Lo de 'Los últimos Jedi' es algo fascinante. Ya no sólo por la visceralidad de las opiniones vertidas sobre ella y la enajenación colectiva derivada de la polarización de las mismas -que pasaban de la defensa a ultranza a la aversión más profunda-, sino porque prácticamente un año después de su estreno, la última entrega de 'Star Wars' sigue trayendo una larga y sorprendente cola.

last jedi star wars
Y es que lo último de Rian Johnson -que a mi me dejó frío, pero no horrorizado-, parece haber sido objeto de una campaña política según la cual se habría fabricado el odio hacia el filme visto en redes sociales para beneficiar intereses de la extrema derecha estadounidense y de la Federación Rusa. Ahí es nada.


Todo esto queda recogido en un artículo académico de Morten Bay titulado "Convirtiendo en armas a los Haters: 'Los últimos Jedi' y la politización estratégica de la cultura pop a través de la manipulación en redes sociales", y que afirma que la reputación de abominación cinematográfica del filme no es merecida, sino que atiende a una "influencia política deliberada y organizada disfrazada de comentarios de fans".

Según Bay, "el objetivo de estas medidas es aumentar la presencia en los medios del conflicto del fandom, propagando un discurso de desacuerdo y disfunción en la sociedad Americana. Persuadir a los votantes de este discurso continúa siendo una meta estratégica para la extrema derecha de los Estados Unidos así como para la Federación Rusa".

Esto, por supuesto, no quiere decir que todos los comentarios negativos vistos en Twitter y demás redes sociales hayan sido creados con el fin de desestabilizar políticamente. En el estudio, el autor diferencia tres tipos de voces distintas: las que tenían intereses políticos, los trolls, y a los que define como "fantagonistas auténticos"; siendo estos últimos fans reales de 'Star Wars' decepcionados con la película.

Según se recoge en el artículo, "En cómputo global, un 50.9% de los que tuitearon negativamente [sobre 'Los últimos Jedi'] tenían motivaciones políticas o no eran tan siquiera humanos", anotando que tan sólo el 21.9% de los tweets analizados contenían reacciones negativas, y que parte de ellos fueron publicados por lo que parecían ser "trolls rusos".

Para terminar, Moreover sugiere que las quejas sobre la presunta politización que han hecho Lucasfilm y Disney sobre la saga galáctica habría afectado a los fans de la era Trump.
"Desde que el posicionamiento ético y político de los nuevos filmes es congruente con los antiguos, es más probable que la polarización de la era Trump haya politizado a los fans. El discurso político divisorio del tiempo en que se realizó el estudio y de los meses previos a él ha enseñado a los fans un tipo de mensaje político que está en conflicto directo con los valores presentados en 'Los últimos Jedi'".
¿Se ha radicalizado el fandom y está haciendo gala de una toxicidad sin precedentes escudado por el altavoz que ofrecen las redes sociales o, por el contrario, hay intereses políticos ocultos en este tipo de movimientos? Sea como fuere, el contendido del análisis de Morten Bay, acertado o no, invita a la estupefacción.