"Significantes vacíos" llenos de hipocresía y guerra de clases

Un fantasma recorre Europa... El fantasma del populismo. Populismos de izquierdas (nueva socialdemocracia), de derecha (viejos y nuevos fascismos) y, ahora, terceras vías populistas (como Sumar de Yolanda Díaz).
Yolanda Díaz
© Yolanda Díaz
En estos días, he leído muchas veces la comparación entre la nueva fuerza política de Yolanda Díaz y el surgimiento de Podemos. No estoy de acuerdo. Creo que el de Sumar habría que analizarlo como un fenómeno radicalmente nuevo. Lo que tienen en común Podemos y Sumar es, evidentemente, su base teórica (y su implementación política): la teoría de la hegemonía de Laclau y Mouffe, responsables de caricaturizar a Gramsci (y a Lacan), gracias a la nueva significación político-institucional de los conceptos de "hegemonía" y "significante vacío".

Pero hay una diferencia fundamental entre las dos fuerzas políticas y el contexto en el que surgen, que se traduce en los discursos y significantes vacíos que se ponen en el centro y, también, en los intereses de clase que defienden: Podemos surge como respuesta (conservadora) a una revuelta popular (el 15m), que, aún con todas sus contradicciones, puso en cuestión al Régimen del 78. Podemos no fue, como nos vendieron, la fuerza que dio "voz a los sin voces" en el Congreso, sino que fue la forma del sistema de subsumir ese malestar social dentro de los cauces del estatus quo.

Pero Podemos, siendo hijo (edípico) de ese movimiento, tuvo que mantener sus "significantes vacíos" (y, en parte, sus propuestas políticas) coherentes con ese movimiento y con sus reivindicaciones: "fin del Régimen del 78", "la política de los de abajo", "el 99% contra el 1%" etc. Eso llevó a que Podemos tuviera una función concreta dentro de la lucha de clases: diluir la lucha de clases y convertirse en el Partido de las "clases medias".

Podemos se hizo representante de la síntesis y mediación entre proletarios, aristocracia obrera e intereses de la pequeña burguesía. Lo que lo hizo reaccionario, en términos de lucha de clases, porque, no existiendo posibilidad de síntesis entre intereses de clase antagónicos, acabó por representar a los intereses de la pequeña burguesía, pero hablando en nombre de la clase trabajadora.

Pero el fenómeno Sumar es diferente y todavía más reaccionario, en este sentido. Sumar no debe nada a ninguna movilización. Sumar no es hijo de unas (aún contradictorias) revueltas o malestares sociales.

Sumar es hijo del estatus quo y de la paz social, es hijo del gobierno más militarista e imperialista de la historia y de la herencia del Régimen del 78. Y esto lo vemos en sus significantes vacíos: ya no hay la "política del 99%, ni la de "los de abajo".

Ahora hay "la política de la esperanza", "de la ilusión", "del diálogo" "de los sueños", "de la felicidad", "de los afectos alegres"... Y un largo etcétera de significantes vacíos que parecen salidos de un libro de auto-ayuda yankee.

Tanto Podemos como Sumar son una respuesta y herramienta del sistema para incidir en la lucha de clases, pero de forma diferente: la operación de Podemos fue una síntesis conservadora para diluir la lucha de clases y construir un bloque "progresista" de "clase media", para poner en el centro no los intereses de la clase trabajadora y del proletariado, sino los intereses de las "clases medias".

Pero es que la de Sumar es, directamente, una operación reaccionaria que apunta a borrar por completo la lucha de clases, en nombre de la "política de todos".

"Política de todos" que devuelva la ilusión, la esperanza y los sueños tanto a la obrera del metal, a la trabajadora del hogar y al repartidor de Amazon, como al empresario patrón de la fábrica del metal, a la propietaria de casa que explota a la trabajadora del hogar y al ejecutivo de Amazon.

No es un caso que el gran símbolo de Sumar, usado como arma propagandística, sea la Reforma Laboral, una Reforma pactada con los sindicatos reaccionarios españoles y la Patronal.

Si Podemos fue la síntesis y mediación entre proletariado y pequeña burguesía (defendiendo los intereses de la pequeña burguesía y dando alguna migaja a la clase trabajadora), Sumar se propone, desde el principio, como la síntesis y mediación entre las dos clases antagónicas y sus diferentes capas.

Va a ser el Partido de la oligarquía, recomposición del bloque político de la burguesía, cuyo objetivo es borrar y ocultar todo antagonismo (y lucha) de clases bajo la capa ilusionista de los sueños, la ilusión y la esperanza.