Pobladores del barrio Kungo a Yenguele, en la norteña provincia angoleña de Zaire, enterraron hace dos años a uno de sus hijos y hoy vuelven a llorar, pero de pavor, al confirmarse que está vivo y coleando.

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En un extenso reportaje, el diario Jornal de Angola asegura que en ese arrabal reina el pánico tras conocerse el retorno de Samuel Joao Inés, quien "murió" el 31 de julio de 2012, como atestigua el certificado de defunción emitido por el Hospital Municipal de Soyo.También en ese documento, al que tuvo acceso el periódico, aparece la firma del director clínico del centro, García Dizwampovessa.

De acuerdo con el certificado, Joao Inés perdió la vida a los 24 años, víctima de una contusión cerebral y fractura de la base craneana como consecuencia de un accidente de tránsito.

Los familiares declararon a la publicación que luego de la tragedia fue confirmada la muerte del joven y se cumplieron los trámites legales para su entierro, que aconteció el 2 de agosto de 2012.

En el funeral estuvieron presentes su madre y la viuda nombrada Minga, quien ahora se niega a vivir con el "muerto que ya lloré".

Según el rotativo, el pasado 30 de julio Joao Inés fue reconocido por un pariente en la vía pública y este comentó que ahora trabajaba en una hacienda en la vecina provincia de Uige.

"Él tiene una marca de nacimiento y yo la reconocí", dijo la madre sobre su verdadero hijo. Minga admitió asimismo que "este Samuel" tiene igual seña en su cuerpo como su esposo fallecido.

En todo el municipio de Soyo solo se habla del joven, quien reside en el barrio 1 de mayo, donde numerosas personas pasan por la calle frente a la morada para ver al "difunto que regresó".

Con total tranquilidad, Joao Inés detalló que después del accidente fue socorrido por un "grupo de personas de otro mundo" y llevado a Uige, donde recibió tratamiento y quedó curado de las lesiones craneanas.

Argumentó que "como forma de agradecimiento, me quedé a trabajar con mis salvadores y solo ahora regreso a casa".

También enfatizó que nunca murió y estuvo internado en el Hospital Municipal de Soyo, donde ahora nadie se atreve a explicar quién hace dos años fue enterrado en el cementerio de la comuna de Samba.