María Itatí Leguizamón, esposa de uno de los tripulantes del submarino ARA San Juan, reaccionó con rabia e indignación después de que la Armada anunció haber recibido información de un "evento consistente con una explosión" relacionado con el navío desaparecido hace ocho días.
submarino argentino
© REUTERS/ Marcos Brindicci
"Nos manipularon, son unos perversos", sentenció la mujer en declaraciones a los medios en la Base Naval de esta ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires (este), donde se esperaba la llegada del submarino el pasado 19 de noviembre.

Tras asegurar que no tenía por qué quejarse de la Armada "en general, porque ellos estuvieron siempre buscando", la esposa del cabo primero German Óscar Suárez, quien se desempeñaba como sonarista [escuchando el sonido del mar] en el submarino, arremetió contra los responsables de la comunicación en la fuerza naval.

"Acá nos acaban de decir que la explosión fue el 15 de noviembre a las 11.00 de la mañana, que ahí fue que la explosión y el submarino se hundió a 3.000 metros", relató.

Consultada por Sputnik si a su juicio la Armada pudo haber detectado el ruido recién el miércoles, cuando se anunció "una anomalía hidroacústica", la esposa descartó esa posibilidad.

"Según ellos, lo detectaron ahora, pero quién es tan estúpido para creerse eso, yo me siento engañada", aseveró.

La mujer dio a conocer un detalle que puede ser relevante a futuro.

En 2014, el submarino San Juan sufrió un desperfecto y por un tiempo no pudo emerger.

"Pero ya no me importa quemar [denunciar] a nadie, si total ya no está [Suárez], [prefiero] que se sepa todo", afirmó.

La esposa del cabo Suárez, submarinista del navío San Juan, añadió que dentro del comando naval "no nos dijeron que están muertos, pero es una suposición lógica".

"Lo van a seguir buscando el submarino, pero ya todos explotaron ahí", lamentó Leguizamón.

Reacción de otros familiares

La esposa del sonarista, de profesión abogada, se refirió también a la reacción de los familiares cuando los responsables de la Armada comenzaron a leer el parte de este 23 de noviembre.

Tras aguardar durante más de una semana en el comando naval a la espera de la llegada del submarino, las familias "están rompiendo todo", dijo.

"No dejaron que terminen de leer porque la gente se puso muy agresiva y empezaron a decir que eran unos hijos de puta", describió.

Por su parte, Leguizamón admitió que "presentía algo muy malo"

"El parte nos lo daban a las 9.00 (12.00 GMT) y se retrasaron hasta las 11.00 (14.00 GMT), (y en ese momento), sólo pidieron que se acercaran los familiares más cercanos", comentó.

En todo caso, su marido "estaba preparado para la muerte, se confesaba, se encomendaba, y decía que estaba preparado".

Fue en ese momento cuando la abogada tuvo duras palabras para la Armada.

"Mandan una mierda a navegar, esta mierda que viene desde hace 15 años atrás", reprochó en alusión a la presunta falta de inversión que padece la fuerza naval.

Consultada sobre si interpondrá alguna denuncia, la abogada preguntó: "¿A quién vamos a denunciar?". "¿Te crees que si dices algo ahí no te echan?", le dijo a un periodista.

Automóviles y gritos

Mientras desde Buenos Aires el portavoz de la Armada, Enrique Balbi, daba a conocer el registro de una explosión atribuible al submarino San Juan, desde la Base Naval de Mar del Plata se observó a la distancia que un gran número de familiares salían del edificio de oficiales, donde han permanecido durante estos últimos ocho días.

Poco tiempo después, varios automóviles comenzaron a salir precipitadamente del comando naval.

En uno de ellos se encontraban cuatro personas, presumiblemente el padre, un hermano y una hermana de uno de los 44 tripulantes,

"Mataron a mi hermano porque los sacan con alambre (de forma precaria) a navegar", gritó desde el asiento del copiloto uno de los hombres.

Visiblemente angustiado, añadió a los gritos que él había pertenecido a la Armada.

"Se roban la plata (dinero) los jefes,", afirmó.

El submarino señaló su última posición el pasado 15 de noviembre a 430 kilómetros del punto más cercano de la costa de la Península Valdés, frente al sureste de Argentina, cuando navegaba en aguas del Atlántico desde la ciudad austral de Ushuaia a su apostadero habitual en la Base Naval de Mar del Plata.

De 65 metros de eslora y un diámetro de casco resistente de siete metros, el San Juan, construido en Alemania en 1982 y adquirido por al Armada argentina en 1985, fue sometido a una extensa reparación entre 2008 y 2014, ocasión en que el navío fue hasta cortado en su casco para cambiar maquinaria y motores, entre otros elementos.