Traducido por el equipo de SOTT.net

La coyuntura histórica actual es un espectacular caso de estudio sobre consecuencias imprevistas y resultados opuestos.
War Criminal Blair
© Alex Krainer's TrendCompass
Resulta casi surrealista contemplar los cambios que se han producido en los últimos 12 meses. Esta semana, hace un año que Sir Tony Blair publicó un artículo en las páginas de su importantísimo Instituto Tony Blair para el Cambio Global. Se titulaba "El desafío inmediato en Ucrania: máxima presión combinada con negociación estructurada" (en contraposición al tipo de negociación ordinaria para simplones).

El Caballero Compañero de la Muy Noble Orden de la Jarretera abre su tratado con la afirmación: "Putin ha calculado muy mal", y divaga sobre cómo Occidente "se ha unido de manera impresionante para reunir un vasto arsenal de sanciones que con el tiempo colapsarán la economía rusa. [...] al final, esta agresión bien puede anunciar la caída de Putin". Sir Tony retrata al propio hombre como una ruina ansiosa, "desvinculado de la realidad y sin nadie a su alrededor dispuesto a decirle la verdad". En otras palabras, un arquetipo de villano megalómano de dibujos animados.

Pero fue Sir Tony, y muchos otros como él, quienes han demostrado estar desconectados de la realidad. Como escribió Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, "Los hombres no miran las cosas como son en realidad, sino como desean que sean... y se arruinan". Mientras tanto, la verdad era fácilmente discernible para cualquiera que quisiera ver las cosas como son. El 25 de marzo del año pasado, un mes después de iniciada la guerra de Ucrania, escribí que "Si la geopolítica de hoy fuera un partido de tenis, esto sería un 6:0, 6:0 para Rusia."

Dos siglos de Rusofobia formaron la mentalidad occidental

El problema fue que durante décadas, y especialmente desde que Vladimir Putin llegó al poder en 2000, los medios de comunicación occidentales lo demonizaron implacablemente y trataron a Rusia con absoluto desprecio, impidiendo casi cualquier información objetiva. Lamentablemente, muchos en Occidente se tragaron la rusofobia a pies juntillas, contentándose perfectamente con asentir con aprobación a tonterías como la fría opinión experta de James Clapper de que los rusos "están casi genéticamente inclinados a cooptar, penetrar, ganar el favor, lo que sea, lo cual es una técnica típicamente rusa". ¿Lo sabías? Hay todo un genotipo diferente en esos ruines rusos, muy diferente del de los occidentales que están genéticamente impulsados a hacer sólo cosas buenas y decentes.

Seguros de su propia superioridad y rectitud, los líderes occidentales se enfrentaron a los infrahumanos rusos, y siguen sin inmutarse hasta el día de hoy en su ceguera voluntaria. Ahora que las ruedas del carro se están soltando, algunos están reconociendo la inminente derrota, pero se aferran a la superioridad moral: ya, de acuerdo, puede que Putin esté ganando, ¡pero es un matón! En serio, acabo de oír eso esta semana. ¿Se supone que eso es algún tipo de redención moral? ¿Y qué pasa si eso también es falso? En cualquier caso, ¿cuál es el resultado? Podría ser peor que un simple 6:0, 6:0 para Rusia: podría ser todo eso más la bancarrota y un ataque al corazón en la cancha.

Consecuencias imprevistas y resultados opuestos

La coyuntura actual de la historia debe figurar entre los casos más espectaculares de lo ruinoso que puede resultar hacer caso omiso de la verdad y operar sobre la base de una versión distorsionada de la realidad. La economía rusa no se derrumbó "con el tiempo", como opinaba nuestro valeroso caballero, y el rublo no se convirtió en escombros, como predijo Joe Biden. El impresionante "arsenal de sanciones" de Occidente fue, de hecho, un impresionante gol por cuenta propia. Además de perder su maniobra geopolítica, las naciones occidentales están ahora ahogadas en malas deudas, obligadas a otra costosa ronda de rescates de nuestros sistemas financieros. Mientras el FTX retrocede en la memoria, se han acumulado más ruinas con Silvergate, Signature Bank, Silicon Valley Bank y First Republic Bank.

Pero podría ser peor: un grupo de investigadores de la Northwestern University, Stanford y la Columbia Business School descubrió que si la mitad de los depositantes no asegurados de todo el sistema bancario estadounidense decidieran retirar su dinero en una crisis, "casi 190 bancos corren el riesgo potencial de sufrir pérdidas, y que los activos de los bancos estadounidenses valen la asombrosa cifra de 2 billones de dólares menos de lo que indican sus cuentas". ¿Cuánto son 2 billones de dólares? Más o menos, son 6.500 dólares por hombre, mujer y niño en Estados Unidos, o 16.250 dólares por hogar. Y eso sólo en Estados Unidos, cuyo sistema bancario se considera relativamente sólido en comparación con los bancos europeos. Luego tenemos a Credit Suisse, el zombi que necesitó un rescate de 54.000 millones de dólares para permanecer como un muerto viviente.

¡Concéntrense en la verdad y cuidado con las operaciones psicológicas!

No obstante, debo añadir que el estudio anterior debe tomarse con cautela. Da lugar a titulares alarmantes, pero sospecho que cualquier cosa que salga de Stanford puede ser una operación psicológica. Para ser un estudio tan extenso que debe haber tardado meses en completarse, su cronología es muy sospechosa.

Sea como fuere, la verdad parece tener la costumbre de aparecer siempre como la cuestión central. ¿Es realmente necesario afirmar lo obvio: que la verdad debería ser la base de toda toma de decisiones, pero especialmente cuando nos enfrentamos al riesgo y la incertidumbre? La verdad es uno de los cuatro principios del éxito en la gestión de inversiones a largo plazo que definen el I-System Trend Following. Los otros tres son: estrategia, disciplina y paciencia. De hecho, esos cuatro principios deberían aplicarse a la vida en general.