Traducido por el equipo de SOTT.net

Es poco probable que Rusia muerda el anzuelo: Tiene la real ventaja estratégica en todas las áreas de enfrentamiento con las fuerzas ucranianas.
Nukes
© Peter Zelei/Getty ImagesAl borde del abismo nuclear.
Hoy en día existen más de cien veces más armas nucleares de las necesarias para destruir la civilización humana.
Hay demasiado "ruido" en el sistema, y eso está oscureciendo la visión.

Davos siempre ha sido "raro". Pero este año, los aspectos más "raros" fueron tan evidentes. El FEM no está yendo a buen puerto. La "visión" parece cada vez más fantástica, y la arrogancia -inherente al "condicionamiento del comportamiento" para hacer que la gente tome las "decisiones correctas"- queda al desnudo. El cisma entre la vida, tal como se experimenta, y la sombría prescripción del FEM, nunca ha sido tan marcado. La brecha no hará más que aumentar a medida que el acusado descenso del nivel de vida centre a la gran mayoría en la inmediatez y la supervivencia familiar.

Se podría descartar este hecho como una curiosidad. Pero eso sería un error. Puede que el barco de Davos haya chocado contra un gran iceberg de credibilidad, pero aún no se ha hundido.

Más bien, el hecho de que Davos se hunda en una idiosincrasia espeluznante es significativo, muy significativo.

Es significativo porque marca una discontinuidad en aquel espectro de "extraña pareja" de los fanáticos europeos del clima que se alían con los rusófobos neoconservadores estadounidenses y británicos. Siempre fue extraño que el Partido Verde alemán -otrora antibelicista- se haya convertido en un partidario tan ávido de la guerra con Rusia.

El ala "verde" de la coalición se está debilitando. Sin embargo, cabe esperar que la resistencia climática a la Transición Verde aumente, ya que el nivel de vida sigue hundiéndose a un ritmo que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial.

Intuitivamente, que Davos parezca raro podría parecer algo bueno. Pero cuidado con lo que deseamos, porque el desvanecimiento del ala "verde" deja a los ideólogos de la hegemonía estadounidense (los neoconservadores) más libertad para empujar en el vacío, así vacante.

Los orígenes del fin de Davos/Reset para este esquema siempre fueron "sospechosos". El creador del concepto nunca fue el Equipo Schwab, sino David Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank, y su protegido (y más tarde "asesor indispensable" de Klaus Schwab), Maurice Strong.

William Engdahl ha escrito cómo "los círculos directamente vinculados a David Rockefeller lanzaron en la década de 1970 una deslumbrante serie de organizaciones y grupos de reflexión de élite. Entre ellos, el neomalthusiano Club de Roma; el estudio del MIT "Los límites del crecimiento"; y la Comisión Trilateral":
"En 1971, el Club de Roma publicó un informe profundamente erróneo, Los límites del Crecimiento, que predecía el fin de la civilización, debido al crecimiento demográfico combinado con el agotamiento de los recursos. Eso fue en 1971. En 1973, Klaus Schwab, en su tercer Davos anual, presentó Los límites del Crecimiento como su [visión del futuro], a los directores generales de las empresas reunidos. En 1974, el Momento Decisivo del Club de Roma, argumentó que "la interdependencia debe traducirse como una disminución de la independencia": Ha llegado el momento de elaborar un plan maestro [para] un nuevo sistema económico mundial.

Fue Maurice Strong, protegido de Rockefeller, como Presidente de la Conferencia de Estocolmo de la ONU del Día de la Tierra de 1972, [quien] promovió una estrategia económica de reducción de la población y disminución del nivel de vida en todo el mundo para "salvar el medio ambiente". Como Secretario General de la Conferencia de Río de la ONU, Strong encargó el informe del Club de Roma que admitía que la afirmación del calentamiento global por CO2 no era más que una maniobra inventada para forzar el cambio. El verdadero enemigo es la propia humanidad, cuyo comportamiento había que cambiar. El delegado del presidente Clinton en Río, Tim Wirth, admitió lo mismo, declarando:
"Tenemos que manejar el tema del calentamiento global. Aunque la teoría del calentamiento global sea errónea, estaremos haciendo lo 'correcto' en términos de política económica".
La cuestión aquí es que la receta Rockefeller-Davos siempre fue una estafa para inflar una nueva burbuja financiera que mantuviera a flote el proyecto de hegemonía del dólar. Sin embargo, el mundo está pasando de la prescripción de un gobierno mundial unitario de Davos hacia la descentralización y la multipolaridad, en busca del renacimiento de la autonomía, los valores históricos y la soberanía. En el FEM de este año, esto fue obvio: Davos está pasado de moda.

