© DesconocidoEs tan aguda la crisis económica que asfixia al país que prefieren irse al campo y organizarse en aldeas.
La profunda crisis económica que atraviesa Grecia ha motivado a muchos jóvenes a tomar decisiones drásticas para cambiar de vida.En la primavera de 2010, cuando el gobierno decidió imponer medidas de austeridad extremas, Apostolos Sianos abandonó su empleo de diseñador de internet, su departamento en Atenas y, con ambos, la civilización moderna. A los pies del Monte Telaithrion, en la isla de Evia, fundó una ecoaldea junto a otros tres atenienses.
El plan era vivir de una manera totalmente sostenible, sin las ataduras del dinero y desconectados de la grilla eléctrica. El grupo -formado por diez miembros permanentes y unos 100 que pasan parte del año allí- vive en varias tiendas de campaña hechas por ellos mismos, cultivan sus propios alimentos e intercambian el excedente en el pueblo más cercano por aquellas cosas que no pueden producir.
"Lo que otros ven como una crisis económica global, nosotros lo vemos como una crisis de la civilización", dice este joven de 29 años. "
Todo parece estar en crisis: el sistema de salud, el medio ambiente, la educación. Por eso hemos tomado la decisión de hacer algo distinto".
Costado positivoEn los últimos meses, muchos griegos se han interesado por esta comunidad, porque dicen sentirse defraudados por el sistema y porque no se sienten a gusto en la ciudad, tal y como están las cosas.
El año pasado, la economía del país se encogió en un 7% y, para 2012, se espera una caída similar. En términos reales, esto significa el cierre de miles de negocios y el despido de decenas de miles de empleados.
Un sondeo reciente de la Universidad de Tesalónica indicó que
el 76% de los griegos quisiera irse del país. Pero para los que no tienen la posibilidad de hacer las maletas y comenzar una nueva vida en el extranjero, la idea de volver a cultivar la tierra resulta atractiva.
Sianos dice que este año se ha producido un movimiento enorme de gente de las ciudades hacia el campo y que muchos lo han contactado para pedirle consejo de cómo vivir de manera sustentable.
"La crisis financiera griega no es toda negativa", argumenta, "
le ha dado a la gente la oportunidad de ver que el sistema en el que viven no funciona, y ahora pueden empezar a buscar una alternativa".
Ayuda con las cuentasCientos de kilómetros más lejos, un grupo de jóvenes griegos está intentado superar la crisis con un proyecto distinto. Al igual que la mayoría en Heraclión, la cuarta ciudad más grande del país, Andonis Sklavenitis es lo que se llama un "trabajador sin seguridad".
El año pasado trabajó unos meses en una excavación arqueológica y este año ha conseguido unos turnos como guardia de seguridad aeroportuaria.
Desde que se graduó en Turismo, ha conseguido empleo en bares, restaurantes y tiendas, pero ninguno de sus empleadores le pagó vacaciones, la seguridad social o los días que estuvo enfermo.
El caso de Sklavenitis es típico. Creta tiene el mayor índice de desempleo del país:
una de cada cuatro personas no tiene trabajo y muchos hacen trabajos inestables, con malas condiciones.
En 2010, Sklavenitis y sus amigos desocupados notaron que el índice de desempleo iba en aumento y, por tanto, decidieron crear una organización para brindar ayuda práctica y psicológica a las personas con dificultades económicas y para luchar por mejorar las condiciones de aquellos con empleo.
Después de la última ola de recortes, la ayuda estatal para los desempleados es de US$431 al mes, por un año, pero para recibirla hay que cumplir una serie de requisitos.
La Asociación de Desempleados establecida por Sklavenitis aboga por viajes gratuitos en transporte público, así como descuentos en las cuentas de luz y teléfono.
Uno de los miembros de la asociación que no recibe los beneficios del Estado y está urgido de ayuda para pagar las cuentas es Nikos Vrahasotakis, quien vive en una casa vieja que solía ser una cantina, junto a su mujer y su hijo de 18 meses. "En invierno el lugar es helado y hace unos meses, se nos cayó una parte del techo". Sin el apoyo de la organización, no podría vivir.
De la inacción a la acciónSe estima que en Grecia,
cerca de 1.000 personas al día pierden su trabajo y, actualmente, el porcentaje de la población que no trabaja es más alto que el de las personas con empleo. Los menores de 35 son los más afectados.
"Nuestra generación entera está frenada", dice Karantinakis, director de la Asociación de Desempleados. Él y su prometida no pueden planear un futuro juntos, y menos que menos, empezar una familia.
Desde que crearon junto con Sklavenitis la asociación en Creta, muchas otras han surgido en ciudades como Atenas, Tesalónica y Patras.
Más allá del apoyo que les brinda a sus miembros, Karantinnakis dice que la sociedad le ha hecho sentir que está haciendo algo.
Antes de concentrarse en los derechos de los desempleados, solía quedarse en su habitación mirando al techo. Ahora pasa sus días organizando manifestaciones y peticiones al gobierno local. "Poder trabajar es un derecho humano básico en una sociedad civilizada", dice. "Si el gobierno no nos provee este derecho, tenemos que pelear por él".
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