Dijo textualmente: "El modus operandi de los ataques especulativos se dan en todas las dimensiones, para comprar activos financieros depreciados (...) Vaca Muerta es el segundo yacimiento de shale gas en el mundo, en materia de reservas, es un bien preciado. Los argentinos deben saber que nosotros somos reserva estratégica de agua dulce (...) la posesión de la tierra es un factor de dominio sobre los pueblos. No seamos ingenuos los argentinos, estas películas la vimos repetidamente a través de la Historia."
¡Quién mejor que el mismo Capitanich para recordar esas escenas, habiendo sido uno de los principales actores en esas historias de entregas petroleras y ambiciones por el agua!
EL PETRÓLEO
Jorge Capitanich, además de Jefe de Gabinete en la presidencia de Eduardo Duhalde, fue colaborador de Domingo Cavallo durante todo el menemismo; participó desde distintos cargos y llegó a ocupar interinamente el puesto de Ministro de Economía en ese período. Apoyó el proceso de privatización de YPF, compañía vendida a precio vil con títulos públicos de deuda externa devaluados hasta un 15% y reconocidos al 100 ("activos financieros depreciados"). Hasta 1976 YPF presentaba una deuda de 372 millones de dólares; pero a través de 427 operaciones de endeudamiento, al término de la dictadura sus pasivos ascendían a casi 6.000 millones de dólares. Los responsables de la política económica y financiera del país en ese período, decidieron el endeudamiento externo de la empresa, sin que las divisas obtenidas se destinaran a atender sus necesidades financieras en dólares. YPF, como las restantes empresas públicas, eran instrumento para obtener divisas en el mercado internacional de capitales, colocándolas en el mercado de cambio y favorecer así la política de apertura económica . Las divisas ingresadas las retenía siempre el Banco Central, y las empresas recibían solamente moneda nacional.
La deuda de YPF llegó a constituir más del 17% del total de la deuda externa que nos legara la dictadura de Videla y Martínez de Hoz.
La fuente principal de recursos de la empresa eran los ingresos provenientes de sus ventas. Tales ingresos eran recortados por las autoridades económicas mediante la apropiación de la mayor parte de la venta de los combustibles, como así también obligando a YPF a vender a pérdida petróleo crudo a las refinerías privadas Shell y Esso. La retención (el porcentaje del precio sobre los combustibles con los que se quedaba el Estado) tuvo variaciones: antes del golpe militar, la retención era del 40%, y durante la dictadura subió al 60%. Posteriormente, con el gobierno de Alfonsín, la retención llegó al 70% del precio de los combustibles. Con el reducido porcentaje que le quedaba, YPF debía atender la totalidad de su costo operativo, además de remunerar a su personal y mantener toda su estructura de equipos y organización empresarial. La retención total ya no le permitía cubrir ni siquiera los costos de materia prima.
Ante una población golpeada tanto por la represión como por la inflación, no resultaba difícil argumentar que el Estado era incapaz de manejar compañías de semejante magnitud. Entonces llegó Carlos Menem declamando que YPF era la única petrolera del mundo que arrojaba pérdidas y que no había más remedio que entregarla al capital extranjero . Fue su ministro de economía, Domingo Cavallo (acompañado por Capitanich), quien concluyó la liquidación; el Congreso Nacional aprobó el remate. Por supuesto, no fue ajeno a esa entrega el matrimonio Kirchner; el aval del gobernador de Santa Cruz era indispensable para aprobar la privatización (el miembro informante en el Congreso fue Oscar Parrilli, actual Secretario General de la Presidencia). El atractivo que ofreció el gobierno nacional fue el de las regalías petroleras para esa y otras provincias productoras de crudo. Desde su lugar como legisladora provincial, Cristina Kirchner llamó a sus colegas a apoyar la privatización. Fue durante su gestión como Presidenta que YPF terminó vaciada por la española Repsol, empresa a la que se pretende indemnizar con más de 5.000 millones de dólares.
Recientemente, las autoridades nacionales de YPF acordaron un contrato con la Chevron del grupo Rockefeller, con cláusulas confidenciales y secretas, para explotar el shale gas de Vaca Muerta. Se desoyó así el pedido de solidaridad lanzado por el Presidente Correa, requiriendo de Cristina Kirchner que no levante el embargo que pesaba sobre Chevron por haber contaminado dos millones de hectáreas en la amazonia ecuatoriana y por negarse a pagar la indemnización dispuesta por la Justicia. La Cámara de Apelaciones en lo Civil había confirmado el embargo dispuesto por el Juzgado de Primera Instancia en la Argentina, pero finalmente la Corte Suprema emitió un fallo a la medida de Chevron, levantando el embargo que pesaba sobre la empresa de Rockefeller.
EL AGUA
Pero en el caso del agua, el discurso de Capitanich es todavía mucho más cínico y perverso, porque lo pronuncia quien, como gobernador, posibilitó la instalación en su provincia de una base de la IV Flota del Comando Sur de los EE.UU.
Washington anunció a inicios de 2008 que su IV Flota Naval con base en Mayport, Florida, volvería a navegar a partir de julio por los mares de Latinoamérica. Dicha flota se creó en 1943 durante la II Guerra Mundial para reforzar la defensa del continente contra ataques aéreos y submarinos provenientes de las potencias del eje (Italia, Alemania y Japón), pero fue disuelta a un lustro de haber terminado el conflicto.
Tal como denunciara el Centro Latinoamericano de Estudios Internacionales "el gobierno estadunidense, ha puesto en alerta permanente a la restablecida IV Flota Naval dentro de la jurisdicción de las fuerzas del Comando Sur, dentro de un paquete de medidas de emergencia destinadas a restablecer el control político de Washington sobre América Latina." Según la Dra. Ceceña Martorella, prestigiosa economista mexicana de dicho Centro, "EE.UU. no toma una decisión importante de tipo militar si no hay detrás un motivo como:
- La reorganización geoestratégica y ocupación de los territorios;
- El control de las rutas marítimas;
- La apropiación de los recursos naturales, de los bancos de biodiversidad, de los mantos de agua dulce y del petróleo principalmente."
Sólo una razón le asiste a Jorge Capitanich, cuando recomienda: "¡No seamos ingenuos los argentinos!"
Carlos Mario Martínez es integrante del proyecto de comunicación alternativa "Al Dorso"
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