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Argentina - La perversa manipulación oficial de las estadísticas del Indec produce resultados dañinos en todo sentido. No sólo distorsiona la realidad económica y social, sino que impide alcanzar acuerdos serios en materia de diagnósticos y políticas a aplicar. La mentira en las mediciones de pobreza e indigencia se va convirtiendo en un escándalo que avergüenza a propios y ajenos.

Según el Indec, a fines del año pasado la pobreza alcanzaba al 5,5% de la población, unos 2,2 millones de habitantes. Y la indigencia al 1,5%, unos 600 mil habitantes. Pero según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) la pobreza alcanza al 26,9% de la población, es decir unos 11 millones de habitantes. En tanto la indigencia sería del 5,5%, esto es, unos 2,2 millones de personas.

Esta enorme disparidad en las cifras lleva a preguntarse si estamos hablando del mismo país o de dos países distintos.

Lamentablemente se trata del mismo, el nuestro, la Argentina de la segunda década del siglo XXI. También las cifras difieren en la tendencia: mientras para el organismo oficial tanto la pobreza como la indigencia bajaron durante el año 2012, para el Observatorio de la UCA ambos crecieron.

Las cifras no difieren por razones metodológicas o de procedimiento, para determinar pobreza e indigencia. Ambas mediciones se hacen de la misma manera, comparando los ingresos de las personas y familias con relación a los valores de la canasta alimentaria y total.

La enorme brecha entre ambas mediciones radica en los precios de las canastas que toma cada institución. Mientras el Indec toma los precios de ficción con que elabora sus índices, la UCA toma los índices de las provincias y centros académicos que relevan la realidad que viven los consumidores diariamente.

Así, a fines del año pasado para el gobierno una familia tipo con ingreso mensual de $ 714 o más dejaba de ser indigente, en tanto para la UCA esa cifra era de $ 1.449. Lo mismo ocurre con la pobreza: mientras la medida oficial dice que una familia que dispone de un mínimo de $ 1.588 no es pobre, ese número para la UCA es de $ 3.226.

Llamativamente, estas cifras que difieren en el orden del 100%, coinciden plenamente con la diferencia de aumento de precios entre el índice del Indec oficial y el que ha seguido relevando la especialista Graciela Bevacqua tal como se hacía antes de la intervención del organismo oficial.

Números aparte, debe señalarse que el trabajo que realiza el Observatorio Social de la UCA goza de una gran aceptación en los ámbitos especializados en estos temas. El Programa se realiza desde el año 2004 en forma continuada, mediante una encuesta nacional con indicadores de desarrollo humano e integración social a hogares, poblaciones y niños residentes en áreas urbanas del país.

Actualmente, en el marco del proyecto "La Argentina del Bicentenario 2010-2016", la encuesta releva 5.700 hogares. A partir de estos relevamientos, el Observatorio Social dispone de una base de datos primarios con indicadores sociales válidos, metodológicamente confiables y con amplia aplicación y reconocimiento académico y político-institucional. En otras palabras no se trata solamente de una simple comparación de precios e ingresos.

Estos y otros datos muestran que el "modelo de acumulación con crecimiento e inclusión social" no pasa de mera propaganda política, de un cuento que solamente creen funcionarios y aplaudidores, ellos sí muy bien pagos y bien lejos de la línea de pobreza.

Por el lado de los ingresos, los datos coinciden con la propia información dada por éstos, tales como que 12 millones de personas ganan menos de $ 3.000 mensuales. Más preocupante es la importante dispersión o diferencia entre regiones y actividades. En nuestro país, además de brecha entre los mayores ingresos y los más bajos, se han producido grandes diferenciaciones para actividades similares por provincias, municipios, organismos descentralizados.

Lo cierto es que, se acepte o no, la economía argentina no anda bien. La inflación y los desequilibrios producidos por la arbitraria intervención del Estado en todos los órdenes de la economía, están requiriendo una revisión de fondo de la política económica nacional.