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Un derrame de crudo que afectó al río Napo se volvió un tema político internacional al cruzar la frontera con Perú y alertar a Brasil. Pero el promedio entre 2000 y 2010 habla de un problema recurrente.En Ecuador todo estaba listo para celebrar la Semana del Ambiente a principios de junio. Pero irónicamanete, el último día de mayo le trajo al Ministerio del Ambiente un gran problema, nuevo y viejo conocido a la vez: otro derrame de petróleo en uno de los principales oleoductos del país, que vertió más de 11.400 barriles de crudo a orillas del río Coca, en el noreste de Ecuador.
El vertido se convirtió en una extensa mancha negra que se desplazó con el curso del río y llegó al río Napo, que pasa junto al Parque Nacional Yasuní, uno de los de mayor biodiversidad de la Tierra, antes de seguir hacia Perú y desembocar en el Amazonas.
Fue así como el derrame terminó teniendo consecuencias políticas y acaparando la atención del país vecino e incluso la del de más allá, Brasil, que se declaró "en alerta" el domingo a la espera de que la mancha negra pudiera eventualmente llegar a su territorio, algo que al parecer aún no ha pasado y tal vez nunca llegue a ocurrir de manera visible.
Pero este derrame, causado por un deslizamiento de tierra que arrastró un tramo del oleoducto conocido como SOTE (Sistema de Oleoducto Transecuatoriano), es sólo el más reciente de muchos en Ecuador.
Hace apenas dos meses que otro accidente por un deslave causó un derrame en otro oleoducto, el de Crudos Pesados (OCP), en el que más de 5.000 barriles de crudo contaminaron un área agrícola y ganadera de la provincia costera de Esmeraldas, en el noroeste del país.
"Ecuador es el mejor ejemplo de por qué no se debe extraer petróleo en la Amazonía", le dijo a
BBC Mundo el biólogo e investigador Diego Mosquera, director de la Estación de Biodiversidad de Tiputini, en el parque Nacional Yasuní.
"Ha habido derrames muchísimas veces. En los últimos 30 años por las operaciones petroleras
en la Amazonía se han derramado algo así como 20 millones de galones de petróleo", dijo Mosquera, que lleva 15 años trabajando en la zona.
Según datos del Ministerio del Ambiente ecuatoriano la media de accidentes entre 2000 y 2010 fue de casi 50 al año. Y en 2011, según datos del ministerio citados por el diario Hoy, se reportaron 60 derrames de hidrocarburos en el país."A veces cuando son derrames pequeños, en refinerías o por negligencia, ni siquiera aparecen en las noticias", asegura Mosquera.
La dificultad de medir lo daños"Se sabe que la Amazonía es un hábitat muy frágil. Entonces cualquier impacto, por mínimo que sea, tiene un efecto muy grande", dijo el biólogo.
Los derrames pueden tener grandes repercusiones ecológicas y económicas, que pueden afectar la fauna y a la flora, el turismo y a las comunidades que viven en la Amazonía, que dependen de la pesca y de los ríos como fuente de agua potable.
Los daños causados dependen de la cantidad y el tipo de crudo derramado en cada accidente, así como de las medidas tomadas para su contención y limpieza. Pero en este caso, según Mosquera, es difícil valorar el impacto ecológico.
"Como es una mancha de petróleo que se mueve por el río va dejando un impacto allá por donde pasa", explicó.
Eso afecta también a comunidades que dependen del río para su subsistencia, como la población de la ciudad de Coca, que se quedó sin acceso al agua.
Algunos componentes del petróleo son solubles en el agua y otros se evaporan. Algunos se depositan en el fondo de los ríos, parte se queda varada en los meandros y parte por las riberas. Así que a medida que la mancha avanza río abajo se va desvaneciendo.
Lo que queda visible son "manchas de petróleo en las orillas" y "aceite en el agua".
"En la parte ecuatoriana, por ejemplo, ya no se ve mucho el impacto porque la mancha de petróleo ya se fue".
Según el biólogo, se puede predecir el impacto que el accidente tendrá sobre la población de peces o aves, por ejemplo, pero para dar cifras hace falta hacer estudios más complejos.
Entretanto, el ministerio del Ambiente ecuatoriano informó el lunes en su página web que estaba emprendiendo "las acciones necesarias para garantizar que los daños ocasionados por los derrames de petróleo producidos por diferentes causas en Ecuador, sean reparados".
¿Daños inevitables?El accidente que causó este último derrame en Ecuador fue aparentemente fortuito: es difícil predecir un deslizamiento de tierra.
Pero sólo un 1,5% de todos los derrames que tuvieron lugar entre 2000 y 2010 fueron por un "desastre natural", según datos del ministerio del Ambiente ecuatoriano.
Fue la "corrosión" la que causó mayores daños: un 28% del total de accidentes, seguido de "atentados", con un 26% y de fallas mécanicas con un 17%.
Según le dijo a
BBC Mundo Alexandra Almeida, coordinadora de la línea de petróleo de Acción Ecológica de Ecuador, el SOTE "ya es un oleoducto viejo".
"Ya sobrepasó su tiempo de vida óptima. Eso pudo haber contribuido a que esa ruptura fuera más fácil", añadió.
El SOTE, que tiene unos 500 km de largo, con tramos bajo tierra y tramos expuestos, fue construido en los años 70 para llevar el petróleo desde la Amazonía hasta la costa, cruzando los Andes.
Este gran oleoducto tiene cierta tecnología diseñada para tratar de evitar los derrames, como bombas de presión que bombean el petróleo y cuyo funcionamiento se puede detener para minimizar daños en caso de derrame.
Pero según Almeida ninguna tecnología es perfecta.
"Estos eventos no se pueden evitar. Cuando se hace actividad petrolera siempre hay riesgos de este tipo", dijo.
Según Almeida estos derrames deben ser una señal de alerta frente a las nuevas propuestas para ampliar la política de explotación petrolera en Ecuador a otros lugares, como el centro-sur de la Amazonía, "donde hay unos bosques casi intocados".
"Este tipo de eventos nos están dando señales para que pensemos bien qué es lo que estamos haciendo para el futuro del país", declaró.
Según la activista, en el telón de fondo de este problema hay una dialéctica entre los intereses económicos y la protección del medio ambiente.
"Siempre se prioriza el ingreso económico de una actividad, como la petrolera o la minera, sobre los daños ambientales que puede provocar", lamentó Almeida.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha defendido en numerosas ocasiones la explotación petrolera como una fuente de ingresos clave para la economía del país.
Pero desde la Estación de Biodiversidad de Tiputini, en el parque Nacional Yasuní, el biólogo Diego Mosquera asegura que desde hace décadas Ecuador es "un precedente mundial" de cómo no hacer las cosas."Si tú haces un tour por la parte sur de la Amazonía, donde estamos nosotros, ahí todavía ves fauna en estado silvestre", dijo.
"En cambio en el norte se hace lo que llamamos un "toxitour": un tour en el que tú vas viendo todos los efectos directos e indirectos que la explotación petrolera ha dejado en el medio ambiente", concluyó.
Entretanto, las autoridades de Ecuador y Perú siguen sobrevolando el río Napo y monitoreando las riveras en busca de la mancha de hidrocarburos.
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