Sin embargo, el efecto más importante, que a menudo se pasa por alto, es la importación del "fracaso de la Agenda" en la guerra financiera: El "nuevo sistema económico" de Davos preveía una oleada de gasto en tecnología renovable, en subvenciones (como los créditos de CO2) y en la fluidificación de la transición. Se trataba de incubar una nueva burbuja, basada en dinero nuevo de coste cero (conocido como MMT).

Es por eso que las corporaciones como Blackrock y los oligarcas están tan entusiasmados con Davos. Sin embargo, la llegada de tasas de interés elevadas acaba efectivamente con la nueva "opción burbuja"- precisamente en un momento en que el mundo occidental se encuentra en la antesala de una severa contracción económica.

Casualmente, en este momento de decadencia de Davos, se ha producido un ruido estridente y distractor: Abrahams M1s y Leopards para Ucrania. La ministra alemana de Asuntos Exteriores, Baerbock, declara que Alemania y la familia de la UE están "en guerra con Rusia". El ruido, como de costumbre, consigue oscurecer cualquier panorama más amplio.

Primer punto: sí, tenemos una ampliación de actividades: No enviaremos armas ofensivas, pero entonces sí lo hicieron. No enviaremos armas de largo alcance (M777), pero entonces lo hicieron. No enviaremos sistemas de lanzamiento múltiple de misiles (HIMARS), pero entonces lo hicieron. No enviaremos tanques, pero ahora sí lo están haciendo. No habrá botas de la OTAN sobre el terreno, pero han estado allí desde 2014.

Segundo punto: El coronel Douglas Macgregor, exasesor de un Secretario de Defensa de EE.UU., dice que el estado de ánimo en Washington ha cambiado notablemente: Washington ha comprendido - Estados Unidos está perdiendo la guerra indirecta. Sin embargo, según Macgregor, este hecho sigue pasando "desapercibido" para los principales medios de comunicación. Lo más importante que señala Macgregor es que este "despertar" tardío a la realidad no está cambiando ni un ápice la postura de los halcones neoconservadores. Quieren una escalada (al igual que una pequeña facción en Alemania, los Verdes, así como una facción líder en Polonia y, como de costumbre, los países Bálticos).

Y Biden se ha rodeado de belicistas del Departamento de Estado.

Tercer punto: la "realidad" contraria es que los militares "uniformados" de Europa también "lo han comprendido": que Ucrania está perdiendo, y ahora están muy preocupados por la perspectiva de una escalada, y de que la guerra se extienda por Europa del Este. Los tanques no tienen nada que ver con sus cálculos sobre el resultado de la guerra.

Los profesionales saben que los Abrams o los Leopard no cambiarán el curso de la guerra, ni llegarán antes de que sea demasiado tarde para alterar cualquier cosa. El plantel militar europeo no quiere la guerra con Rusia: Saben que la UE no tiene capacidad de producción para mantener una guerra contra Rusia más allá de un margen muy pequeño.

La opinión popular y las principales corrientes de la opinión de élite en Alemania (y en otros lugares de Europa) se están endureciendo en su oposición a la guerra. La preocupación es que el énfasis en enviar precisamente tanques alemanes, con su oscuro simbolismo de sangrientas batallas pasadas, pretende enterrar cualquier perspectiva de una futura relación alemana con Rusia, definitivamente.

Además, a los oficiales militares alemanes les preocupa que un ejército ucraniano fallido pueda retroceder hasta la frontera polaca -e incluso cruzarla- antes de que se entreguen los tanques. En ese caso, los tanques serían absorbidos por el ejército polaco. En estos círculos militares se piensa que esta podría ser, de hecho, la intención última de los neoconservadores: Polonia, que ya está movilizando una fuerza militar de 200.000 hombres, se convertiría en el nuevo representante (y el mayor ejército de Europa) de una guerra europea más amplia contra Rusia.

Es comprensible que los alemanes estén muy inquietos. Un informe reciente de la edición polaca del periódico alemán Die Welt, basado en conversaciones con fuentes diplomáticas polacas, entre ellas un alto funcionario del ministerio de Asuntos Exteriores de Polonia, informaba de lo siguiente:
"Cada día, los políticos polacos dicen lo que los representantes de Alemania o Francia no suelen atreverse a decir, y formulan así uno de los objetivos de la guerra, que Rusia debe ser debilitada incondicionalmente hasta donde sea posible. Nuestro objetivo es detener a Rusia para siempre. No se debe permitir un podrido compromiso.

