El legendario realizador cinematográfico expone con lucidez el camino simple para enfrentar el sinsentido

Stanley Kubrick
En 1968 Playboy, la conocida revista para adultos, realizó una entrevista al entonces cuadragenario Kubrick, aprovechando el furor y la controversia que el estreno de su entonces reciente película 2001: Odisea en el espacio había desatado. Seguramente lo último que esperaba la publicación era una valiosa lección sobre filosofía y una sesuda reflexión sobre la existencia y su sentido. Su inolvidable respuesta:
Playboy: Si la vida carece de propósito, ¿sientes que vale la pena vivir?

Kubrick: Sí, para aquéllos que de alguna forma se las arreglan para hacer frente a nuestra mortalidad. La mismísima falta de sentido de la vida fuerza al hombre a crear su propio sentido. Los niños, por supuesto, comienzan la vida con una capacidad de asombro pura, pueden experimentar total alegría con cosas simples como el verdor de una hoja; pero al crecer se van dando cuenta de lo inevitable de la muerte y su envejecimiento comienza a afectar esa conciencia y súbitamente erradica su joie de vivre (o alegría por vivir), su idealismo y la asunción de su propia inmortalidad.

Cuando un niño madura, mira muerte y dolor a su alrededor y comienza a perder la fe, la mayor bondad en el humano. Pero si es razonablemente fuerte, y suertudo, puede emerger de este traspié del alma y renacer con nuevo impulso vital.

Gracias y a pesar de ser consciente del sinsentido de la vida, puede construir un fresco sentido afirmativo de su propósito. Tal vez nunca podrá reapropiarse de aquel sentido puro del asombro, pero puede moldear algo mucho más permanente y sustancial.

El hecho más aterrorizante del universo no es que pueda ser hostil sino que es indiferente; pero si podemos confrontar esa indiferencia y aceptar los retos de la vida dentro de los límites de la muerte - sin importar en qué tan flexibles podamos convertirlos - nuestra existencia como especie puede encontrar un genuino sentido y realización. Sin importar qué tan vasta pueda ser la oscuridad, debemos proyectar nuestra propia luz.