Traducido por el equipo de Sott.netEl año 2023 comienza con el colectivo OTAN en modo flipado absoluto, mientras el ministro de Defensa ruso, Shoigu, anuncia que la fragata de la Armada rusa Almirante Gorshkov está de gira, acompañada de un juego de tarjetas de visita hipersónicas del Sr. Zircón.
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La gira de negocios abarcará el Atlántico y el Índico, y por supuesto incluirá el Mediterráneo, el antiguo Mare Nostrum del Imperio Romano. El Sr. Zircon al acecho no tiene absolutamente nada que ver con la guerra de Ucrania: es una señal de lo que ocurrirá a continuación cuando se trate de freír peces mucho más grandes que un puñado de psicópatas de Kiev.
El final de 2022 selló la fritura del gran pescado de las negociaciones sobre Ucrania. Ahora se ha servido en un plato caliente y se ha digerido completamente.
Moscú ha dejado dolorosamente claro que no hay razón alguna para confiar en la superpotencia en declive "incapaz de llegar a un acuerdo".Así que hasta los taxistas de Dacca apuestan ahora por cuándo empieza la tan cacareada "ofensiva de invierno" y hasta dónde llegará. El camino del general Armagedón está claro: desmilitarización total y deselectrificación con esteroides, completada con la trituración de masas de ucranianos al menor coste posible para las Fuerzas Armadas rusas en Dombás hasta que los psicópatas de Kiev pidan clemencia. O no.
Otro gran pescado frito en un plato caliente a finales de 2022 fue el Acuerdo de Minsk de 2014. La cocinera no fue otra que la excanciller Merkel ("un intento de ganar tiempo para Ucrania"). Implícita está la pista no precisamente contundente: la estrategia del combo straussiano/
neocón y neoliberal-conservador a cargo de la política exterior de EEUU, desde el principio, fue desatar una eterna guerra por delegación contra Rusia.
Merkel puede haber estado tramando algo diciéndoles a los rusos, en su cara, que mintió como el criptosoprano Mike Pompeo, luego mintió una y otra vez, durante años. Eso no es vergonzoso para Moscú, sino para Berlín: otra demostración gráfica de vasallaje total al Imperio.
La respuesta de la encarnación contemporánea de Mercurio, María Zajárova, del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, fue igualmente intrigante: la confesión de Merkel podría utilizarse como razón específica (y prueba) para un tribunal que juzgue a los políticos occidentales responsables de provocar la guerra por delegación ruso-ucraniana.
Obviamente, nadie lo confirmará oficialmente. Pero todo esto podría formar parte de un
acuerdo secreto entre Rusia y Alemania en ciernes, que llevaría a Alemania a restaurar al menos parte de su soberanía.
Comentario: Parece que la OTAN no es tan cohesiva como nos dicen.