Nicola Sturgeon es la ministra principal que más años ha estado en el poder en Escocia, desde que reemplazara a Alex Salmond en noviembre del 2014, justo después del referéndum de independencia que perdieron los nacionalistas. Tras ocho años en el cargo, así como en el liderazgo del líder del Partido Nacional Escocés (SNP) este miércoles anunció su dimisión durante una rueda de prensa convocada en el último minuto y en la que declaró que « en mi cabeza y en mi corazón sé que el momento es ahora».
Sturgeon ha sufrido una serie de reveses políticos recientemente.
© AFPSturgeon ha sufrido una serie de reveses políticos recientemente.
Pasaban unos minutos de las once de la mañana en Edimburgo cuando dijo que «la política moderna es mucho más intensa que antes» y que «hoy hay más brutalidad en la vida de un político que hace unos años». «He sido Nicola Sturgeon, la política, toda mi vida. Ahora me toca ser Nicola Sturgeon, el ser humano. ¿Estoy siendo egoísta? Espero que no», señaló en un calculado y a la vez emotivo discurso en el que explicó ambiguamente sus motivos.

Sturgeon había anunciado hace unos meses su intención de celebrar un nuevo referéndum de independencia en la nación en octubre de este año, una decisión que justificó diciendo que las circunstancias ahora son diferentes a las de la consulta anterior debido al Brexit y que los escoceses querían ser independientes, con la mirada puesta, además, en un eventual regreso a la Unión Europea después del abandono por parte del Reino Unido.

Pero el pasado noviembre, el Tribunal Supremo tiró por la borda en un fallo unánime, al menos de momento, las aspiraciones de los nacionalistas: según los jueces, el Parlamento escocés no tiene el poder de legislar para la convocatoria de un referéndum independentista porque tal proyecto de ley estaría directamente relacionado con el futuro de la unión y la decisión, en caso de no haber acuerdo entre Holyrood y Westminster, no puede ser unilateral. Y ese acuerdo no iba a llegar. El Gobierno en Londres, desde expremier Boris Johnson hasta el actual primer ministro, Rishi Sunak, se ha negado en múltiples ocasiones a dar luz verde a una consulta que ya Johnson había calificado como «única en una generación».

Varapalo

Este varapalo es el motivo principal detrás de la decisión de Sturgeon de abandonar el barco, ya que se niega a convocar una consulta ilegal o por la vía unilateral. Su idea de declarar las próximas elecciones en Westminster como un referéndum de facto sufrió la desaprobación incluso dentro del SNP, su propio partido. A este callejón sin salida se suman los problemas internos más allá del camino independentista. Más recientemente, la implicación de Sturgeon con la Ley de Reconocimiento de Género (Recognition Gender Bill), aprobada en el Parlamento escocés el pasado diciembre, y que también se encontró con el bloqueo en Westminster, lo que supuso un nuevo golpe a su liderazgo. Cabe considerar, sobre todo, que fue la primera vez en 25 años que Londres decidió limitar las competencias autonómicas.

Por el camino de Ardern

Sturgeon, que puntualizó que permanecerá en el cargo hasta que se designe su sucesor y que conservará su escaño en Holyrood hasta las elecciones del 2026, hizo un esfuerzo durante su estudiada intervención para subrayar que su salida no es una reacción a las «presiones a corto plazo», sino que es una decisión que «proviene de una evaluación más profunda y a más largo plazo». «Sé que puede parecer repentino, pero he estado luchando con esto, aunque con niveles oscilantes de intensidad, durante algunas semanas», reconoció, antes de aclarar que estuvo «tratando de responder a dos preguntas: ¿Seguir adelante es lo correcto para mí? Y, lo que es más importante, ¿estoy haciendo lo correcto por el país, por mi partido y por la causa independentista a la que he dedicado mi vida?». Su conclusión fue que no. A la misma conclusión llegó Jacinda Ardern en Nueva Zelanda hace unas semanas, aduciendo que ya no quedaba nada en el tanque; es decir, que no se veía con fuerzas para seguir defendiendo sus causas. El paralelismo, que saltó de inmediato en la prensa local, no es baladí, y pone bajo los focos el liderazgo femenino en unos tiempos en los que muchos le afearon a Sturgeon su inclinación hacia la política 'woke' que ahora ha influido en su salida.

La gran pregunta es quién podría sustituirla. Entre bambalinas se habla de Kate Forbes, una joven de 32 años, responsable de Finanzas de la formación y con unas fuertes convicciones religiosas que entrarían en conflicto con algunas políticas del partido, aunque, como apuntó el propio Salmond, mentor de Sturgeon y ahora líder del Partido Alba, no hay un líder claro para sucederla. La aún ministra principal, sin embargo, y aunque sin mencionar a nadie, señaló que el SNP está «lleno de personas talentosas».

Otros nombres que suenan son el de John Swinney, nacionalista veterano, segundo de Sturgeon y hombre de su confianza; Humza Yousaf, musulmán de 37 años y a cargo del área de Sanidad; y Angus Robertson, exlíder del SNP en Westminster que quiere una Escocia independiente pero aliada de la OTAN. Según Salmond, «es más probable que sea alguien de la nueva generación» quien sustituya a esta mujer de 52 años que se unió al Partido Nacionalista Escocés a los 16.

Quién se hará finalmente con el liderazgo está por verse, y aunque la renuncia de Sturgeon llega en un momento de baja popularidad para ella, el SNP no está muerto, ni mucho menos. Las encuestas concluyen que sigue siendo el partido dominante en la nación.