Empresas privadas de Brasil, de sectores estratégicos como la minería o la infraestructura, espían e infiltran a los movimientos sociales y sus actividades, determinó una reciente misión de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH).
© Justiça GlobalLos miembros de la misión de la Federación Internacional de Derechos Humanos, durante la presentación de las conclusiones preliminares de su visita a Brasil.
Hace casi un año, el 24 de febrero de 2013, durante una reunión de planificación de los líderes del
Movimiento Xingú Vivo para Siempre en Altamira, una localidad del norteño estado de Pará,
se sospechó que una persona estaba registrando las conversaciones y decisiones del encuentro.Ese colectivo, que reúne a organizaciones sociales y ambientales de zonas cercanas al proyecto de la megacentral hidroeléctrica de Belo Monte, que sería la tercera del mundo cuando entre en operaciones, se opone a la instalación de la represa sobre el río Xingú, en la Amazonia brasileña.
Las sospechas se confirmaron cuando se verificó que
uno de los participantes, recién sumado al movimiento, tenía en sus manos un bolígrafo espía."Todas las veces que alguien intervenía, el dirigía el bolígrafo a donde se encontraba. Fue algo completamente inesperado", dijo a IPS la abogada Roberta Amanajás, de la Sociedad Paraense de Derechos Humanos, que integra el Movimiento.
"Esa reunión fue un momento muy estratégico, en que intercambiamos informaciones privilegiadas, que solo tienen las organizaciones del colectivo. Él
era un espía contratado por el consorcio que construye la obra", explicó la activista, que participó en el encuentro.
Al ponerlo al descubierto, el espía se identificó como Antônio y confesó que
se había infiltrado en el Movimiento para así vigilar las actividades de su coordinadora, Antônia Melo.
Según Amanajás, el espía contó que iba a enviar el material a la división de inteligencia del Consorcio Constructor Belo Monte y a la
Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), que mantiene un agente en Altamira.
"Contó que tenía que seguir todos los pasos de la coordinadora para el consorcio y que también había sido responsable del despido de 80 trabajadores de la obra", detalló la abogada.
Comentario: Rusia niega que se trate de sus tropas, los supuestos soldados no tienen distintivo alguno, pero igualmente se culpa a Rusia por esta "intromisión". Interesante... ¿Otra campaña para desacreditar a Putín? ¿Otra prueba de que la nueva Ucrania ya es un títere de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN?