En el verano de 1999, al empresario estadounidense Charles Chafer se le ocurrió la idea de enviar al espacio miles de mensajes cortos escritos por los habitantes de distintos rincones del planeta. Debido a ciertos obstáculos institucionales, Chafer optó por colaborar con un observatorio ubicado en Crimea.
Sputnik / Alexei Pavlishak
© Sputnik / Alexei Pavlishak
El hecho es que el proyecto, bautizado como Cosmic Call (llamada espacial, en español) no pudo llevarse a cabo en EEUU, ya que los radiotelescopios de Arecibo y Goldstone ya estaban sobrecargados de trabajo.

Así que Chafer optó por colaborar con un equipo de astrofísicos crimeos liderado por Alexandr Záitsev. Desde el radiotelescopio RT-70, ubicado a las afueras de la ciudad de Eupatoria, los investigadores mandaron cerca de 50.000 mensajes a un total de cuatro estrellas de las constelaciones del Cisne y la Flecha.

Además, enviaron al espacio una versión ampliada del legendario mensaje de Arecibo, que contenía información sobre el sistema solar, la Tierra y el ser humano.
"No estáis solos" y "larga vida y prosperidad", así fueron algunos de los textos enviados desde el telescopio RT-70.
El 6 de julio de 2003, los astrofísicos llevaron a cabo otra sesión de Cosmic Call.

Esta vez, enviaron un mensaje a varias estrellas de las constelaciones de Andrómeda, Orión, Cáncer, Osa Mayor y Casiopea.

Además, agregaron al mensaje un diccionario visual en ruso e inglés elaborado en 2001 por un grupo de escolares moscovitas.

"Quisiera mandarles a ELLOS las ideas terrestres de la belleza y ahora estoy buscando una manera más correcta de hacerlo, para que ELLOS puedan entender y sentir nuestros conceptos", explicó Záitsev en una entrevista.