Traducido por el equipo de Sott.net
BidenBird
© The Hard Times/Twitter/KJNJoe Biden, Presidente de EEUU
"Aconsejaría a los maníacos de la ciencia que no pivotaran directamente desde la covid hacia el acoso del cambio climático todavía. El 2023 va a estar repleto de exceso de muertes, y vais a tener mucho que explicar. Mucha apologética que fomentar, en apoyo de la narrativa" (El Escéptico Ético en Substack).
Incluso si la NBC, la CBS, la CNN, el New York Times, el Washington Post y el resto de la mafia de los grandes medios ignoran la historia de los archivos de Twitter, la revolución en Twitter va a sacudir sus ventanas y retumbar sus paredes. En 2023 habrá debate libre en esta plataforma de medios sociales. Noticias e ideas se liberarán por el paisaje y, por primera vez en años, la realidad tendrá la oportunidad de competir con los relatos de mala fe de un régimen en guerra contra su propio pueblo.

Habrá que ver cuánto dura esto antes de que la Comunidad Intel intente cerrar Twitter, intensificar una campaña para difamarlo o hacerlo saltar por los aires como negocio viable. O hacer un movimiento para, digamos, neutralizar a la persona detrás de su revolución. Cuanto más se permita la libertad de expresión en Twitter, más parecerán todas las demás plataformas un órgano de propaganda poco convincente, especialmente cuando se trate de cuestiones que realmente importan, como las consecuencias mortales de las "vacunas" de ARNm, los turbios tejemanejes en torno a las recientes elecciones estadounidenses, la situación real de la economía estadounidense, la peligrosa locura de la guerra de "Joe Biden" en Ucrania (y la operación de estafa familiar que la incitó) y las malvadas maquinaciones de la propia Comunidad Intel.

En unas tres semanas, el Partido del Caos será barrido del poder en la Cámara de Representantes de EEUU. Sus oponentes tomarán el control de todos los presidentes de los comités de la Cámara, con poder de citación para obligar a testificar a figuras públicas que se las han arreglado para evitar responder a las preguntas durante años. Es posible que los grandes medios no puedan evitar informar de ello, especialmente con Twitter aflojado, y sus mentirosos intentos de dar la vuelta a los acontecimientos van a parecer patéticos cuando se contrasten instantáneamente con el análisis libre y el debate informado en la arena pública.

No se puede exagerar la ventaja que la insidiosa toma de control de las redes sociales ha dado a las fuerzas que pretenden destrozar el país, aunque los efectos aún no se han explorado adecuadamente. La gente sigue embaucada, especialmente en lo que respecta a la operación Covid-19. Ciertamente no fue un acto aleatorio de la Madre Naturaleza, no con las agencias de salud pública estadounidenses apoyando la investigación de ganancia de función del coronavirus desde Ucrania hasta Carolina del Norte y Wuhan, China. Y el daño subsiguiente causado por la respuesta del gobierno al brote fue o un fiasco épico de ineptitud oficial, o algo que huele a asesinato en masa.

El pequeño truco del Dr. Anthony Fauci para evitar hasta ahora responder a preguntas sobre estos asuntos fue simplemente no utilizar el término "ganancia de función" en su correspondencia tramitando subvenciones para ello, especialmente después de que el presidente Barack Obama prohibiera ese tipo de investigación por su nombre en 2014. Así, cuando se le preguntaba por la ganancia de función, podía mentir sin más. Después de que se descubra esa simple artimaña, los beneficios de patentes y regalías de los que disfrutó el Dr. Fauci — que duplicó su patrimonio neto después de 2019 — saldrán a la luz.

Es dudoso que el supercorrupto Departamento de Justicia de Merrick Garland dé seguimiento a cualquier remisión de enjuiciamiento penal emitida por un comité de la Cámara. Pero, ¿adivináis qué? Hay fiscales generales de cincuenta estados que tienen capacidad para procesar al Dr. Fauci por los daños causados a los ciudadanos de su estado. Parece que el gobernador Ron DeSantis de Florida, por ejemplo, se ha dado cuenta de la posibilidad y esta semana pidió al máximo tribunal de Florida que convocara un gran jurado especial para considerar exactamente eso.

