El sueño de la paz se convirtió en pesadilla. Tan sólo el 36,37% de los colombianos salieron a votar en el plebiscito para ratificar los acuerdos de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), tras 52 años de conflicto: 51.21% votaron por el no, 49.78% en favor del sí. La escueta cifra de votantes permitió superar el umbral del 13% establecido como requisito para la legalidad de la consulta: el 63% de los colombianos se abstuvo de votar.
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Tras conocerse el resultado, el presidente Juan Manuel Santos y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño, mejor conocido como Timochenko, ratificaron por separado su voluntad de alcanzar la paz luego que el histórico acuerdo que firmaron hace casi una semana, para acabar con una guerra de más de 50 años, fue rechazado en el plebiscito celebrado ayer en una jornada en la que el abstencionismo alcanzó 63 por ciento. No solo ganó el No, sino el abstencionismo, como si el problema no fuera de todos los colombianos.
¿Hubo exceso de confianza? ¿Ganó la ola de desinformación? ¿Qué tanta influencia tuvo la religión? ¿Le cobraron a Santos sus falencias en otros sectores? , se pregunta el matutino
El Espectador, que sostiene que muchos le recomendaron a Santos descartar un plebiscito para refrendar los acuerdos, precisamente, porque la decisión soberana de conseguir la paz con las Farc estaba tomada cuando los colombianos votaron por la reelección.
Desde el gobierno también se mantuvo la postura de que una renegociación era una vía prácticamente imposible. César Gaviria, expresidente y jefe de la campaña por el Sí, señaló que sobre eso no había certeza y que, en caso de que fuese posible, ocurriría en otro gobierno. "Es falso que los acuerdos de paz se puedan renegociar: si estos no se aprueban en el plebiscito, es duro decirlo, pero volvería la guerra", señaló. Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del Gobierno, arguyó factores jurídicos e históricos y resaltó que,
de no aprobarse el acuerdo, el tiempo que trascurriría para otra mesa de negociación sería de unos diez años.
"El cese al fuego sigue vigente... No me rendiré y seguiré buscando la paz hasta el último día de mi mandato, porque ese es el camino para dejarle un mejor país a nuestros hijos", dijo Santos, quien había admitido no tener un plan B para el caso de una derrota en el plebiscito. Ya los negociadores de ambas partes volvieron a La Habana para hallar ese plan B. Timochenko añadió que
lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana.
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