Fue en 1985 cuando el mulá Omar y su equipo Yihadista-Taliban-Al qaedista fueron invitados por Ronald Reagan a la Casa Blanca para tomar té y negociar la construcción del gaseoducto transafgano (Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India, " TAPI") sobre las ruinas del espacio soviético. Después del
11 de septiembre, y para no herir sensibilidades,
esos encuentros con la ultraderecha islamista, financiada por la CIA, se trasladaron a las bases del Pentágono en el Golfo Pérsico: de allí es de donde salen los "rebeldes" afganos, chechenos, libios, yemeníes, sirios, iraquíes, chinos, entre otros, con la misión de cortar cabezas y provocar el llamado
"caos creativo" - o lo que es lo mismo, guerras - , en los países rivales y/o productores de hidrocarburo.
© CCfPAMapa del gaseoducto
El actual "Gran Juego" entre las potencias grandes y medianas del mundo, que discurre en Eurasia agitando la bandera negra yihadista sigue girando en torno a los gaseoductos. En esta partida,
la ofensiva del intrépido Obama contra China - su principal obsesión - , pasa por el control sobre el gas de Rusia y de Irán, principales reservas mundiales del "Oro Azul", con el fin de impedir la llegada de energía a las venas de la económica del gigante asiático.
Comentario: Mira que tienen poca vergüenza estos líderes europeos, cuando han sido ellos quienes han creado la amenaza y la desestabilización en Ucrania: