Traducido por el equipo de sott.net

En las últimas semanas, los responsables de Washington han tomado varias decisiones extremas sobre la relación comercial de Estados Unidos con China. La decisión más extrema y desconcertante, con diferencia, se tomó en un intento de "paralizar" la industria tecnológica china y, al mismo tiempo, condenar inadvertidamente a los Estados Unidos... Tras conocer esta decisión, he creído necesario compartir algunas opiniones sobre los posibles resultados de estas decisiones.
semiconductores
En este contexto se decidió que los ciudadanos estadounidenses trabajando en el sector de la investigación y la fabricación de semiconductores en China debían dimitir, una medida dirigida directamente contra el Partido Comunista Chino. Se dio un ultimátum: los empleados debían renunciar a sus puestos o sacrificar su ciudadanía estadounidense. Los detalles de esta decisión no quedan claros, pero parecen haber surgido de la nada, conmocionando tanto a Pekín como a la industria de los semiconductores. Según los informes, todos los ciudadanos estadounidenses que trabajan en la industria china de semiconductores dimitieron el 19 de octubre, lo que ha tenido un impacto dramático en la capacidad de fabricación de semiconductores de China. Dado que la decisión es relativamente reciente, las repercusiones aún no son palpables.

Además, se han impuesto una serie de restricciones sobre el comercio en relación con la industria tecnológica china. A partir de la medianoche del 18 de octubre, los proveedores estadounidenses ya no están autorizado a comercializar con empresas chinas sin una licencia específica. Esto significa la imposición de restricciones tanto en el servicio y soporte en general, como en la comercialización real de productos.

Lucha de poder

A pesar de lo agotador que resulta destacar los problemas de liderazgo en Occidente, su explicación es relevante ya que explica gran parte de lo que está sucediendo. En primer lugar, la posición de Estados Unidos con respecto a China es sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta la disposición de la actual administración estadounidense a seguir esencialmente un plan utópico neomarxista de control mundial, el cual salió inicialmente de China. Enfrentarse a un régimen socialista colectivista es algo loable, pero dado el estado actual de la política estadounidense, la duda de si los mismísimos Estados Unidos no se estarían convirtiendo en un estado colectivista planea. Si este fuera el caso -que bien podría serlo-, entonces la "lucha contra China" no es tanto un asunto de batalla entre la libertad y el colectivismo represivo (como cualquier persona en su sano juicio esperaría), sino más bien una batalla entre campos socialistas utópicos compitiendo entre sí, como en el caso de la Segunda Guerra Mundial cuando los nacionalsocialistas lucharon ferozmente contra el bolchevismo (ambas ideologías tenían más ideas en común que lo contrario, sin embargo se consideraban mutuamente corruptores heréticos de una idea perfecta: el socialismo).

Al igual que con la caída de Inglaterra del dominio mundial a principios del siglo XX, los intentos de Estados Unidos por destruir a sus adversarios son infructuosos ya que no abordan la causa fundamental de la inestabilidad de los poderes: el enemigo ya se encuentra en su interior. Como resultado, no importando sus intentos, Estados Unidos no puede mantener el poder global a menos que modifique su trayectoria ideológica apartándose del colectivismo socialista.

Las sanciones de EEUU a China no sólo son una provocación, sino que también perjudicarán inevitablemente al propio país. La industria de los semiconductores seguirá tambaleándose y las cadenas de suministro se irán debilitando aún más puesto que los proveedores no tendrán el acceso adecuado a la comercialización sin licencias específicas. Dado el corto plazo de esta noticia, esto provocará aún más subidas de precios en el coste de vida en los propios Estados Unidos. De este modo, los de Washington se han convertido en lo que pretenden combatir: un gobierno colectivista sacrificando el bienestar de su propio pueblo en aras de grandes juegos de poder.

En términos de relaciones internacionales, la provocación de una gran potencia como China no es algo que deba tomarse a la ligera. Parece una repetición menos justificada de los embargos petrolíferos impuestos al Imperio de Japón en la década de 1930, pero a diferencia del caso de Japón, los chinos no están actualmente inmersos en guerras terrestres expansionistas y genocidios en Asia. En cambio, los propios problemas internos de China siguen siendo internos y sin cambios, de hecho es poco probable que arrinconando al PCC por la fuerza -suponiendo que eso es lo que está ocurriendo- produzca peores resultados en el frente doméstico ya que el partido intenta conservar el poder por la fuerza.

Incluso desde la perspectiva de Washington, esta decisión no parece tener ningún sentido a largo plazo. ¿Son los Estados Unidos realmente los vencedores? Es poco probable. De hecho, la industria china de semiconductores parece verse afectada sólo en la producción innovadora, y sólo por un breve período ya que la mayor parte del hardware militar chino es importado de Rusia, o fabricado con tecnología china. En respuesta a eso, también cabe señalar que China inevitablemente destinará más fondos a la nacionalización de la investigación y la fabricación de semiconductores, dejando fuera de juego a cualquier empresa respaldada por Estados Unidos, además de reforzar su decisión de hacerse con el control del sector tecnológico de Taiwán.

