Traducido por el equipo de SOTT.netUna nueva teoría radical propuesta por un ingeniero informático sugiere que el Jardín del Edén bíblico podría no estar en la ubicación tradicionalmente creída de Mesopotamia (actual Irak), sino que se encuentra bajo la icónica Gran Pirámide de Giza en Egipto. El Dr. Konstantin Borisov esbozó su intrigante hipótesis en un estudio publicado recientemente en la revista Archaeological Discovery.

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Durante siglos, la opinión académica predominante ha situado el Jardín del Edén bíblico en la confluencia de los ríos Tigris y
Éufrates, en el actual Irak. Esta interpretación se ha basado en gran medida en la descripción de Génesis 2:8 14, que describe el Edén alimentado por un único río que posteriormente se ramificó en cuatro corrientes distintas: el Pishon, el Gihon, el Tigris (Hiddekel) y el Éufrates. Sin embargo, esta creencia tan arraigada está siendo cuestionada ahora por el ingeniero informático Dr. Konstantin Borisov, que propone una nueva ubicación basándose en su reinterpretación de mapas antiguos y textos históricos».
El argumento de Borisov se basa en un mapa de alrededor del año 500 a.C. que representa cuatro grandes ríos -el Nilo, el Tigris, el Éufrates y el Indo- que nacen en lo que las civilizaciones antiguas consideraban un «Océano» circundante. Borisov sostiene que el escurridizo río bíblico Gihon se corresponde con el Nilo, una conexión respaldada por los escritos del historiador romano-judío
Flavio Josefo, que identificó el Gihon como un río que fluye a través de Egipto y que los griegos conocían como el Nilo.
Para reforzar aún más su afirmación, Borisov analiza el Mappa Mundi de Hereford, un destacado mapa del siglo XIII que sitúa el «Paraíso» cerca de este río circundante, Oceanus. Combinando el análisis geográfico con el simbolismo mitológico, Borisov sostiene que la inclusión del Nilo como uno de los cuatro ríos que emanan de Oceanus en los mapas antiguos hace de Egipto un candidato más convincente para la ubicación del Edén que Mesopotamia.
Comentario: La revisión significa que nadie tiene por qué perder nunca una guerra... excepto, quizá, los que realmente la libraron.