Durante su periplo por Asia, el presidente de EEUU, Donald Trump, se quiso codear con Rusia y se mostró dispuesto a pasar página de la supuesta 'injerencia rusa' en las elecciones de 2016. Para Paul R. Pillar, politólogo en The National Interest, Trump debería aprender del pragmatismo y de la 'real politik' del líder ruso.
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© Sputnik/ Sergey Guneev
Tanto partidarios como detractores del presidente estadounidense ven con malos ojos que Rusia esté expandiendo su influencia mientras que la del país norteamericano no pasa por su mejor momento, escribe Pillar, miembro del Centro de Estudios sobre Seguridad en la Universidad de Georgetown (EEUU).

Algunos critican, sobre todo, cómo se ha gestionado la influencia entre los países occidentales y Oriente Medio, sobre el que la sombra de Rusia está más presente que nunca.


Comentario: ¿Cómo se ha gestionado EEUU su influencia en Medio Oriente? A través de injerencia ilegal, desestabilización, mercenarios terroristas, cambios de régimen, y saqueo...

Para muchos, la clave está en la manera de hacer política del líder ruso, meridianamente opuesta a la de Trump. El presidente estadounidense es partidario de distinguir entre aquellos países que son amigos y aquellos que son enemigos.

"Trump y sus detractores parecen tener en común, a pesar de sus enfrentadas opiniones sobre Rusia, la idea de que la clave para que Estados Unidos expanda su influencia es identificar a tus amigos, aguantarlos pase lo que pase, y hacer lo mismo con tus enemigos", explica Pillar.


Comentario: El Estado Profundo no puede permitirse tener "amigos" o aliados que no estén alineados, y para este caso, son más vasallos que otra cosa. Su poderío se basa en su política de dominación patológica, y cambiar a alternativas más cooperativas o diplomáticas, simplemente no está dentro de su naturaleza.


¿Buenos y malos?

Para Pillar, la 'real politik' que practica Rusia le asegura su influencia y para que EEUU le haga sombra "debería aprender de la diplomacia de Rusia en una región como Oriente Medio". Esa política se caracteriza por no basarse en escoger un bando determinado.

La política rusa aboga por "tender puentes con todos los países" que toman parte en un determinado conflicto, independiente de si sus intereses coinciden con los de Rusia, explica. En este sentido, Putin tiende a buscar, en las cumbres, no solo entablar relaciones con Siria, sino con Israel, Turquía, Arabia Saudí e Irán, con quienes Rusia mantiene no muy buenas relaciones.

"Putin practica una política exterior realista en la que uno se relaciona no solo con los que le gustan, sino también con los que no. El realismo no divide al mundo entre el bien y el mal, sino que percibe que hay tantos conflictos de intereses como intereses comunes con casi todos", explica Pillar.

Al entablar relaciones con casi todos, explica, Rusia aumenta su capacidad de alcanzar sus intereses a la mínima oportunidad que aparezca para ello.

Irán como ejemplo

Si bien la rivalidad histórica entre Rusia e Irán es bien conocida -entre otras cosas por las reminiscencias de la rivalidad entre los imperios Ruso y Persa-, "también hay lugar para ocasiones en las que ambos países puedan cooperar en pro de intereses mutuos", explica Pillar.

En este sentido, Rusia e Irán comparten una visión sobre el conflicto sirio bastante parecida: ambos apoyan al Gobierno de Bashar, pero a la vez difieren en sus posturas sobre el futuro de Siria una vez finalizado el conflicto, teoriza el autor.

Pillar define la política exterior de Rusia como "diplomacia multilateral", donde no existen ni buenos ni malos. Rusia, y también China, han fomentado con éxito los foros multilaterales entre países mientras que Trump ha acelerado el declive de la influencia estadounidense desdeñando todo lo multilateral.