OF THE
TIMES
«Esta mujer -Teodora de nombre-, junto con Marozia, la prostituta del Papa, llenaron la silla papal con sus hijos bastardos y convirtieron su palacio en un laberinto de ladrones».
"En 1793 Francia se ve enfrentada a una formidable coalición europea (la primera de las siete que se formarán en el transcurso de los veintitrés años siguientes) integrada por Austria, Prusia, Gran Bretaña, España, el Sacro Imperio Romano, Holanda, Cerdeña-Piamonte, las Dos Sicilias y diversos estados italianos menores (2)"El campo de batalla deja de ser un negocio patrimonial entre reyes-propietarios que buscan acrecer sus territorios, para convertirse en una guerra de Ideas donde se dirime la lucha contra los órdenes feudales privilegiados: el nacimiento de la modernidad frente a los impuestos señoriales, la Razón frente a la Verdad, la aspiración de un hombre nuevo frente a las cadenas del pensamiento y la servidumbre.
"El hongo alcanza una milla de altura y su base es un caldero burbujeante, un hervidero de llamas. La ciudad debe de estar debajo de eso. Dios mío, ¿qué hemos hecho?".Son las palabras que permanecen escritas en el diario de Robert Lewis, el copiloto a los mandos del Enola Gay, el B-29 'Flying fortress' (fortaleza volante) que lanzó, el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima (Japón), la primera bomba atómica que conoció la historia, apodada Little Boy (muchacho). Pero Lewis no dijo exactamente la frase registrada en el manuscrito - vendido en 1971 por 37.000 dólares de la época y subastado en 2002, con un precio final de 391.000 dólares - , tal como afirmó posteriormente el piloto y comandante de la misión aquel día, Paul Tibbets. En realidad, el copiloto formuló una frase mucho menos florida y literaria en el momento de la detonación: "Guau, menudo pepinazo". Lewis la cambió a sugerencia de Tibbets. No era muy políticamente correcta para los anales de la historia.
En realidad, el copiloto formuló una frase mucho menos florida y literaria en el momento de la detonación: "Guau, menudo pepinazo"Haber participado en un evento que arrasó en un instante 12 kilómetros cuadrados de territorio japonés, destruyó el 69% de los edificios de una pujante ciudad industrial y mató, sólo en el momento de la explosión, a unas 80.000 personas e hirió a otras 70.000, puede dejar una honda huella psicológica. Pero ése no fue el caso de Lewis. Lo cierto es que el copiloto del Enola Gay, que murió en 1983 a los 65 años siendo gerente de una fábrica de dulces, no mostró a lo largo de su vida remordimiento alguno por haber participado en el lanzamiento de ese objeto de 32 kilos y 16 kilotones de potencia (equivalentes a 16.000 toneladas de TNT) sobre la ciudad japonesa. Nunca participó en las conmemoraciones de la matanza que cada años se hacían en Hiroshima como sí hicieron algunos de los once tripulantes restantes que volaron junto a él en el bombardero norteamericano aquel 6 de agosto. Incluso, años después del lanzamiento, afirmó en una entrevista:
"Fue sólo parte del trabajo, ayudé a hacer del mundo un lugar más seguro. Nadie se ha atrevido a lanzar una bomba atómica desde entonces. Así es como me gustaría ser recordado: el hombre que ayudó a todo eso".
Comentario: Vestigios de antiguas civilizaciones pueden encontrarse a lo largo y ancho del mundo. Es curioso lo poco que la historia registra de muchas de ellas. Esto da la pauta de lo poco que sabemos de nuestra historia y abre muchos interrogantes sobre cómo es que semejantes aglomerados han desaparecido. Para más información sugerimos la lectura de:
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