Este verano han sido decenas de miles las personas que han cruzado el mar poniendo en peligro sus vidas. A las que consiguen llegar, Europa les dice que se vuelvan. Pero... volver, ¿a dónde? Si lo que dejan atrás es una ciudad en guerra, una casa en llamas, un país desestructurado. Siria, Irak, Afganistán, Nigeria, Somalia... Para ellos no hay refugio delante pero tampoco hay vuelta atrás.
De manera que en este momento en que muchos experimentamos esa grata emoción del regreso a casa que Ikea aprovecha para recordarnos en su nuevo catálogo que "las pequeñas cosas del hogar son lo importante"..., en este momento, digo, es en el que mejor podemos contextualizar y entender el drama de estas familias. Porque, muy lejos de esas pequeñas cosas, ellas se enfrentan primero con la violencia de la guerra, después con la muerte en el camino y finalmente con el hacinamiento y el desconcierto de no saber a dónde ir. Según el Índice de Paz Global publicado este verano, el mundo está cada vez más dividido y este año se ha dado el nivel más alto de población desplazada por conflictos desde la Segunda Guerra Mundial.
Comentario: En efecto, y esta división se debe a la falta de conciencia moral de nuestros líderes psicopáticos, que "dividen para reinar". Estos refugiados se han quedado sin nada, y a pesar de su pedido de ayuda desesperado, no reciben más que humillación, malos tratos, discriminación, y una negación absoluta del porqué han acabado en esta situación tan precaria y desesperante.
Comentario: ... y hagamos algo, al menos con nuestra voz, para oponernos al trato que están recibiendo estas personas, ¡juzgadas y rechazadas por los mismos poderes que destruyeron sus hogares!