Traducido por el equipo de SOTT.net
¿Tiene la podrida civilización occidental alguna esperanza de resucitar y sobrevivir?
El infame Carl Rove (no nos molestaremos con una nota explicativa, quien recuerde a este vaquero y siga interesado puede buscarlo)
hace veintitantos años articuló lo esencial de la fanfarrona ideología del imperio:
Ahora somos un imperio, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras ustedes estudian esa realidad - juiciosamente, como quieran - nosotros actuaremos de nuevo, creando otras nuevas realidades, que ustedes también podrán estudiar, y así es como se ordenarán las cosas. Somos los actores de la historia... y a ustedes, a todos ustedes, sólo les quedará estudiar lo que hacemos.
Los estudiosos del "imperio" deben preguntarse, en efecto, cómo comentaría ahora este hombre insensato, si es que aún anda por ahí, su antigua declaración. El imperio en cuyo nombre habló arrogantemente Rove hace un cuarto de siglo yace en ruinas; sus poderes de producción de realidad parecen notablemente disminuidos.
Si el pretencioso papanatas de Rove tuviera alguna noción de historia, probablemente admitiría que la vida útil de su imperio ha sido incluso más corta que la de Asiria, su efímero prototipo de la antigüedad.
La burda vulgaridad de la jactancia de Rove no debería, sin embargo, ocultar el hecho de que un desdén similar por la realidad fue articulado antes que él por Lord Bertrand Russell, desde cualquier punto de vista una figura genuinamente sustancial. En su tratado de 1953 "
El Impacto de la Ciencia en la Sociedad", el sofisticado intelectual Russell escribió una versión mucho más pulida y cínica de los desvaríos plebeyos de Rove:
Los psicólogos sociales del futuro tendrán una serie de clases de escolares con los que probarán diferentes métodos para producir una convicción inquebrantable de que la nieve es negra (página 33).
El esfuerzo por invertir la realidad y producir esa convicción inquebrantable está en pleno funcionamiento en la terminalmente enferma comunidad de naciones a la que Dostoievski se refirió caritativamente como "el precioso cementerio", ahora conocido también como el Occidente Colectivo.
La nueva moda ideológica de Occidente es la inversión de la realidad. Otra forma de decirlo es que la expresión más convincente de lealtad a los valores de Occidente consiste en negar vociferantemente la evidencia de los propios sentidos.
Comentario: Antes de la protesta, Gateway Pundit informó: