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Una secta islámica de unas 60 personas, incluyendo unos 15 niños, fue descubierta por la policía en un búnker subterráneo en Tartaristán, una república central de Rusia y con tradición musulmana, informó a la AFP un vocero del ministerio de Interior local.

Los adeptos de la secta vivían desde hace más de 10 años en el búnker preparado por su líder espiritual, Faizrajman Satarov, de 85 años, en una vieja casa transformada en mezquita clandestina en Kazan, la capital del Tartaristán.

Satarov, quien en 1964 se declaró profeta, impuso a los miembros de la secta una vida reclusa, prohibiéndoles salir del refugio salvo urgencias, enviar los niños a la escuela o recibir tratamiento en un hospital, informó el ministerio del Interior.

El refugio, construido en forma de un laberinto, incluía pequeñas células de 2×3 metros, "donde los niños vivían en condiciones insalubres, sin aire fresco", informó el ministerio. Todos los niños hallados en el lugar fueron hospitalizados.

El caso suscitó una enorme curiosidad, sobre todo para descubrir cómo la secta pudo sobrevivir unos 10 años sin jamás llamar la atención de la policía. La justicia ya prepara un proceso contra Satarov y contra varios de los adultos implicados por negligencia en sus responsabilidades para con los niños.