se pasó de un 20% a más de un 80% de población alfabetizada- y a la sanidad.

Así mismo, existía una cobertura social para los parados, que tenían reconocido el derecho a un subsidio y una garantía del Estado que de todo el mundo tuviera derecho a tener un techo donde cobijarse, un hogar.

Asimismo, los beneficios obtenidos por la venta de sus reservas de crudo permitían al Estado fijar unas tarifas eléctricas prácticamente testimoniales -casi gratuitas y que los intereses bancarios -del banco nacional- se acercarán al 0. Hoy, los costes de la electricidad se han disparado y se producen cortes en los suministros -la electricidad resulta imprescindible para extraer el agua de los pozos-, y se ha 'cortado el grifo' a los créditos personales.

Asimismo, para ayudar a las nuevas familias, los recién casados recibían 50.000 dólares del Estado para ayudarles a emprender su nueva vida.

Del mismo modo, Gadafi en 2007 impulsó la puerta en marcha del primer satélite de comunicaciones para África -corrió a cargo con una factura de 300 millones de dólares-. Su entrada en funcionamiento puso fin a un cuello de botella: las llamadas telefónicas en África en las más caras en el mundo, independientemente de que estas fuesen dentro del mismo país.

libia antes después intervención OTAN
Libia antes y después de la intervención destructiva de la OTAN.
Ayudas e impulso al desarrollo económico: diversificar la riqueza en el país

Una de las grandes obsesiones de la era Gadafi fue hacer abastecer de agua a todo el territorio libio. El proyecto conocido como el Gran Río Artificial consistía básicamente en la construcción de dos 'grandes tuberías', una por el Oeste, pasando cerca de Misrata y que termina en Trípoli, y otra en el Este, pasando por Ajdabiya y continuando hasta la ciudad de Bengasi.

A través del agua, Gadafi pretendía impulsar la agricultura en un país donde la mayoría de su territorio es desierto. Por ello, el Estado proveía de tierras a quienes deseaban dedicarse a las tareas agrícolas. Pero las ayudas no quedaban ahí, también les facilitaba semillas, cabezas de ganado y maquinaria para la explotación de las granjas.

La inestabilidad política que vive Libia y la guerra en gran parte del territorio junto a la guerra por el control del agua -incluidos los bombardeos de la OTAN- ha frenado el desarrollo. "El sistema de abastecimiento de agua de Tamina fue destruido, durante el conflicto, en 2011", afirmaba la Cruz Roja en un informe que alertaba de los problemas, en general, sobre el abastecimiento de agua potable a la población.

La falta de abastecimiento se ha traducido en que miles de cabezas de ganado han muerto y buena parte de los cultivos han desaparecido.

Un estado central fuerte, pero a la vez altamente descentralizado

En el terreno político, Libia tradicionalmente ha sido una 'tribucracia'. El moderno estado libio tiene su origen en la unión de las regiones Cirenáica (este) y Tripolitana (oeste) y Fezzan (un vasto y desértico territorio al sur) habitado por tribus beréberes nómadas que se iban asentado en los oasis.

La convivencia entre ellas se define a través del Consejo Supremo de tribus libias, una importante institución que nunca desapareció, que en más de una ocasión mantuvo posiciones contrarias a Gadafi y con la que mantenia relaciones de entendimiento y cordialidad.

De hecho, la construcción de Libia en la era Gadafi estaba dividida en pequeñas comunidades con gran autonomía de decisión en asuntos como el reparto de los beneficios del petróleo y contaban con un presupuesto autónomo.

Una estructura que se dividía en los Comités locales, los Congresos del Pueblo y los Comités Ejecutivos Revolucionarios, aunque en la práctica, estos órganos estaban controlados por las diferentes tribus que operaban en esos territorios.

Mantener este legado y avanzar en la construcción de una nueva Libia es el reto, al que por el momento, no ha sabido dar una solución correcta el comisionado por la ONU, Bernardino León, quien ha fracasado en su propuesta de gobierno de unidad nacional en Libia.