Los demás implicados también tienen mucho de qué responder. Los CDC de Rochelle Walensky han ocultado deliberadamente, engañado, ofuscado u optado por ni siquiera recopilar información sobre lesiones y muertes por las "vacunas" covid. Su agencia no hizo nada para actualizar el inadecuado y difícil de usar sistema de informes VAERS, o incluso comunicar las muy malas noticias que lograron aterrizar en él. Los CDC siguen imponiendo agresivamente las vacunas a los niños, a sabiendas de que dañan el corazón, el cerebro, el sistema inmunitario y, probablemente, el propio ADN de los mismos.

Probablemente pocos reconocerían el nombre del Dr. Robert Califf en su segunda vuelta como Comisionado de la FDA (sirvió un año 2016-17 bajo Obama; confirmado de nuevo en febrero de 2022). El Dr. Califf ha sido una herramienta de las compañías farmacéuticas durante décadas. Al principio de su carrera como profesor en la Universidad de Duke, se especializó en la organización de ensayos de medicamentos. Su operación allí fue apoyada por más de 150 millones de dólares en subvenciones de las farmacéuticas. Incluso a pesar del control del Estado Profundo de los medios sociales antes de la limpieza de Twitter por Elon Musk, ya se sabía mucho acerca de los ensayos de medicamentos chapuceros y falsificados que llevaron a la aprobación condicional de emergencia de la FDA de los productos de ARNm Covid-19 de Pfizer y Moderna, junto con la supresión oficial de los medicamentos antivirales existentes que podrían haber salvado un millón de vidas, lo que se hizo estrictamente para preservar los escudos de responsabilidad de las "vacunas". Un hallazgo de fraude en todo esto viciaría la protección de las compañías farmacéuticas contra demandas, y hubo fraude en abundancia en todo este perverso negocio.

Otros tienen que ser llamados a enfrentarse a la nueva música del Congreso: Bill Gates, el autoproclamado "humanitario", cuyas huellas dactilares están por toda la historia de la Covid-19, desde el "juego de guerra pandémico" (Evento 201) que patrocinó, celebrado en otoño de 2019, a sus intereses creados en el sector farmacéutico, sus conexiones con las oscuras operaciones del Foro Económico Mundial y su declarada iniciativa de reducción de la población. El Dr. Ralph Baric, de la Universidad de Carolina del Norte, experto preeminente indiscutible en la investigación de la ganancia de función del coronavirus, y metido hasta las rodillas en el episodio Covid-19 (que mágicamente pudo esconderse bajo una roca los últimos tres años) podría arrojar mucha luz en testimonio público sobre lo sucedido. Y Peter Daszak, jefe de la organización pantalla de la CIA, EcoHealth Alliance, que ayudó a permitir el traslado de la investigación de ganancia de función al laboratorio de Wuhan, explícitamente, según explicó el propio Daszak en una notoria grabación en un simposio, para crear oportunidades de sacar provecho de una respuesta pandémica.

Hay innumerables altos funcionarios del rango de subdirector y comisario, desconocidos para el público, que podrían ser llamados a testificar sobre la contribución de su agencia a la catástrofe que resultó ser la respuesta a la Covid-19. Casi todos ellos han permanecido en la sombra. Casi todos ellos han pasado desapercibidos desde que empezó todo el asunto.

Mientras tanto, el Sr. Musk ha anunciado que Twitter está preparando la publicación de todos sus archivos que contienen comunicaciones con las agencias federales que trataron de controlar y suprimir el debate sobre la pandemia de 2020 a 2022. Añadió sarcásticamente que sus pronombres personales son "procesar/Fauci" en caso de que haya algún malentendido sobre lo que ha aprendido de los archivos.

Lo que puede salir de todo esto en 2023 es una grotesca avalancha de información sobre corrupción oficial y mala conducta que hará que los explosivos vómitos de El Exorcista parezcan un simple escupitajo satánico en comparación. Hay que preguntarse cómo lo manejará la nación, especialmente junto con el hecho extremadamente incómodo de que "Joe Biden" sigue ocupando la Casa Blanca.