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La marcha de Estados Unidos hacia la bancarrota se tomó un breve respiro. En el Senado se anunció ayer un acuerdo de los dos partidos para reabrir el gobierno federal y aumentar el endeudamiento. El alivio durará poco. El que presume de ser el principal país del mundo se quedó sin presupuesto federal aprobado por el Capitolio para su año fiscal 2014, comenzado el 1 de octubre.
El desacuerdo básico entre los dos grandes partidos, prácticamente los únicos con representación parlamentaria y política, giró en torno a un "toma y daca" que en esta oportunidad no había cuajado. Las bancadas republicanas en la Cámara de Representantes, que dominan, y en el Senado, donde son minoría, chantajearon al partido demócrata de Barack Obama.
Le dijeron que sólo le votarían la ley de presupuesto si suspendía por dos años la entrada en vigencia de la reforma de salud conocida como "Obamacare".
La ley respectiva, una promesa de campaña del afroamericano, fue votada en 2010 pero sucesivas trabas legales recién fueron levantadas el año pasado por la Corte Suprema de Justicia. Como en las legislativas de 2010 los republicanos tuvieron buenos resultados, sobre todo en la Cámara de Representantes, sus engrosados bloques elevaron el tono de sus demandas frente a un presidente que, ya reelecto en 2011, empezaba a recorrer el camino de despedida de la Casa Blanca.
Para colmo, en esa renovación parlamentaria ganaron más espacio las voces más intolerantes del partido republicano, sobre todo su segmento derechista conocido como "Tea Party". Su plataforma se basa en pagar los menos impuestos posibles al Estado y dejar las manos más libres a las fuerzas del mercado. Cualquier coincidencia con los planteos de las dictaduras pinochetista y videlista del pasado, de los Chicago boy´s y de los gobiernos neoliberales posteriores no es pura coincidencia.
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