"Una tregua en los términos de Rusia sólo conduciría a una pausa en los enfrentamientos, que sólo duraría hasta que Rusia se recupere."
Así pues, demos la vuelta a esta perspectiva y mirémosla desde la otra dirección.

Por supuesto, el conflicto ucraniano es un caleidoscopio de formas en movimiento, pero hay algunos asideros de los que uno puede agarrarse, por estabilidad.

El eje de los Estados "en guerra con Rusia" se encuentra al borde de un precipicio económico. Los niveles de vida se están desplomando al ritmo más rápido desde la Segunda Guerra Mundial. La cólera, que tardó en encenderse, está ahora floreciendo. Las clases políticas británica y de la UE no tienen respuestas a esta crisis. La clase dirigente intenta mantenerse al margen y confía en que el pueblo aceptará todas las "cosas": Aumento vertiginoso de los precios, pérdida de puestos de trabajo por el encarecimiento de la energía, espacios vacíos en las estanterías de las tiendas, incrementos de los precios de la energía y puntos de disfunción del sistema (por ejemplo, en los aeropuertos y en los sistemas de transporte), que dificultan el buen funcionamiento de la sociedad. A los estadounidenses les ocurre lo mismo.

Los lacayos encargados de la gestión y el funcionamiento de "el sistema" están confundidos. Hasta ahora, su (alta) autoestima se basaba en la articulación de "puntos de vista correctos" y en la defensa de las "causas prescritas", más que en manifestar una competencia particular en su trabajo. Ahora no saben qué decir ni qué causa es la "correcta". Las narrativas se desmoronan; las revelaciones de Twitter han roto el "equilibrio" anterior.

El régimen de Kiev también está al límite. Está llegando al límite de su moral militar y de sus reservas de hombres físicamente aptos. Está en bancarrota financiera. Según se informa, uno de los mensajes transmitidos por el jefe de la CIA, Bill Burns, en su reciente visita, advirtió que Kiev puede contar con el apoyo financiero de Washington hasta julio, pero más allá de eso, la financiación será discutible.

El coronel Macgregor sugiere que el suministro de "tanques" estaba destinado a "prolongar el sufrimiento", es decir, más "apariencia" hasta que (presumiblemente) se pueda identificar un chivo expiatorio que cargue con la responsabilidad de una eventual debacle de Ucrania. ¿Quién podría ser? Bueno, los rumores apuntan a que la saga de los documentos clasificados de Biden es una treta destinada a provocar la salida de Joe Biden antes de las primarias demócratas.

Quién sabe... Pero lo que es evidente es que existe una facción en Estados Unidos, que al igual que los europeos, se opone a la predisposición del Equipo Biden hacia la escalada. Los europeos temen una guerra cinética en Europa, mientras que la facción estadounidense teme más la perspectiva de un colapso financiero, en caso de que la guerra se extienda.

Por supuesto, Moscú tampoco quiere una guerra más amplia, aunque debe prepararse para una contingencia de este tipo.

Moscú también será consciente de que las continuas provocaciones militares occidentales (por ejemplo, los ataques con drones en Crimea) son aprovechadas con avidez por los belicistas con la esperanza de desencadenar una escalada rusa. De hecho, los belicistas argumentan que la ausencia de este tipo de represalias por parte de Rusia se aduce como prueba de debilidad, lo que justifica dar un paso cualitativo más allá, en ulteriores provocaciones.

Sin embargo, es poco probable que Rusia muerda el anzuelo: Tiene la ventaja estratégica real en todas las áreas de enfrentamiento con las fuerzas ucranianas. Mientras que Occidente sólo tiene la efímera ventaja óptica de la escalada.

El equipo de Putin tiene la libertad de manejar cualquier movimiento de escalada (a modo de represalia) en miniatura, de forma dispersa, para evitar dar a los guerreros de Washington su anhelada clavija de "Pearl Harbour" (como cuando la flota estadounidense fue dejada amarrada y anclada, como un objetivo destinado a incitar un ataque japonés).
Sobre el Autor:
Alastair Crooke es un antiguo diplomático británico y fundador y director del Conflicts Forum, con sede en Beirut.