OF THE
TIMES
"Si tan sólo supiéramos qué es la ilusión, entonces sabríamos lo opuesto: qué es la Verdad. Esta Verdad nos liberaría de la esclavitud." - Boris MouravieffEn el artículo anterior, hicimos algunos comentarios sobre el estado psicológico del ser humano, y de cómo lleva en su interior la figura del Sistema que rige las vidas de la comunidad humana. La fatalidad sistémica es igual de exógena que endógena. Somos víctimas y verdugos del infortunio que vivimos. Víctimas del sistema patócrata; verdugos por ser seguidores y continuadores - ya sea consciente o inconscientemente- de la idiosincrasia social que nos subyuga.
De acuerdo con lo que se sabe hasta la fecha, es posible hallar un tratamiento efectivo para combatir una enfermedad una vez que se ha comprendido su esencia, sus factores etiológicos, sus propiedades, y el ciclo patodinámico dentro de organismos con propiedades biológicas diferentes. Se ha demostrado que una vez que se obtiene este tipo de conocimiento, la tarea de encontrar el tratamiento adecuado resulta menos riesgosa y difícil. Para los médicos, la enfermedad representa un fenómeno biológico interesante, o incluso fascinante. A menudo han aceptado el riesgo del contacto con factores patogénicos contagiosos y han sufrido pérdidas con el fin de comprender la enfermedad, y así ser capaces de curar a las personas. Gracias a esos sacrificios, lograron desarrollar tratamientos etiotrópicos, así como métodos de inmunización artificial del cuerpo humano para prevenir enfermedades. Por consiguiente, incluso la salud del médico está mejor protegida hoy en día, pero debe cuidarse de nunca despreciar al paciente ni la enfermedad que éste padece.
Cuando nos enfrentamos a un fenómeno patológico macrosocial que requiere que procedamos de una manera análoga al principio que rige la medicina moderna, y en especial en relación con enfermedades que se propagan rápidamente dentro de la población, la ley exige medidas necesarias y rigurosas que incluso la población sana está obligada a respectar. (...) También debemos tomar consciencia de que el fenómeno que nos acecha es análogo a aquellas enfermedades para las cuales la medicina tradicional demostró ser inadecuada. Por tanto, a fin de superar la situación actual, debemos emplear nuevos tratamientos basados en la comprensión de la esencia y las causas del fenómeno patocrático, es decir, siguiendo principios análogos a los que rigen la medicina moderna.
(...)
Las sociedades contemporáneas fueron empujadas a un estado de decadencia moral a finales del siglo XIX y principios del siglo XX; el mayor deber de nuestra generación consiste en guiarlas hacia la salida, algo que siempre debería constituir una actividad de trasfondo. La postura básica debería basarse en intentar cumplir con el mandamiento de amar al prójimo, incluyendo a aquellos que han cometido un mal considerable, y aun cuando este amor nos guíe a adoptar medidas profilácticas para proteger a otros de ese mal. Sólo es posible tener éxito en un gran emprendimiento terapéutico cuando al embarcarnos en la tarea, lo hacemos bajo el control honesto de la conciencia moral, moderando nuestras palabras y meditando largo y tendido antes de actuar. Cuando lo consigamos, la ponerología demostrará su utilidad práctica a la hora de realizar esta tarea. La gente y los valores maduran mientras están en acción. Por tanto, una síntesis de las enseñanzas morales tradicionales y de este nuevo enfoque naturalista sólo puede lograrse mediante una conducta razonada.
Andrew M. Lobaczewski
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