Es probable que esta decisión también haya condenado a la propia industria estadounidense de semiconductores. Al incluir en la lista negra a los consumidores chinos, una pérdida estimada del 40% de los ingresos significa que el diseño y la fabricación de semiconductores de vanguardia son prácticamente imposibles. Incluso TSMC, líder mundial en la fabricación de semiconductores, trabaja con un presupuesto muy reducido puesto que sus ciclos de producción requieren constantes revisiones para mantenerse al día con el tamaño cada vez más pequeño de las matrices necesarias para mejorar los chips. Estas revisiones cuestan miles de millones y deben realizarse al menos cada pocos años para mantener el ritmo de los ciclos de producción. Se sabe que si TSMC pierde clientes -a pesar de ser líder mundial- se enfrenta a graves problemas en su capacidad tanto para mantener las expectativas de producción como para revisar sus capacidades de producción. Ahora imagínese ser una fracción del tamaño de TSMC, mientras que la lista negra se calcularía en más de una cuarta parte del mercado potencial.

Cuáles habrían sido las soluciones

Mientras que resulta fácil limitarse a criticar esta decisión, tampoco cuesta adivinar lo que podría haber ocurrido en su lugar para evitar lo que inevitablemente se traducirá en un aumento de la hostilidad geopolítica y del coste de vida...

Como ocurre con tantas cuestiones políticas occidentales modernas, la situación con China se origina más que nada en el rechazo deliberado del nacionalismo por parte de Estados Unidos en favor de una extraña especie de globalismo neofascista. La externalización a China nunca iba a anunciar buenos presagios por dos razones. En primer lugar, las superpotencias compitiendo entre sí nunca se relajan, y la historia lo ha demostrado repetidas veces. En segundo lugar, el argumento común de los conservadores de que el libre mercado "seleccionó" a China (lo que justifica una confianza ilimitada) no tiene en cuenta que el Partido Comunista Chino gestiona un mercado controlado dentro de sus fronteras y que también debido a su propia ideología se opone a los principios del libre mercado. En consecuencia, no creo que la "mano invisible" del libre mercado funcione según las expectativas cuando lo que se pretende es la comercialización con una sociedad colectivista centralizada.

Los especuladores aprovecharon la oportunidad de externalizar la producción de mercancía a una nación en desarrollo. Los especuladores, como es de esperar, se contentaron en especular bajo el prisma de la recaudación de beneficios a corto plazo. De este modo, la mano de obra estadounidense se ha convertido en una fracción de lo que era, y el mercado se ha desplazado hacia abstracciones como el desarrollo de software y las industrias orientadas a la recopilación de datos. Su implicación a largo plazo era evidente; o bien el sueño globalista de los años 90 de interconexión, amor y paz se prolonga indefinidamente y la mano de obra subcontratada deja de ser un problema, o bien el globalismo fracasa y el mundo vuelve a los Estados-nación aislados, lo que en esencia implica partir de cero para los Estados Unidos. La evidencia nos lo está demostrando en este momento.

Si los Estados Unidos hubieran seguido invirtiendo en sus propias industrias nacionales, vigilando sus fronteras, calculando sus movimientos en cuanto a su dependencia de las naciones extranjeras, y alejándose de una vez por todas de la trampa de la ideología marxista globalista (algo que Estados Unidos ha hecho que perdurara por casi sesenta años), entonces tal vez la situación actual no habría ocurrido. La economía estadounidense sería más fuerte, el ciudadano medio probablemente habría disfrutado de una prosperidad duradera, un crecimiento económico y una innovación tecnológica basada en el descubrimiento y la grandeza en lugar del reduccionismo y la recopilación de datos. La medida insensata y antiestadounidense de exportar un número excesivo de mano de obra no quedará sin consecuencias, y las acciones extrañamente hostiles adoptadas para "reiniciar" estas industrias (o al menos destruirlas en China) no parecen una solución viable.

Otros motivos

A pesar de mis críticas al gobierno chino, cada vez soy más crítico con la propia política de Estados Unidos respecto a una "guerra con China". ¿Por qué? Porque Estados Unidos no está defendiendo una democracia de libre mercado, ni está luchando por la libertad. Está defendiendo su propia posición en la escena mundial contra lo que toma por un competidor importante. Ahora bien, esto sería razonable si los pilares de los Estados Unidos siguieran siendo edificados sobre los derechos y las libertades individuales. Pero como esas ideas se están tirando por el retrete a toda velocidad, las diferencias entre un Estado controlado por el PCC y un Estado controlado por Washington se están desvaneciendo a marcha forzada. Nos encontramos ante dos similitudes históricas... En primer lugar, las ideologías socialistas colectivistas suelen chocar violentamente entre sí, de ahí que la mayor parte de los combates en la Segunda Guerra Mundial se produjeran entre la Unión Soviética y los nacionalsocialistas, a pesar de que ambos afirmaran que su principal enemigo era la democracia y los "males" del capitalismo del libre mercado. Lo mismo se observó incluso a pequeña escala durante la guerra cuando las fuerzas estadounidenses y británicas suspendieron el suministro de armas a la Resistencia francesa tras revelarse que las armas enviadas rara vez se utilizaban contra la fuerza ocupacional nazi, sino que se empleaban en tiroteos y peleas callejeras entre grupos comunistas y socialistas franceses compitiendo entre sí.

El segundo paralelismo histórico es entre Estados Unidos y Gran Bretaña. Dado que Estados Unidos es esencialmente el equivalente moderno del Imperio Británico en cuanto a su alcance, poder militar e influencia global tanto en la política como en la economía, es justo decir que la comparación no queda del todo fuera de lugar. Cuando el Imperio Británico empezó a disiparse como líder mundial, los que estaban en el poder recurrieron a métodos cada vez más irracionales para sofocar la disidencia, retener el poder en el extranjero y evitar que cualquier imperio emergente asumiera el liderazgo mundial. Las decisiones cada vez más erráticas gobernadas por el pánico de Gran Bretaña prepararon el terreno para la Primera Guerra Mundial, y decisiones similares llevarían más tarde a agriar las relaciones con el Imperio Japonés, y a provocar a Alemania en otro conflicto. No estoy diciendo que Gran Bretaña fuera responsable de ninguna de las dos guerras, pero ciertamente no ayudaron a sofocar la posibilidad de un conflicto. Lo notorio es señalar que la Segunda Guerra Mundial marcó esencialmente el fin del Imperio Británico como líder mundial (al menos en un sentido simbólico), ya que intentó esporádicamente defender su título de los nazis, cuya recuperación y expansión económica daba la impresión de una Alemania en camino de convertirse en la superpotencia mundial preeminente, mientras intentaba mantener unido un imperio de ultramar moribundo (especialmente en el Raj británico). Al final, y a pesar de sus esfuerzos, Gran Bretaña caería del poder, abriendo el paso a Estados Unidos. De la misma manera, Estados Unidos está amenazado con el mismo destino. Las proyecciones de crecimiento económico de China les permite adelantarse a los Estados Unidos (cuya economía crecerá, pero a un ritmo estancado) en las próximas décadas. Del mismo modo, la elecciones más fatales de América -aceptación de ideas socialistas y rechazo del capitalismo de libre mercado- está dando lugar a un "imperio moribundo" en el extranjero, similar al que presenció Gran Bretaña hace cien años.

Así se presenta el panorama general; los Estados Unidos están actuando de forma irracional en su intento de conservar el poder. Si a esto le añadimos la podredumbre ideológica que supone el marxismo moderno aceptado por los que manejan el poder, no debería sorprendernos que la situación actual se esté desarrollando como lo está haciendo. Nada parece defender o mejorar al estadounidense medio. El intento de "matar de hambre" a China bloqueando el transporte marítimo, imponiendo restricciones a las importaciones y exportaciones, y obligando a los empleados a perder sus puestos de trabajo, todos obedecen a movimientos realizados esencialmente por una nación socialista colectivista en guerra contra otra. Incluso los términos "democracia" y "libertad" se han pervertido en su uso, careciendo de su significado original, ya que los políticos los lanzan para justificar la superioridad de sus ideologías socialistas y reclamar el poder sobre la ideología socialista china. Es absurdo.

Últimas Reflexiones

Era obvio que el globalismo iba a fracasar, pero en su repentina toma de conciencia, Washington puede haber hecho que la situación sea aún peor de lo que originalmente se pensaba. Al igual que las sanciones rusas están empujando a Europa a lo que podría convertirse en una crisis de nivel anterior a la Tercera Guerra Mundial, las decisiones mal planificadas parecen estar allanando el camino para más problemas con respecto a China, sin preocuparse por el ciudadano medio de los EE.UU. que será el que más sucumbirá ante su impacto. Al igual que con la exportación inicial de industrias a naciones extranjeras, los políticos estadounidenses, con su objetivo de destruir el libre mercado, y los especuladores, con su falta de discernimiento ideológico, se han afanado en contra de los Estados Unidos y de la mejora de su pueblo.

Si es que Estados Unidos pretende mantener su cabeza fuera del agua -por no hablar de seguir liderando el mundo- sus ciudadanos deben reinstaurar la doctrina fundacional de la nación. Los que llevan el timón en Washington no son, por definición, estadounidenses, ya que no defienden el planteamiento de la Declaración de Independencia. Todo no está perdido aún para Estados Unidos, pero urge actuar para devolverle su resplandor. Las cosas parecen oscilar en el filo de la navaja dadas las elecciones a medio término del mandato. Esperemos que los EE.UU. recobren sus sentidos y sus principios fundacionales.