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Un informe del Gobierno al Congreso publicado hoy reconoce que Estados Unidos gastó demasiados recursos en Irak desde la invasión en marzo de 2003, pero obtuvo muy pocos resultados. El Inspector General Especial para la Reconstrucción de Irak, Stuart Bowen, dijo que 10 años después y tras invertir más de 60 mil millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, el país del Levante es tan inestable que sus propios líderes se cuestionan la validez de la intervención.

El esfuerzo de reconstrucción alcanzó un nivel mucho mayor de lo que se había previsto, a un ritmo de casi 15 millones de dólares diarios, y los resultados no se correspondieron con los fondos gastados.

En total, incluyendo todos los costos militares y diplomáticos, más otras ayudas, Washington invirtió al menos 767 mil millones de dólares desde el inicio de la intervención militar.

Alrededor de un tercio del dinero se utilizó en entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad iraquíes, pero estas actualmente carecen de capacidades para garantizar la estabilidad del país y controlar las fronteras terrestres, aéreas y marítimas, agrega el texto.

En entrevistas con Bowen, el primer ministro iraquí Nouri al-Maliki dijo que hubo mucho derroche en el empleo de los fondos, y las tareas de reconstrucción tuvieron resultados muy desfavorables en general.

El Gobierno iraquí está afectado por la corrupción, las calles de Bagdad están semidestruídas por los efectos de los atentados explosivos que se producen a diario, un cuarto de los 31 millones de habitantes viven por debajo del límite de la pobreza, y muy pocos disfrutan de electricidad y agua potable, añade el informe.

La senadora republicana por el estado de Maine, Susan Collins, señaló que ha sido un esfuerzo extraordinariamente frustrante, el dinero se gastó de forma irresponsable y con alto nivel de corrupción.

Los efectos desastrosos en Irak son un adelanto de lo que puede suceder en Afganistán, donde hasta ahora Washington gastó más de 90 mil millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, en una campaña que en lo esencial culminará en diciembre de 2014, señala hoy un artículo del diario Stars and Stripes.

Las tareas de reconstrucción en ese país asiático enfrentarán resultados similares, si no se mejora su supervisión, porque al igual que en Irak, los funcionarios están demasiado ansiosos en concretar los proyectos en medio de una guerra civil, y la mayoría de las veces los emprendían sin un plan sólido de ejecución.

Más de cuatro mil 480 militares estadounidenses murieron en Irak entre 2003 y 2012, mientras en Afganistán el número de bajas fatales de norteamericanos asciende a unas dos mil 178 de 2001 a la fecha.

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