Letta, en vez de hacerlo, convocó a los periodistas por la tarde, anunció un nuevo plan de Gobierno y, con una sonrisa de monje zen, lanzó un desafío público a Renzi: "Si quiere mi puesto, que lo diga". 24 horas después, Renzi, ante la dirección del partido de centroizquierda y con la televisión en directo, insistió en la necesidad de jubilar a Letta - que apenas lleva 10 meses al frente del Ejecutivo - y pidió su reprobación. La obtuvo por 136 votos a favor, 16 en contra y dos abstenciones.
Un minuto después, mientras Renzi celebraba el fratricidio tecleando en su teléfono móvil, el primer ministro anunció mediante un comunicado que al día siguiente presentaría su dimisión ante el presidente de la República, Giorgio Napolitano. Si, como parece claro, Napolitano encarga a Renzi la formación de un nuevo Gobierno, el alcalde de Florencia, que no es ni senador ni diputado, se convertirá en el tercer primer ministro de Italia que, en el plazo dos años y dos meses, accede al cargo sin el respaldo de las urnas.
Una semana crucial
P. O
El domingo 9 Matteo Renzi emplaza a Enrico Letta, en dos entrevistas en sendos periódicos italianos, a que aclare el futuro de su Gobierno.
El lunes 10, Renzi se reúne en el palacio del Quirinal con el jefe del Estado, Giorgio Napolitano.
El martes 11 Letta acude también a un encuentro con Napolitano y anuncia un pacto de coalición para mantener a su Ejecutivo.
El miércoles 12 Renzi y Letta se reúnen durante más de una hora para debatir qué rumbo debe tomar el Ejecutivo. Letta rechaza dimitir y presenta el programa Compromiso por Italia 2014.
Hay, sin embargo, algo que diferencia sustancialmente a Renzi de sus predecesores. Ni el profesor Mario Monti, fichado por Napolitano en noviembre de 2011 para sacar a Italia del pozo en que la había metido Silvio Berlusconi, ni Enrico Letta, elegido también por Napolitano para superar el bloqueo institucional provocado por la pírrica victoria del PD en las pasadas elecciones, se presentaron jamás como adalides de la nueva política. Renzi, de 39 años, llegó a la política nacional bajo el compromiso de mandar al desguace las viejas y sucias costumbres de la casta, esto es, las intrigas palaciegas, las puñaladas por la espalda, los pactos de conveniencia con los enemigos irreconciliables.
Comentario: Interesante artículo, pero según nuestras investigaciones, este asunto de la falsa democracia es mucho más complicado. No se trata sólo de una plutocracia económica, sino de una despiadada patocracia. Les recomendamos el siguiente ensayo sobre la patocracia: